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Rise & Fall

La visita de Nancy Pelosi a Taiwán es otra demostración más de la decadencia occidental liderada por Estados Unidos. Nunca en los últimos 70 años las relaciones internacionales habían experimentado un deterioro y declive tan rápido después de los dos conflictos globales.

China, junto a un grupo de países emergentes, intenta desde hace al menos 20 años “democratizar” las relaciones internacionales a través de una deconstrucción del orden internacional dominado por acciones violentas, imperialistas, corporativistas y sobre todo al margen del derecho internacional.

La visita de Pelosi a Taiwán tan innecesaria en un momento ya lleno de tensiones con la guerra en Ucrania y más llamas en Kosovo, nuevamente a instancias de EE.UU., representa la voluntad obstinada de un mundo en guerra, sin paz. De hecho, el “principio de una sola China” es la piedra angular de las relaciones internacionales de la República Popular China, reconocido no solo por Estados Unidos en 1979 sino por casi toda la comunidad internacional, a través de la entrada de la RPC en las Naciones Unidas en 1972.

La situación internacional actual parece cualquier cosa menos reconfortante. Ahora está claro que estamos ante un “mundo en transición” (Merino, 2016; Lin, 2020), y que esta transición es cada vez más violenta. Sin embargo, asistimos a los últimos coletazos, los más peligrosos, de un modelo relacional y de desarrollo insostenible, basado en la ley del más fuerte, en una cooperación de intereses particulares, en la ausencia de contención del “ultra poder” de las empresas transnacionales por parte de los Estados nación. La narrativa occidental del “mal oriental” se ha vuelto insostenible: ya tras la invasión rusa de Ucrania, la guerra comunicacional contra Rusia y China ha generado una grieta profunda entre “los buenos y los malos”, oscureciendo y silenciando todas las voces que pretendían apoyar una perspectiva más equilibrada del conflicto, esgrimiendo argumentos sobre una igual corresponsabilidad expansionista de la OTAN en Oriente Medio. La OTAN, que el propio Macron había definido  en 2019 como una organización con «muerte cerebral»[1], parece relanzar la autoridad de Estados Unidos sobre una Europa cada vez más sumisa a los valores atlánticos, sin autonomía de decisión nacional (pensemos en la crisis de gobierno en Italia) ni regional (“arrodillada” durante los dos años de pandemia y quizás con la esperanza de recuperar su vitalidad adhiriéndose a una política beligerante tan alejada de sus principios fundacionales).

Los ejes Rusia-Alemania, China-Italia, China y países de Europa del Este de las reuniones «17+1» se están intentando desechar con la guerra en el corazón de Europa. Incluso los principales medios de comunicación europeos y norteamericanos han calificado como “inapropiada” la visita de Pelosi a Taiwán en este momento. Sin embargo, Estados Unidos continúa inflamando el globo con el caos, apoyando sus intereses en la industria bélica, sin ninguna restricción en favor de los equilibrios internacionales ya comprometidos y sin medir las consecuencias que estas actitudes tendrán –en el largo plazo- sobre las poblaciones de todo el mundo.

La creación de una Comunidad de destino compartido para la humanidad a través de un orden internacional simbiótico, con una idea evolutiva de las relaciones internacionales, capaz de generar una cooperación solidaria ganar-ganar, especialmente entre los países del Sur del mundo, parece una utopía en este momento histórico. Pero sólo entendiendo a la comunidad internacional como “cum munus”, es decir, como “el conjunto de personas reunidas no por una propiedad o una identidad, sino por una deuda común (munus)” (Esposito, 1998-2006), tal vez podamos esperar que esta caída al límite conducirá a un inevitable nuevo ascenso común.

Referencias

[1] https://www.huffingtonpost.it/entry/la-nato-non-ce-piu_it_613dce99e4b0640100a5dc73/

Bibliografía:

Esposito, Roberto, (1998-2006). Communitas. Origine e destino della comunità. Einaudi, Torino.

Lin, Jiaxi (2020). «La Franja y la Ruta hacia una ‘comunidad de destino común’: ¿un discurso vacío o una práctica viable para Argentina?». En Anuario Latinoamericano Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, vol. 10, pp. 71–88.

Merino, Gabriel (2016). “Tensiones mundiales, multipolaridad relativa y bloques de poder en una nueva fase de la crisis del orden mundial. Perspectivas de América Latina”, en Geopolítica(s): revista de estudios sobre espacio y poder, vol. 2, núm. 7, Universidad Complutense de Madrid, p. 201-225.

 

Maria Francesca Staiano
Coordinadora
Centro de Estudios Chinos
IRI-UNLP