MERCOSUR – Unión Europea: ¿qué, cómo y por qué?

El cierre de las negociaciones MERCOSUR-UE resultó sorpresivo para quienes nos habíamos acostumbrado a los recurrentes anuncios de la inminencia de la firma del tratado comercial durante los años previos. Y es que las negociaciones una y otra vez habían quedado empantanadas ante la incompatibilidad de los sectores ofensivos y defensivos de las dos partes.

El acuerdo es el más ambicioso de la historia del MERCOSUR, y constituye un bloque significativo a nivel mundial. Como anunció la Cancillería: “crea un mercado de bienes y servicios de 800 millones de consumidores”. Los estudios de impacto –realizados por la Universidad de Manchester en 2008 por encargo de la Unión Europea –han estimado ganancias de orden del 0,5% del PIB en Argentina,1,5% en Brasil, 2,1% en Uruguay, y quizá hasta del 10% del PIB en Paraguay; en tanto que un incremento del bienestar económico del 0,1% del PIB para la Unión Europea, en un escenario en el que las negociaciones comprendieran la liberalización completa de los temas negociados.

El acuerdo al que se arribó este 28 de junio tiene matices respecto de ese escenario y requerirá de los ajustes pertinentes sobre estos cálculos una vez que se haga público el tratado. Los comunicados oficiales plantean que es un acuerdo de libre comercio profundo, que abarca casi la totalidad del comercio e incluye compromisos importantes en las regulaciones nacionales. Se plantean cronogramas de desgravación arancelaria diferenciados tanto para bienes industriales como agrícola. En este punto, históricamente sensible en las negociaciones, la Unión Europea gana acceso en MERCOSUR para productos como chocolates y golosinas, vinos, lácteos y gaseosas; a la vez que se reserva el uso de ciertas cuotas “para preservar a los agricultores europeos”, según declaraciones el Comisario de Agricultura y Desarrollo Rural de la UE-. MERCOSUR obtiene en cambio acceso para las Carnes. En el tratado también se abren mercados para el sector servicios, y para las compras gubernamentales. La implementación de la propiedad intelectual será de acuerdo a las legislaciones nacionales de cada país, aunque la UE advierte que ha logrado mejorar la protección para 357 productos alimenticios europeos a través del reconocimiento de Indicaciones Geográficas.

La culminación de las negociaciones técnicas y publicación de los documentos podrá llevar semanas. El verdadero impacto del acuerdo podrá estimarse sólo entonces. No obstante, pueden anticiparse algunos análisis:

Respecto del cómo del proceso negociador cabe hacer dos apreciaciones. La negativa es que las negociaciones han sido más bien opacas, con poca información pública para la ciudadanía a lo largo del proceso. En este punto, se ha perdido una oportunidad para involucrar a la sociedad civil y al entramado productivo PyME en el proceso de formulación de la política comercial y el comercio exterior. La positiva es que la negociación ha servido para consolidar al MERCOSUR como actor en el escenario internacional, y ha contribuido a mejorar la coordinación intrabloque. Los discursos de flexibilizar el MERCOSUR quedan debilitados ante la concreción del acuerdo con Europa.

En cuanto al por qué de la firma en este momento, se deben identificar los incentivos del sistema internacional y aquellos de las mesas nacionales de cada una de las partes involucradas. En primer término, el panorama global: en un momento de crisis de globalización y de guerra comercial, la firma de acuerdos comerciales se transforma en un instrumento que otorga previsibilidad; a la vez que contribuye a la generación de poder blando en el marco del debilitado orden liberal internacional. Esto actúa como incentivo tanto para el MERCOSUR como para Europa. En efecto, el entramado de acuerdos comerciales recientes firmados por la Unión Europea, en su estrategia de respuesta al proteccionismo de Trump, incluye el CETA con Canadá, la actualización del acuerdo UE-México, la firma de un nuevo tratado con Japón, y las negociaciones con Singapur. En el proceso de negociaciones MERCOSUR-UE puede observarse una aceleración en el ritmo de reuniones durante los últimos dos años que correlaciona con esta coyuntura.

Sin embargo, este escenario está presente desde 2017. ¿Por qué firmar ahora? Lo novedoso y que precipita el acuerdo parecen ser los componentes políticos de las mesas domésticas, que a diferencia de otras coyunturas, esta vez sí se solaparon. En efecto, el detonante final parece ser la clara decisión política de las partes involucradas que llevó a la realización de concesiones mutuas–cuan profundas, aún no se conoce- con miras de arribar al tan mentado acuerdo. A la decisión del gobierno de Macri de avanzar en esta negociación como eje prioritario de la política exterior de su gobierno previo a las elecciones, en el período reciente se le sumaron, por un lado, la urgencia de la Comisaria de Comercio Europea, Cecilia Malström de concluir esta negociación antes del fin de su mandato en octubre de este año; y por otro, el cambio en los balances de poder al interior de Brasil que acarreó el gobierno de Bolsonaro, que llevó a que cuestiones del acceso a mercados en el sector automotriz que hasta hace meses parecían inaceptables para la base industrialista brasilera, hoy se pudieran poner sobre la mesa. Los funcionarios y las burocracias en las capitales celebraron el tiempo del acuerdo, a (casi) todos les viene bien.

Cerrada esta etapa, ahora es el turno de los legislativos. Una vez culminada la etapa técnica, el acuerdo tiene que ser ratificado por la Comisión y el Parlamento Europeo y por los legislativos de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay para entrar en vigor; un proceso que puede llevar dos años o más. La proximidad de las elecciones en Argentina obliga a señalar que los diputados nacionales –muchos de ellos iniciando sus campañas electorales- deberán prontamente empaparse de las cuestiones técnicas, políticas y sociales que implica el acuerdo. Queda en sus manos la evaluación de este acuerdo y sus matices, y la posibilidad de volver a la política exterior más democrática. De ello dependerá, en gran parte, la apropiación que la ciudadanía y sectores productivos de Argentina hagan de este nuevo escenario para su inserción comercial internacional.

 

Julieta Zelicovich
Miembro
Departamento de Relaciones Económicas Internacionales
IRI – UNLP