Cada 28 de junio representa un día de resistencia, de memoria ardiente en cuerpos alertas. Alertas ante los intentos neoliberales de despolitizar la diversidad, transformándola en nicho comercial, humo de colores para su violencia estructural. Alertas ante el virus peligroso y contagioso del fascismo, amigo de los crímenes de odio, cada vez más legitimados por discursos estatales neoconservadores floreciendo en todos los rincones del globo. Alertas ante la existencia del “crimen de la homosexualidad” en más de 80 países, donde cinco de ellos lo castigan con pena de muerte, según informa Naciones Unidas [1]. Alertas ante la necesidad de huir para (sobre)vivir, conociendo el aislamiento mucho antes que llegara esta pandemia y su cuarentena. Alertas ante la insistente patologización, moralización y criminalización de nuestras existencias. A 51 años de la revuelta de Stonewall, seguimos luchando y tejiendo redes como única garantía de supervivencia.
El coronavirus puede ser ciego a los cuerpos que infecta, pero sus impactos no son igualmente democráticos, como parecen insinuar algunos medios. La pandemia estalla profundizando desigualdades, vulnerabilidades y problemáticas preexistentes, donde la interseccionalidad multiplica riesgos y angustias. Se pone en juego no sólo la integridad de aquelles afectades por enfermades crónicas y trayectorias vitales, sumamente expuestas producto de la negligencia y el ostracismo estatal sino también su calidad al incrementar aún más las vulnerabilidades económicas, laborales y habitacionales de estas comunidades, como señaló incluso el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, en el marco del último día internacional contra la homofobia, transfobia y bifobia[2].
Mientras tanto, medios y gobiernos refuerzan la idea de hogar como refugio desconociendo las violentas experiencias de maltrato, rechazo y exclusión sufridas por nuestra comunidad: ¿Quiénes tienen el privilegio de contar con un hogar y una familia donde refugiarse del enemigo invisible? ¿Cómo son las vidas al interior de esos hogares, cuáles los riesgos? ¿Qué modelos de familia normativizan las recomendaciones mediáticas y sanitarias? ¿Cuáles en los hechos invisibilizan?
En el aniversario número 51 de la rebelión de Stonewall, recordamos aquella noche en la que les trans, travestis, drags queens, kings, tortas y maricas de Nueva York demostraron una vez más cómo los márgenes pueden revertir la situación. El envión necesario para volver la visibilidad posibilidad y la organización necesidad. Días después se ocupó el espacio público con la primera marcha del orgullo de sexualidades, identidades, corporalidades, deseos y manifestaciones disidentes, para nunca más volver al closet del silencio y la vergüenza. A más de medio siglo de distancia de la épica revuelta, la lucha contra la violencia institucional, sistemática y selectiva continúa en todos nuestros territorios. En el día internacional del orgullo, reivindicamos nuestra historia combativa y actualizamos nuestro grito.
Referencias:
[1] https://www.ippdh.mercosur.int/28-de-junio-dia-internacional-del-orgullo-lgbti/
Valentina Avelluto
Integrante
Centro de Estudios en Género(s) y Relaciones Internacionales (CeGRI)
IRI – UNLP