PRESENTACION
GENERAL
En la
Presentación de nuestro primer Anuario, en 1994, deseábamos que la tolerancia
(que las Naciones Unidas, le dedicaron el año internacional 1995, junto con su
cincuentenario) no fuera simplemente un eslogan y adheríamos a las voces que
nos advertían de la clara división que estaba emergiendo en el sistema
internacional entre aquellos países que toleran la diversidad y los otros. Hoy
nos encontramos, desgraciadamente frente a una escalada de la intolerancia
tanto a nivel nacional como internacional. La misma no es solamente
cuantitativa sino también cualitativa. Porque hasta hace algunos años, cuando individuos
y agentes del Estado cometían crímenes horrendos, trataban de negar su autoría
o de ocultarlos. Aunque las explicaciones fueran totalmente hipócritas, por lo
menos había un atisbo de conciencia al tratar de negar los hechos. En los
últimos tiempos estamos asistiendo a una serie de crímenes de lesa humanidad,
que sus autores ejecutan sin consideración de la opinión de la comunidad
internacional o lo que es peor, con justificaciones, como por ejemplo la
aberración de la "limpieza étnica".
Los conflictos
actuales que son mucho más intraestatales que interestatales, donde la crueldad
y el horror no tienen límites, que los podemos observar en "vivo y en
directo" y donde la gran mayoría de las víctimas son civiles, nos muestran
además esa visión maniqueísta de la vida y de la sociedad, que consiste en
dividir el universo político entre "amigos" y "enemigos";
para los primeros todas las justificaciones, para los segundos el infierno.1
Una de
los remedios posibles a tanta irracionalidad, es la labor que desarrolla las
Naciones Unidas a través de la diplomacia preventiva.
La acción
preventiva, como el Secretario General, lo expresó en la "Agenda para la
Paz", que puede revestir diferentes formas, permite salvar muchas vidas y
evitar innumerables sufrimientos a los pueblos. Tenemos el claro ejemplo de
Macedonia.
Por eso
consideramos indispensable que la comunidad internacional cuente con una Corte
Criminal Internacional Permanente, para que sepan los aspirantes a cometer
crímenes contra la humanidad que serán juzgados y castigados. En esta dirección
es un valioso antecedente la creación de los Tribunales Penales Internacionales
para juzgar los crímenes en la ex-Yugoslavia y en Ruanda, donde por primera
vez, dos líderes político-militares serbiobosnios acusados por este tipo de
crímenes son juzgados, condenados y perseguidos.
Es
lamentable que a veces se invoquen cuestiones económicas para contrarrestar
estas iniciativas o darles un funcionamiento muy acotado, cuando es patético el
desequilibrio que existe a escala mundial entre los gastos consagrados a la
carrera armamentista y los que se utilizan en el desarrollo humano. Es
interesante a este respecto mencionar el caso de Ruanda. Como bien lo expresa
el Premio Nobel de la Paz Oscar Arias Sanchez: "En Ruanda, mucho
antes de que el genocidio acaparara la atención internacional, se había dado
una auténtica carrera armamentista entre las fuerzas del gobierno y de la
guerrilla. Más de una docena de países exportadores contribuyeron a atizar la
guerra en aquel país africano. Ambos bandos beligerantes adquirieron grandes
cantidades de armas ligeras por medio de gobiernos y de compañias
privadas". Otro ejemplo que señala Arias: "es el caso
de la guerra en la antigua Yugoslavia, que a pesar del embargo de armamentos adoptado
por el Consejo de Seguridad en 1991, el suministro de armas y municiones a la
región no se interrumpió... y que la mayoría de las exportaciones actuales de
armas convencionales son realizadas por unos pocos países industrializados, y
más del 90% corresponde al grupo integrado por Alemania y los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas" 2
Tampoco
es posible que cuando una operación de diplomacia preventiva fracasa, los
Estados miembros no dudan en criticar a las Naciones Unidas, cuando en realidad
gran parte de la responsabilidad es de los propios Estados miembros que no
aportan los instrumentos necesarios para evitar los dramas.
Como lo
habíamos señalado en nuestra Presentación del año pasado3,
es inaceptable, que los Estados más ricos del planeta no cumplan con sus
obligaciones establecidas por la Organización; solamente sesenta Estados, (en
julio de 1995), habían respetado sus obligaciones presupuestarias, de los
cuales treinta y dos eran países en desarrollo. Lamentablemente, setenta y un
Estados miembros no habían efectuado ningún pago. Cerca de cien Estados, entre
ellos varios miembros del Consejo de Seguridad, siguen debiendo contribuciones
de años anteriores. El propio Presidente de los Estados Unidas Bill Clinton
confesaba en un discurso ante sus compatriotas que: "...Algunos quieren
que nosotros nos evadamos de nuestras responsabilidades hacia las Naciones
Unidas. Yo tengo que ir próximamente a pronunciar un discurso en la misma, qué
quieren que yo responda cuando me pregunten - Porqué los Estados Unidos es el
miembro más avaro de toda la Organización?... El aislacionismo no es una opción
viable en el mundo actual. Nosotros debemos tener la sabiduría de trabajar con
las Naciones Unidas y de pagar nuestras facturas..."4
Otro
hecho que quisiéramos destacar en esta presentación, es la vigencia del
concepto de Nación en el mundo actual, porque mal que les pese a los
futurólogos de turno que predicen la desaparición de los Estados nacionales
como principal característica de la denominada post-guerra fría, el destino
nacional surge de nuevo con fuerza, como el ámbito en el cual los pueblos
pueden reconocerse y afirmar su identidad.
