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1 de julio de 1991: disolución definitiva del Pacto de Varsovia

No habían pasado ni dos años de la caída del Muro de Berlín cuando el 1 de julio de 1991 dejó de existir el Pacto de Varsovia. Tras 36 años, el Bloque del Este liderado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) llegaba a su fin en una región que transicionaba, de forma dispar pero sostenida, hacia sistemas democráticos con economías de mercado.

La disolución del Tratado de Amistad, Colaboración y Asistencia Mutua, denominación oficial del acuerdo de cooperación militar creado en 1955 para contrarrestar a la occidental Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se formalizó en la ciudad de Praga.

En una reunión presidida por el presidente checo, Vacval Havel, la URSS aceptó el proceso que Checoslovaquia, Hungría, Polonia y Bulgaria ya habían resuelto en los hechos meses atrás. De esa manera, la Doctrina Sinatra de Mijaíl Gorbachov llegó a su punto culmine al permitir que los países del Este fueran autónomos para decidir, por primera vez luego de décadas de represión, su destino político interno y externo. Sin embargo, el líder soviético optó por no asistir a la reunión de Praga y envió a su vicepresidente, Guennadi Yanáyev, quien presenció en primera persona el ocaso del dominio de Moscú sobre Europa Oriental.

Las autoridades rusas no tuvieron más remedio que abandonar la región en tanto la URSS debía ocuparse de su propia implosión, que finalmente se consumaría apenas seis meses después. La retirada de las tropas soviéticas de Polonia, presentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los puntos más sensibles del fin del Pacto de Varsovia. El retorno de unos 50.000 soldados tardó dos años más bajo una fuerte insistencia occidental.

Una vez derrumbado el Bloque del Este, las naciones que lo conformaron se acercaron progresivamente hacia la OTAN. Así, en 1999 República Checa, Hungría y Polonia fueron los primeros “ex comunistas” en unirse a la organización militar liderada por Estados Unidos. Bulgaria, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Letonia y Lituania (los últimos tres fueron integrantes de la URSS) concretaron el proceso de adhesión en 2004.

Solomon Passy, ex ministro de Relaciones Exteriores de Bulgaria durante las negociaciones con Occidente, sostuvo en aquel 1991 que el Pacto de Varsovia implicó un “terror militar” sobre sus miembros. “Somos testigos de la muerte política y de la solución ideológica de una de las conspiraciones militares y políticas más agresivas después de la Segunda Guerra Mundial a esta parte. Somos testigos del ocaso del Pacto de Varsovia, que se expandió en tres direcciones: la exportación sistemática de comunismo y de revoluciones, el terror militar sobre sus propios miembros, protección e inspiración del terrorismo mundial (…) El país gigante de este pacto llegó a momentos fatídicos. Ahora este se está desintegrando bajo la presión de las fuerzas centrífugas, generadas y oprimidas por su ambición imperialista y su política conquistadora durante decenios e incluso centenares de años. Ahora, cuando el Imperio está afrontando el compromiso de cómo conservar sus provincias, la seguridad de sus satélites se convierte sin duda en un problema menor. La dirección evidente de estos procesos políticos señala que ya es hora de que Bulgaria se preocupe por su defensa al buscar un mayor número de aliados más fiables, y asegurarse menos eventuales enemigos”.

Juan Martín de Chazal
Colaborador de la Red Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP