En términos concernientes a la dinámica política de la Península de Corea, el 2021 puede caracterizarse como el año del viraje y las rupturas; cuyos efectos hemos podido ver condensados en los primeros meses de 2022. En un marco general de estancamiento en las relaciones intercoreanas, Corea del Norte atraviesa un brote de COVID-19 cuyo primer caso fue anunciado el pasado 12 mayo e implicó la declaración de emergencia nacional. Hasta entonces el gobierno de Pyongyang nunca había reconocido la circulación del virus al cual combatió con un período de cuarentenas estrictas y el cierre de fronteras desde febrero de 2020. Entre otras medidas, se destaca incluso el retiro de sus deportistas de competiciones internacionales como los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de verano que se celebraron en Tokio en 2021, los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de invierno realizados en Beijing en febrero y marzo de 2002 y las eliminatorias asiáticas para el Mundial de Fútbol de 2022, entre otras. Asimismo, en términos políticos más globales, durante el 2021 y los primeros meses de este año el gobierno norcoreano ha manifestado un creciente interés en el desarrollo del sector agrícola como alternativa endógena para mitigar las consecuencias del cierre de fronteras y la constricción del comercio. Por otro lado, se han hecho demostraciones de poderío militar, una de ellas en un desfile nocturno el 25 de abril de 2022 en donde Kim Jong-un llamó a continuar con el desarrollo del programa nuclear y misilístico. Como consecuencia durante este año han aumentado los ensayos de misiles, incluyendo en uno de estos un misil de tipo intercontinental con capacidad de llevar una ojiva nuclear y alcanzar el territorio estadounidense. Esta situación supone un desafío para la nueva administración surcoreana que ha planteado una política hacia el Norte con similitudes a la del período conservador precedente a la asunción de Moon Jae-in, en donde la desnuclearización era considerada como un requisito previo para sellar compromisos.

El 9 marzo de este año el candidato conservador Yoon Suk-yeol fue elegido presidente de Corea del Sur con el 48,56% de los votos venciendo por un margen muy estrecho al candidato liberal-progresista Lee Jae-myung que obtuvo el 47,83%. Si bien la participación fue elevada (un 77%, similar a la de las elecciones de 2017) ambos candidatos tenían un bajo nivel de aprobación, sumado a que la campaña electoral estuvo más centrada en los ataques personales que en el debate programático.

Esta victoria rompió la tendencia que venía dándose desde la introducción de las elecciones directas con respecto a la alternancia de dos mandatos entre fuerzas políticas liberales-progresistas y conservadoras. Si bien la administración de Moon Jae-in pudo aplicar medidas efectivas para contener el avance del COVID-19, tanto las consecuencias económicas de estas medidas como la imposibilidad de cumplir gran parte de las promesas que lo llevaron a ganar las elecciones 2017 ocasionaron un fuerte desgaste en su gobierno. Un mandato que inició con una importante imagen positiva y cuyo apoyo fue revalidado en las elecciones locales posteriores, terminó siendo derrotado por un candidato que no contaba con experiencia previa ni en la Asamblea Nacional ni en espacios de gestión.

Yoon se hizo conocido en la esfera pública por haber participado como fiscal en las investigaciones hacia los expresidentes Lee Myung-bak y Park Gyun-hye que llevaron a su encarcelamiento. En cuanto al caso de Park, en diciembre de este año recibió un indulto presidencial luego de haber pasado 4 años y 9 meses en prisión, como parte de una condena de 22 años por diversos cargos de corrupción. El paso de Yoon hacia la oposición se dio un año antes de su elección como presidente cuando, todavía siendo fiscal general, investigó las acusaciones de corrupción del exministro de Justicia Cho Kuk. El enfrentamiento de Yoon con la sucesora de Cho, Choo Mi-ae, sobre su autoridad judicial finalmente lo llevó a renunciar y postularse para presidente.

La ajustada victoria que obtuvo en los comicios de marzo ha sido recientemente afianzada con la contundente victoria en las elecciones locales del pasado 1 de junio. En estos comicios el actual partido gobernante ganó más de dos tercios de las principales ciudades y provincias de todo el país. Si bien es un dato para considerar que la participación electoral haya sido de tan solo el 50,9% (la más baja en 20 años), estos resultados otorgan un mayor peso político al nuevo gobierno que va a necesitar negociar con las fuerzas de oposición.

Desde nuestro Centro hemos podido discutir acerca de estas tendencias a lo largo distintas instancias en 2021, entre las cuales destacamos el XII Congreso Nacional de Estudios Coreanos, en cuya organización participamos y que contó con el apoyo de Academy of Korean Studies y la Embajada de la República de Corea. En el mismo participaron 67 expositores de 25 universidades de nuestro país y el exterior que nos compartieron su trabajo en alguna de las 10 mesas y 3 conversatorios que tuvo el evento. Los aportes más destacados de toda esta producción fueron compilados por miembros del CECOR en un libro que ha sido lanzado este año y se encuentra disponible para su descarga gratuita.

Por último, la presentación elaborada para esta nueva edición del Anuario contó con la colaboración de Matías Benítez, integrante del Centro.