Por esto,
entre los discursos que se hicieron con motivo del cincuentenario de las
Naciones Unidas, rescatamos el pronunciado por el Papa, Juan Pablo II,
quien entre otras ideas, nos expresaba: "....
"La
Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada en 1948, ha tratado de
manera elocuente los derechos de las personas, pero todavía no hay un acuerdo
internacional análogo que afronte de modo adecuado los derechos de las
naciones. Se trata de una situación que debe ser considerada atentamente, por
las urgentes cuestiones que conlleva acerca de la justicia y la libertad del
mundo contemporáneo. Una reflexión sobre estos derechos ciertamente no es
fácil, teniendo en cuenta la dificultad de definir el concepto mismo de nación,
que no se identifica a priori y necesariamente con el de Estado. Es, sin
embargo, una reflexión improrrogable si se quieren evitar los errores del
pasado y tender a un orden mundial justo.
Presupuesto
de los demás derechos de una nación es ciertamente su derecho a la existencia:
nadie, pues -un Estado, otra nación o una organización internacional- puede
pensar legítimamente que una nación no sea digna de existir. El derecho a la
existencia implica naturalmente para cada nación, también el derecho a la
propia lengua y cultura, mediante las cuales un pueblo expresa y promueve lo
que llamaría su originaria "soberanía" espiritual. La historia
demuestra que, en circunstancias extremas, como aquéllas que se han visto en la
tierra donde he nacido, es precisamente su misma cultura lo que permite a una
nación sobrevivir a la pérdida de la propia independencia política y económica.
Toda nación tiene también, consiguientemente, derecho a modelar su vida según
las propias tradiciones, excluyendo, naturalmente, toda violación de los
derechos humanos fundamentales y, en particular, la opresión de las minorías.
Cada nación tiene el derecho de constituir el propio futuro proporcionando a
las generaciones más jóvenes una educación adecuada...
En
este contexto, es necesario aclarar la divergencia esencial entre una forma
peligrosa de nacionalismo, que predica el desprecio por las otras naciones o
culturas, y el patriotismo, que es en cambio el justo amor por el propio país
de origen. Un verdadero patriotismo nunca trata de promover el bien de la
propia nación en perjuicio de otras. En efecto, esto terminaría por acarrear
daño también a la propia nación, produciendo efectos perdiciosos tanto para el
agresor como para la víctima. El nacionalismo, especialmente en sus expresiones
más radicales, se opone por tanto al verdadero patriotismo, y hoy debemos
empeñarnos en hacer que el nacionalismo exacerbado no continúe proponiendo con formas nuevas las aberraciones
del totalitarismo."5
Esta
edición que comprende el año 1995, se divide, como las anteriores en tres
secciones. La primera una Presentación, a cargo de uno o varios
integrantes de los diferentes Departamentos que forman el Instituto; la
segunda, Documental en la que figuran los principales instrumentos
internacionales; la tercera, Cronología, donde se reflejan los
principales acontecimientos del área, el Anexo, con información general
y este año hemos incluido, la parte correspondiente al recientemente creado
Centro de Reflexión en Política Internacional (CERPI).
Como
siempre, nuestro reconocimiento a todos los que trabajaron en este Anuario
1996, que sin ningún tipo de retribución material, sólo imbuidos de una gran
vocación académica lo hicieron posible y también nuestro agradecimiento a las
reiteradas muestras de apoyo, como así también a las críticas recibidas, que
nos permiten superarnos.
Finalmente
un agradecimiento especial para los siguientes colaboradores que sin ser
miembros del Instituto realizaron las siguientes traducciones del francés: Mabel
Fernández (Cumbre de los Estados Unidos y la Federación Rusa), Sandra
Coniglio (OTAN), Danilo Loker (31a Cumbre de la OUA) y Federico
Spataro (Consejo de Cooperación del Golfo).
Prof. Dr. Norberto E. Consani
1 ver nuestro articulo "Derechos
Humanos y política" en la revista de la Escuela nacional de Inteligencia,
vol V-Número 2, segundo trimestre 1996.
2 El
Bazar de Armas, Office of Development Studies, Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo -PNUD-, 1995.
3
Presentación General, pag 11, Anuario 1995.