El 27 de enero de 1945 tropas soviéticas entraron en el centro del Holocausto, donde fallecieron 1,1 millones de personas.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial y con la invasión de Alemania a Polonia, en septiembre de 1939, los nazis aprovecharon cada parte del territorio polaco para concretar uno de los peores crímenes del siglo pasado.
Auschwitz era inicialmente un cuartel del ejército polaco en el sur del país, pero el 20 de mayo de 1940 se convirtió en una cárcel para prisioneros políticos. Con el correr de los meses Auschwitz modificó su principal función y se convirtió en un vasto complejo de campos y miles de hectáreas para el horror: Auschwitz I fue el sector inicial y concentró las tareas administrativas; Auschwitz II- Birkenau fue campo de concentración y de exterminio con sus cámaras de gas y crematorios; Auschwitz III- Monowitz fue un brutal campo de trabajo esclavo. Al momento de la liberación, Auschwitz aglutinaría más de 40 campos y subcampos.
Se calcula que en este campo de concentración murieron 1,1 millones, el 90% de ellos, judíos. Allí, también, murieron 70.000 prisioneros políticos polacos, más de 20.000 gitanos, 10.000 prisioneros de guerra soviéticos, republicanos españoles, cientos de testigos de Jehová y decenas de personas acusadas por homosexualidad; todo ello en menos de cinco años.
El 27 de enero de 1945 una división de Infantería del Ejército Rojo ingresó al lugar y se toparon con 7.000 sobrevivientes enfermos y desnutridos, unos pocos guardias nazis, 600 cuerpos sin enterrar y muchas otras imágenes escalofriantes que jamás olvidarían.
Lamentablemente, cuando los soviéticos llegaron el campo estaba destruido y prácticamente abandonado. Meses antes, también por el Frente Oriental, habían desbaratado Majdanek, otro campo de exterminio. Por lo que los alemanes decidieron evacuar Auschwitz el 17 de enero de 1945, destruyendo las cámaras de gas y los archivos que daban cuenta del horror. Con ellos, forzaron a 60.000 prisioneros, considerados que aún podían caminar, a iniciar una Marcha de la Muerte.
Este nombre recibían los éxodos forzosos a los cuales eran sometidos los prisioneros para ser trasladados a otros campos de concentración, como Bergen-Belsen, Dachau y Sachsenhausen. Las condiciones climáticas, la hambruna, el estado de deterioro en general de los cautivos, y el abandono de los más debilitados, desencadenó el fallecimiento de entre 10.000 y 15.000 personas que habían iniciado la Marcha, sumando más víctimas a la masacre.
La liberación de Auschwitz no tuvo en un principio una amplia cobertura de parte de medios soviéticos y no llegó al mundo sino hasta mucho después, algo contrario a lo ocurrido con la liberación de campos por parte de las tropas estadounidenses y británicas que facilitaron la puesta en marcha de los juicios de Núremberg (1946). Sin embargo, los soviéticos sí documentaron en detalle el alcance del exterminio.
Mientras tanto, sus esfuerzos también estuvieron en ayudar y acompañar en su camino de recuperación a los sobrevivientes que encontraron a su llegada en Auschwitz y quienes más tarde relatarían en carne propia las atrocidades vividas.
A pesar de la liberación de Auschwitz, durante ese tiempo, otros campos siguieron funcionando con la insistencia de los alemanes. El traslado de los cautivos de un lugar a otro, a campo abierto, bajo el frío polar, en trenes descubiertos, evidenciaban que no estaban dispuestos a aceptar la derrota.
El final llegaría el 8 de mayo de 1945, cuando la rendición de Alemania fue aceptada por las naciones aliadas.
El principal responsable de las operaciones del campo, Rudolf Höss, fue capturado por los británicos y enviado a Polonia, donde fue juzgado por sus crímenes contra la humanidad. Fue condenado y ahorcado el 16 de abril de 1947 en Auschwitz.
Entre el 24 de noviembre y el 22 de diciembre de 1947, 40 antiguos oficiales y soldados de la SS que habían prestado servicio allí fueron a un primer juicio, realizado en Cracovia. Varios fueron condenados a muerte o a largas penas de prisión.
De unos 6.500 miembros de las SS que sirvieron en Auschwitz, solo 750 recibieron condenas; la mayoría, por parte de tribunales polacos.
Si bien Auschwitz no fue el primer campo en ser liberado, su fecha quedó grabada en la memoria por la magnitud de su significado. La cantidad de víctimas y la crueldad que se vivió en su territorio impactó al mundo entero, convirtiéndose en el símbolo de la barbarie del Holocausto.
María Laura Brito
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP