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A 30 años de la caída del muro de Berlín: la historia no ha terminado

El sábado se cumplentreinta años (9 de noviembre de 1989) desde la caída del muro de Berlín.El historiador británico Eric Hobsbawm puso de relieve el concepto de «siglo corto» para referirse al XX: el que da comienzo con la primera guerra mundial en 1914 y habría terminado con el final del comunismo. Poco antes de morir, en el año 2012, Hobsbawm ya había sugerido una especie de rectificación de su propia teoría, cuando dijo que la crisis financiera de 2008, significaba un antes y un después, «una suerte de equivalente capitalista de la caída del muro de Berlín».

En su versión, Hobsbawn sostenía que el Muro finalmente había caído hacia los dos lados, primero en 1989 y luego en 2008, con las dramáticas consecuencias de la quiebra de LehmanBrothers y la crisis financiera global. Este último año iniciaba una de las crisis mayores del capitalismo, junto a las dos guerras mundiales y a la Gran Depresión.

Como bien lo ha señalado Joaquín Estefanía, “desde el punto de vista de la autoestima occidental, 1989 fue el año perfecto: una fábula en la que triunfa la libertad individual y el rival ideológico era derrotado, retransmitida esa derrota en directo por televisión en medio de la destrucción ritual del símbolo del odiado enemigo en el corazón de Europa: el muro de Berlín. 200 años después de la toma de la Bastilla y de la Revolución Francesa, 1989, al acabar con su principal rival ideológico”.

Pero la caída del Muro de Berlín también abrió la puerta a un modelo de capitalismo sin frenos, fuertemente impregnado en lo financiero, que ha conducido a la crisis económica que aún sigue vigente con sus efectos permanentes en materia de desigualdad y, sobre todo, de desafección ciudadana ante la escasa calidad de la democracia existente. La crisis económica, con la imposición de una austeridad destructiva y, sobre todo, mal distribuida, ha convertido lo que era déficit democrático en una crisis de la democracia, en una crisis estructural de la globalización liberal.

La globalización liberal como orden mundial está decididamente en crisis, y que no se trata de eventos aislados, sino de una crisis de caracter estructural, una fase de pos globalización hacia formas no hegemónicas, ya que ha encontrado sus límites al menos en los siguientes puntos: límites económicos, evidenciado en el agotamiento del posfordismo, el cambio tecnológico y el crecimiento de las plataformas digitales; límites ambientales, en la medida en que el modelo de desarrollo actual no es universalizable  ; límites sociales, debido al aumento de la desigualdad de ingresosglobal, la precariedad del empleo, el debilitamiento del poder de los Estados para asegurar el cumplimiento del contrato social y proteger a la ciudadanía de los riesgos del mercado; y límites políticos, debido a problemas de legitimidad, eficacia y representatividad en el multilateralismo, límites a la gobernanza global ante la globalización financiera, ascenso de derechas extremas y nacionalismos, crisis de élites (síndrome de María Antonieta), como bien lo ha explicado José Antonio Sanahuja.

Es verdad que treinta años son insignificantes en la historia, pero estos 30 años han desmentido a los pregoneros del fin de la historia y han sido testigos de un cambio estructural en el orden liberal. La caída del muro de Berlín certificó la victoria de las democracias liberales, pero también el prólogo de su crisis treinta años después.

“Hay un dicho famoso del mariscal polaco Pilsudski: ‘Ganar y dormirse en los laureles es una derrota. Perder y no rendirse es una victoria”, el historiador británico Timothy GartonAsh sostiene que con la caída del Muro de Berlín  “Lo que hicimos en Occidente fue ganar y dormirnos en los laureles”.  Con alegríaen aquellos primeros años tras la caída del muro, se certificaba la muerte del Estado-nación, de las ideologías, de las clases sociales, de las etnias y de las fronteras.

En fin, el peligro llega cuando uno cree que ya no existe. En 1989 ocurrió algo similar. Cuatro décadas de Guerra Fría y de un mundo al borde del apocalipsis nuclear quedaban atrás. Después apareció otra señal. El 11-S, LehmanBrothers, el regreso del nacionalismo, el ascenso de la extrema derecha y la crisis estructural de la globalización. El error ha sido no interpretar los hechos, las señales estaban ahí, hoy estamos no es un mundo bipolar, ni unipolar, ni apolar, estamos centralmente en un cambio estructural de orden, de des globalización, hacia formas no hegemónicas, en donde el margen de la agencia aumenta notablemente, y se evidencia día a día, la historia no ha terminado.

Luis María Nielsen
Alumno
Maestría en Relaciones Internacionales
IRI – UNLP