En este momento estás viendo La renuncia de Johnson y el rumbo del Reino Unido post Brexit

La renuncia de Johnson y el rumbo del Reino Unido post Brexit

El pasado 7 de julio, el primer ministro británico Boris Johnson anunció su decisión de dimitir de la jefatura del Partido Conservador en el gobiernoy, por lo tanto, del cargo de jefe de gobierno. Se abre así un largo proceso que debería culminar con la elección, en el mes de septiembre, de un nuevo primer ministro en el seno del partido Tory. Se trata del tercer primer ministro conservador que renuncia desde el comienzo del proceso del Brexit luego de David Cameron y Theresa May, fenómeno que también marcó la carrera política de Johnson.

Boris Johnson llegó a cubrir el cargo de primer ministro en julio de 2019, en el medio de una de las peores crisis que haya vivido el gobierno británico. Luego de tres derrotas parlamentarias consecutivas, entre enero y marzo de 2019, su predecesora May había dimitido de su plan de retirada de la Unión Europea. Johnson fue una de las piezas clave en la Cámara de los Comunes para derrumbar el plan de May. Nombrado titular del Foreign Office por la misma May en 2017, renunció al cargo un año más tarde acusando al gobierno de querer traicionar el mandato de los británicos, expresado en el referéndum del 23 de julio de 2016 y que definió la salida del Reino Unido de la UE. Johnson fue el abanderado de la oposición al Soft Brexit negociado por el ejecutivo de May en Bruselas. Y así como fue determinante en la campaña por el Leave en 2016, el Factor Boris también resultó decisivo para derrotar el ala moderada del Partido Conservador, y de paso abrirse el camino hacia la jefatura del gobierno.

Desbocado, polémico, informal, la figura de BoJoh, como lo apodaron los medios europeos, estuvo desde un primer momento ligada al Brexit, que será quizás su mayor legado. Ya en 2016 había desplegado una narrativa chovinista y eurófoba, acusando a la UE de “colonización” en detrimento de la soberanía británica. Su defensa de un Hard Brexit, es decir una salida drástica del Mercado Común y la Unión Aduanera, fue la principal hoja de ruta del primer año de su mandato. Y a pesar de los altos costos[1] que finalmente esta estrategia ha tenido sobre la economía británica, Johnson cumplió con lo prometido. El Reino Unido abandonó oficialmente la Unión Europea el 1 de febrero de 2020, tras 47 años de membresía. Y tras un periodo de transición, el 1 de diciembre de 2021 también dejó de someterse a las normativas del Mercado Interior Único y la Unión Aduanera.

Pero el regocijo por haber cumplido su misión duró poco en el 10 de Downing Street. El “futuro maravilloso” que Johnson había prometido para la era post Brexit nunca llegó, y el excéntrico Primer Ministro decidió enfrentar la pandemia de la COVID-19 a partir de la política de “inmunidad de rebaño”, intentando limitar al máximo las restricciones a la actividad económica y los movimientos de la ciudadanía. Estrategia que se tradujo en un fracaso, y que cambió drásticamente tras pasar él mismo tres días en terapia intensiva en abril de 2020 por coronavirus. La popularidad que le había garantizado haber sido el abanderado de la salida de la UE, y además su autor, se desplomó en menos de un año. En diciembre de 2020 perdió un aliado clave en la Casa Blanca tras la derrota de Donald Trump, con quien Johnson decía haber planeado un complejo entramado de asociaciones de libre comercio y cooperación que, según el gobierno, evitarían el impacto económico del Brexit. Y luego vinieron los escándalos ligados a las fiestas realizadas en la mismísima sede del gobierno británico durante el periodo de aislamiento obligatorio. Por el caso Partygate, Johnson debió pedir disculpas públicas ante el parlamento y pagar una multa. Su capital político ya había sufrido un golpe muy duro.

La difícil situación económica del Reino Unido representó otro punto débil para el gobierno Johnson. Los últimos datos disponibles de la Oficina Nacional de Estadística (13 de junio 2022) revelan una contracción del Producto Interno Bruto (PBI) del 0,3% en abril, y las perspectivas son de una ulterior caída para los próximos meses. La inflación trepó hasta el 9,1% interanual en mayo, el registro más alto de los últimos 40 años, y el Banco Central debió aumentar el tipo de interés elevándolo hasta el 1,25%, el más alto desde la crisis financiera de 2008. El descontento no se hizo esperar. En junio el sindicato de transporte público llevó a cabo la huelga más grande de los últimos 42 años en el Reino Unido. Los empleados de correos harán lo propio en julio, al igual que los docentes y los empleados del alicaído National Health Service, otrora orgullo del Estado de bienestar británico.

Así como la ex primer ministra Margaret Thatcher intentó solapar la zozobra generada por las huelgas mineras en 1982 dando amplio espacio ante la opinión pública a la Guerra de Malvinas, también BoJoh buscó en la política exterior un frente que aliviara los pesares de los problemas domésticos para su gobierno. En marzo de 2021 el gobierno presentó su plan para la inserción internacional del Reino Unido, intitulado “Global Britain in a competitive age”[2]. El concepto de Global Britain retomaba la retórica de Johnson de un futuro post Brexit en el que el país podría establecer libremente sus conexiones globales, intentando contrarrestar las “narrativas del aislamiento”, que vaticinaban en cambio un futuro de desvinculación de Londres del resto del mundo tras su salida de la UE. El plan presentado por el primer ministro ante la Cámara de los Comunes, y que establece el trazo grueso de la política exterior británica hasta 2025, generó polémica. Plantea una suba del gasto militar al 2,2% del PBI, incluyendo un aumento del 10% del presupuesto para las Fuerzas Armadas. Pero lo más sorprendente es la decisión de aumentar el número de ojivas nucleares declaradas del Reino Unido, de 180 a 260, un 45% superior al compromiso asumido por el país en los últimos 20 años. El gobierno Johnson justificó la decisión en la necesidad de “mantener un nivel mínimo y creíble de disuasión”. El mismo documento define a Rusia como una “amenaza activa” y China como un “desafío sistémico”, en línea con las declaraciones de la OTAN, y reafirma la intención del Reino Unido de fortalecer su presencia en los territorios de ultramar, especialmente aquellos que representan una disputa con países terceros como en el caso de Gibraltar y las Malvinas. Uno de los primeros efectos de esta política fue el pacto AUKUS (del acrónimo en inglés de Australia, Reino Unido y Estados Unidos) para el intercambio de tecnología militar especialmente orientado a la construcción de submarinos de última generación. Una alianza que enfureció a China, que verá mayor actividad militar en las aguas cercanas a “su” Mar del Sur, y a Francia, que se vio desplazada del suministro de tecnología militar a los EEUU y Gran Bretaña sin ser siquiera notificada previamente.

Pero a pesar de estas decisiones -como se puede notar, todas marcadas por un manto de polémica, sello inconfundible del “estilo BoJoh”- el apoyo a su gobierno fue decayendo con el correr de los meses y el avance de las investigaciones acerca de sus declaraciones ante el parlamento y la prensa. El límite fue rebasado cuando se descubrió que el Primer Ministro había sido informado desde hacía meses de las molestias que varios hombres del partido habían sufrido por parte de Chris Pincher, que el mismo Johnson había apadrinado para que se convirtiera en vicejefe de la bancada del Partido Conservador. Al conocerse una denuncia por molestias contra Pincher que dos hombres presentaron en junio, Downing Street había negado estar en conocimiento de antecedentes de ese tipo, cosa que resultó ser falsa.

Johnson debió entonces presentar su renuncia por un escándalo típico de tabloide sensacionalista, pero sus motivaciones profundas deben buscarse en la crisis económica desatada por el Brexit -que él mismo quiso llevar a cabo en su forma más hard-, la pandemia -que él mismo manejó de forma muy cuestionada- y por la guerra en Ucrania -fruto, entre otras, cosas de tensiones que él mismo se encargó de alimentar-.

Referencias:

[1]    Véase Springford J. (2022), What can we know about the cost of brexit so far? Londres, Centre For European Reform. Disponible en https://www.cer.eu/publications/archive/policy-brief/2022/cost-brexit-so-far

[2] https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/975077/Global_Britain_in_a_Competitive_Age_the_Integrated_Review_of_Security__Defence__Development_and_Foreign_Policy.pdf

 

Federico Larsen
Integrante
Departamento de Europa
IRI – UNLP