El pasado 26 de mayo tuvieron lugar las elecciones en Siria, correspondientes a la cuarta elección presidencial en la que participa Bashar al-Ássad y de la cual resultó ganador con el 95,1% de los votos.
Sin embargo, cuando las candidaturas fueron presentadas y dadas a conocer, se estimó que la victoria de al-Ássad era un hecho, y así lo fue. Pero, ¿a qué se debe tamaña afirmación? He aquí algunas cuestiones a tener en cuenta.
El reciente reelegido presidente sirio lleva ganadas las cuatro elecciones en las que participó, con números exorbitantes. Tras la muerte de su padre, Háfez alÁssad, tuvo lugar un referéndum por el cual Bashar accedió al poder en el año 2000. De acuerdo a la Constitución de Siria[1], los mandatos presidenciales tienen una duración de siete años en el cargo, por lo tanto la siguiente elección fue en 2007. En aquel entonces, la figura de al-Ássad comenzó a ser cuestionada debido a que participaba de un referéndum sin oposición y por acciones contra activistas en favor de la democracia[2].
El contexto de las elecciones presidenciales de 2014 era el de la guerra civil, cuyos eventos comenzaron en 2011, y persisten en la actualidad -aunque en menor medida- . Aquellos comicios fueron los primeros donde se instauró la participación de más de un candidato. Cabe destacar queen el año 2012se celebró un referéndum que estableció la reforma del texto constitucional por el cual se estableció el sistema multipartidista en Siria. Por lo tanto, los sirios pudieron optar por la elección del candidato con el que más se identificaban. Sin embargo, de antemano para muchos, esta innovación en las elecciones en medio de un conflicto tan grave, solo se trató de un mecanismo más para apaciguar las aguas en la sociedad pues, de todas formas, el ganador sería al-Ássad.
Estos comicios coincidieron con el aniversario sobre los 10 años de revueltas en Siria, donde l-Ássad se vio debilitado en muchas ocasiones. Sin embargo, logró recuperar los territorios que habían sido ocupados por los rebeldes y los grupos terroristas, y así consolidarse en casi todo el territorio sirio.
Si nos centramos en la guerra civil en Siria, en cómo fueron sus orígenes y cómo transitó sus años más críticos, podemos extraer una pequeña síntesis sobre los hechos y el rol de al-Ássad. El comienzo fue producto del hartazgo de la sociedad ante la falta de libertades civiles, el atropello a los derechos humanos y la corrupción. Sucedió en el marco de una ola de protestas que también tuvo lugar en otros países de la región: la llamada Primavera Árabe. En el desarrollo de esta guerra civil, los rebeldes y grupos terroristas ocuparon territorios y el conflicto escaló rápidamente, extendiéndose por años, donde la víctima real fue la sociedad siria. Por último, en esta etapa de desescalada y meseta (siempre refiriéndonos a los hechos de la guerra civil en sí), es donde tienen lugar estas elecciones y quizás en estos días es la figura de Bashar al-Ássad la que representa la estabilidad en Siria.
A pesar de eso, estas elecciones, al igual que las anteriores, fueron consideradas fraudulentas por parte de la comunidad internacional. Los miembros de la oposición que se encontraban en el extranjero o que no residieron de forma consecutiva en Siria durante los últimos 10 años no pudieron presentarse como candidatos. Por lo tanto, -Ássad se enfrentó a pocos candidatos obteniendo su cuarto mandato por un amplio margen.
