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23 de junio de 2016: Brexit, crónica y efectos

El 23 de junio 2016, en el territorio de Reino Unido (incluyendo Gibraltar), se celebró un referéndum que significaba el punto culmine del proceso político llevado a cabo por el grupo denominado por los medios como “Euroescépticos”. El mismo, no distinguía entre laboristas y conservadores, sino que plantaba una dicotomía distinta a los ciudadanos británicos: quedarse en la Unión Europea a expensas del deterioro de la economía del Reino Unido, o tomar una vía propia, invocando el Artículo 50 del Tratado de la Unión Europa, y retirándose del bloque europeo que tanto había costado formar en años anteriores.

Al conocerse los resultados del referéndum, la decisión fue clara, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte había decidido dejar la Unión Europea. La consulta popular había arrojado un resultado de casi un 52%a favor de dejar la UE. En cuanto a la distribución de los votos, dentro de los territorios británicos, Inglaterra y Gales fueron los que tuvieron mayor intención de voto a la salida de la UE, mientras que en Irlanda del Norte y Escocia, había ganado la permanencia con 44.2% y 38% respectivamente.

El proceso reglamentario de dos años para hacer efectiva la salida del Reino Unido había comenzado en marzo de 2017, por lo que debía concretar su salida definitiva el 29 de marzo de 2019. Luego de esto, las negociaciones con la Unión Europea que se establecen en el artículo 50 mencionado anteriormente, se prorrogaron en tres ocasiones: hasta el 12 de abril de 2019, luego, hasta el 31 de octubre, y finalmente hasta el 31 de enero de 2020. El 1 de febrero de 2020, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, se convirtió en el primer país que abandonó a la Unión Europea. Como parte de las negociaciones, se acordó un período transitorio entre el Reino Unido y la UE, que empezaba en ese momento, hasta el 31 de diciembre de 2020, y que permitía que los ciudadanos y las entidades comerciales no notaran diferencias con respecto a las políticas de la zona comercial europea, por lo que, las consecuencias reales del Brexit son tangibles desde el inicio del corriente año, 5 años después del referéndum.

Si bien los resultados de la salida de la Unión Europea son perceptibles desde 2021 en adelante, los británicos ya vieron un prematuro efecto justo después de publicados los resultados del referéndum. El golpe a la libra esterlina causado por la histórica caída del rendimiento de los bonos británicos a los niveles más bajos desde 1703, demostró a los ingleses que la salida de la Unión Europea no era un proceso que iba a mostrar mejorías en el corto plazo.

Por otra parte, el Brexit reavivó una problemática que ha atravesado al Reino Unido durante toda la modernidad, esto es, su integridad territorial. Los territorios que demostraron su intención de quedarse en la Unión Europea, Escocia e Irlanda del Norte, empezaron a replantearse la posibilidad de la independencia frente a la corona británica. En el caso de Escocia, en 2014 se había reafirmado su permanencia dentro del Reino Unido con un referéndum que tuvo como resultado un 55% de aceptación a seguir formando parte de él, pero, a día de hoy, el pedido de un nuevo referéndum, con un posible resultado a favor de la independencia de Escocia, toma cada día más fuerza. Por otro lado, la esfera política de Irlanda del Norte, encuentra cada vez más agradable la idea de la independencia, lo que se ha demostrado a través de la palabra de muchos referentes norirlandeses, aunque no se ha realizado un pedido formal de consulta popular al respecto.

Finalmente, el Brexit no ha demostrado mejoría económica en la vida de los británicos hasta ahora, e incluso, economistas a lo largo del mundo han asegurado que se han perjudicado las dos partes, puesto que la UE ha perdido uno de sus miembros más importantes política y económicamente. El suceso del Brexit, significa un paso hacia en cuanto al proceso de integración europeo, que en muchos casos, funciona como ejemplo para el resto del mundo. De ahora en adelante, solamente queda prestar atención a las consecuencias reales del Brexit para Reino Unido y la UE, tratando de aprovechar esa experiencia para futuros intentos de integración regional, que hasta ahora parece ser una vía eficaz para la paz y el desarrollo de los Estados.

Santiago Robles
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP