Hoy Rusia tiene un total de 6375 ojivas nucleares y los Estados Unidos, 5800[1]. Esta última nación es la única que las ha probado en una guerra. Menos de diez días después de haberlo hecho, se producía la rendición del Japón y los científicos estadounidenses se dirigieron al lugar, más que para auxiliar a las víctimas, para evaluar los resultados. Un médico argentino, de la comunidad japonesa, el Dr. Hideyasu Maeda, estuvo colaborando con el programa del gobierno japonés de atención médica a los sobrevivientes y como varios miembros de la colectividad japonesa lo eran, una misión visitó nuestro país para evaluar su estado y brindarles atención. El Dr. Maeda trabajó como profesional local y tuvo conocimiento del tema. También en oportunidad de visitar Hiroshima pudo acceder a la documentación al respecto. En una entrevista personal que le realicé, me dio a conocer ese hecho en primera persona: se tienen registros minuciosos del efecto de estas armas.
Como todos los años, la ceremonia de recordación de las víctimas, se inició depositando en el cenotafio, parte del Monumento de la Paz de Hiroshima, los libros que guardan los nombres de las víctimas. Todos los años se agregan los nuevos fallecidos, que en esta oportunidad, 75 años después, fueron 4.930 nombres más, personas que tuvieron que vivir con las secuelas de la radiación. En el monumento hay una inscripción: “Descansen en paz, porque no volveremos a cometer el mismo error.” ¿Será posible cumplir este compromiso?
Dicho todo esto, interpela a nuestro sentido común el hecho de saber hoy que los EE.UU sea la segunda nación con más cantidad de ojivas nucleares, cada una de las cuales tiene un poder de fuego inimaginablemente superior que aquellas arrojadas primero en Hiroshima y luego en Nagasaki. El uso de la energía nuclear, incluso en forma pacífica, hoy en día está siendo seriamente cuestionado. A nueve años de la triple tragedia de Fukushima, una de las secuelas más serias son los escombos y agua contaminados con la que aún qué destino darles – siendo una de las alternativas, para horror del hombre común, arrojarlas al mar. (Jornadas de Trabajo ALADAA: Fukushima, 9 años después, 3/8/2020)
Hace dos días, el martes 4 de agosto, vimos la terrible explosión en Beirut, de un depósito de químicos, cobrándose en un instante cientos de muertos y miles de heridos. Vemos que si no se tiene cuidado, nadie está a salvo de sufrir por un error humano. A diferencia de las catástrofes naturales, imprevisibles, incontrolables, el uso de las armas nucleares es decisión de los hombres y vemos que aún sin proponérselo usarlas, nadie está totalmente a salvo de los posibles errores humanos. Los EE.UU tienen almacenadas 4.050, del total mencionado antes y Rusia, 4.805. ¿Cómo será convivir con semejante peligro latente, dado que ya no se trataría solamente de los potenciales enemigos?
Este 6 de agosto, a las 7:40 en la ciudad de Hiroshima, se recordó ese 6 de agosto de hace 75 años atrás y los cientos de miles de muertos. Luego, el 9 de agosto en la ciudad de Nagasaki, su pueblo hará también un alto en sus actividades cotidianas para recordar ese momento y a sus víctimas. Pero más que los muertos, es la voz de los sobrevivientes que año a año han continuado recordándonos el horror: “vean bien, esto es lo que le sucede a las personas que sufren un ataque nuclear”. Quizás de los mensajes dados en la ceremonia central en esta oportunidad, las palabras del actual gobernador de la prefectura de Hiroshima, Hidehiko Yuzaki, hayan sido las más sentidas: hoy 75 años después seguimos defraudando a los muertos al no poder cumplir la promesa de erradicar las armas nucleares de la faz de la tierra.
Referencias:
[1] Según datos tomados de SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute), FAS (Federation of American Scientists) y ACA (Arms Control Association), publicados ayer por INFOBAE
Cecilia Onaha
Coordinadora
Centro de Estudios Japoneses
Departamento de Asia y el Pacífico
IRI – UNLP