Mientras se celebraban las elecciones presidenciales en Siria, se llevaba a cabo una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde Geir O. Pedersen, enviado especial para Siria, describía una situación sumamente compleja en términos humanitarios. Es innegable la existencia de una serie de problemas que afectan la vida diaria de la población: pobreza, inflación, fuerte devaluación de la moneda, escasez de combustible, problemas con servicios básicos como el agua, la electricidad, y la suba de los precios de los alimentos, que genera una situación de inseguridad alimentaria. Por otro lado, la pandemia y el acceso a vacunas son situaciones de las cuales Siria no está exenta. Al mismo tiempo, una baja en la afluencia del Éufrates, empeora aún más la situación, para algunos por obra de la naturaleza, para otros, por el manejo del agua que Turquía hace río arriba. Al mismo tiempo, persisten las sanciones económicas, que, de hecho, en la misma semana, Europa renovó. Entre ellas se destacan la congelación de los activos que el Banco Central Sirio tiene en la UE, así como un embargo a las importaciones de petróleo y a las exportaciones de equipos y tecnología.
Ahora bien, Bashar al-Ásad convocó elecciones y las ganó. Tratándose de Medio Oriente, otra vez somos testigos de opiniones divididas. Por un lado, el gobierno sirio, la Federación Rusa y otros aliados en la región, plantean la existencia de un comicio limpio y democrático. Por otro lado, países como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, hablan de elecciones ilegítimas. Sin embargo, el doble rasero de occidente para hablar de democracia (Estados Unidos es aliado de monarquías del Golfo Pérsico donde nunca existieron elecciones democráticas), nos lleva a poner en tela de juicio y cuestionar todos los puntos de vista. Ciertamente el 95% de los votos por Bashar al-Ásad tienen su base en los territorios que controlados por el gobierno con el apoyo de la Federación Rusa o Irán, ganados al terrorismo y a grupos armados, apoyados por la coalición occidental,. Por otro lado, la oposición que se presentó en estas elecciones, forma parte de una oposición que podría denominarse moderada, en contraposición a la que desde el extranjero no reconoce estas elecciones.
Con auspicio de Naciones Unidas, se creó un comité Constitucional cuya última reunión fue en agosto del 2020, ocasión en la cual en Ginebra, gobierno, oposición y sociedad civil, trataron de encontrar puntos en común y alcanzar un entendimiento que tenga como resultado una nueva constitución. En ese sentido, Pederson planteó que las elecciones celebradas el 26 de mayo, no forman parte del proceso político solicitado en la resolución 2254 (2015) del Consejo de Seguridad. Esta postura es compartida por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, que no consideran que estas elecciones sean justas y transparentes. En contraposición, según la representación rusa en el Consejo de Seguridad, estas elecciones no contravienen la mencionada resolución, y no aceptarlas implica una clara indiferencia a la voluntad de los ciudadanos sirios. Además, recalcó que países como Alemania, han prohibido la celebración de estas elecciones entre los ciudadanos sirios que residen allí, socavando sus derechos. Mientras tanto, China apuntó contra las sanciones unilaterales, que limitan las posibilidades de reconstrucción del país, mientras que India, destacó que se trata de un ejercicio soberano, aunque por un canal paralelo a las negociaciones; sin embargo mostró preocupación por el terrorismo facilitado por agentes externos.
Más allá de las posturas unilaterales, esta elección, constituye una forma de legitimar los triunfos militares de Assad. Aún existen focos de violencia, especialmente en Idlib o en zonas controladas por los kurdos. Sin embargo, el apoyo que mantiene a-lásad no es para nada despreciable. Como pudo observarse en una serie de manifestaciones en Damasco, Latakia, Tartus, y otras ciudades del país, parte del pueblo mantiene su apoyo. De igual modo,existe un grupo que prefiere lo conocido, ante la perspectiva de Irak o Libia, donde los cambios de regímenes resultaron desastrosos, dando origen a Estados Fallidos, la persistencia de la violencia y la existencia de gobiernos débiles.
Referencias:
[1] Constitución de Siria. Art 88: “El Presidente de la República es elegido por 7 años a partir del final del mandato del Presidente vigente.”
[2] Syrians Vote For Assad in Uncontested Referendum. (2007). Washington Post. https://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/05/27/AR2007052701117.html
Tamara Fernandez
Leila Mohanna
Integrantes
Departamento de Medio Oriente
IRI – UNLP