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Departamento de Asia y el Pacífico
Centro de Estudios Chinos

Artículos

El Sueño Chino y las Artes Marciales: beber de las mismas fuentes*

Fernando Luis Nuñez

Introducción

Las artes marciales chinas (AAMMCh) constituyen uno de los legados culturales fundamentales de la civilización china y es indudable el rol que han jugado en la difusión de esa cultura en el mundo, fundamentalmente a partir de la industria cinematográfica. La destreza de quienes las practican resulta, sin dudas, una atracción para el público en general y, de hecho, en las distintas celebraciones tradicionales que se llevan a cabo alrededor del mundo, las AAMMCh tienen un papel destacado.

Asimismo, la práctica de las mismas se ha extendido a todo el mundo, de la mano de maestros nativos, pioneros que llevaron sus enseñanzas a otros países, creando escuelas locales y discípulos que continúan su legado a través de generaciones. Los adeptos a estas disciplinas tienen un acercamiento a la cultura china toda, lo cual contribuye al diálogo entre China y el mundo.

Sin embargo, la presencia actual de estas artes no se agota en estos conceptos: como veremos, existen elementos que vinculan a las AAMMCh con los postulados presentes en la agenda política de China, tanto en el plano nacional como el internacional.

Las artes marciales chinas

Con el término genérico de artes marciales chinas (AAMMCh), conocidas y popularizadas en occidente con los nombres de Kung Fu (chino: 功夫; pinyin: Gong Fu) o Wu Shu (chino:武术; pinyin: Wu Shu), nos referimos a todo un conjunto de técnicas ancestrales de combate que tuvieron su origen en China hace más de 4000 años. Estas disciplinas involucran aspectos integrales del desarrollo de quienes los practican, como el físico, mental y espiritual. El término Kung Fu posee un significado más amplio que el de una práctica marcial: designa la excelencia alcanzada a través de una larga práctica en cualquier actividad.

Este significado se remonta a los escritos clásicos, que enfatizan la importancia del esfuerzo en la educación, como en las Analectas (chino:论语 ; pinyin: Lun Yu) de Confucio, “en las cuales habla del ideal del hombre virtuoso (chino: 君子; pinyin: Jun Zi) como aquél que cultiva, entre otras muchas virtudes, la disciplina y la paciencia a través de múltiples actividades  que llevan en última instancia a la perfección del propio individuo….” (Sánchez de León, 2013). El término Wu Shu, en cambio, sí hace referencia a las artes y técnicas del combate, las cuales fueron surgiendo y desarrollándose, dando lugar a distintos estilos o escuelas, en muchos casos ligados a familias o linajes que aún hoy en la actualidad se mantienen en muchos casos.

Estas artes encuentran muchos de sus fundamentos en las tres escuelas filosófico-religiosas más importantes de la civilización china: el Taoismo, el Confucionismo y el Budismo (De La Cruz Sánchez, 2015). Además, las AAMMCh están íntimamente ligadas a otras disciplinas y técnicas, a saber: la medicina tradicional, la alimentación, la meditación o las disciplinas energéticas como el Chi Kung (chino: 气功; pinyin: Qi Gong). Esta integración y articulación conforma un todo, ya que el conjunto contribuye al logro de un estado de salud y bienestar tanto físico como espiritual de quienes las practican.

El sueño chino

La irrupción de China en el escenario político global ha sido un proceso gradual pero sostenido, y se ha desarrollado de la mano de su crecimiento económico a partir del proceso de reforma y apertura iniciado en 1978 por el líder Deng Xiaoping. El creciente protagonismo en la agenda política global se ha ido materializando con  la presencia de China en los distintos foros internacionales, como así también en los acuerdos estratégicos (Oviedo, 2006) que ha establecido con países y regiones. Este proceso se inspira actualmente en el llamado “Sueño Chino”, y si bien es un concepto acuñado por el actual presidente Xi, las ideas que lo inspiran son el resultado de un proceso acumulativo donde Mao Zedong, pasando por Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao han hecho su aporte. (Barbosa, 2018)

“De esta manera, a la fecha, el PCCh se encuentra guiado por el Marxismo-Leninismo-Pensamiento Mao Zedong, la Teoría de Deng Xiaoping, el Pensamiento Importante de las Tres Representaciones de Jiang Zemin, y la Aproximación Científica al Desarrollo de Hu Jintao (Li, 2013)11. Este último principio incluye los objetivos mencionados de construcción de una sociedad “moderadamente próspera” para 2021 y de conclusión de la “modernización socialista” para 2049. Estos objetivos se enmarcaron en la aspiración previa de construir una sociedad armoniosa” (Santillán, 2017).

Un elemento a destacar en este proceso es la presencia de las tradiciones en este modelo “con características chinas”. Las tradiciones y la historia de China dan un marco filosófico al proceso y también son un testimonio de las épocas de grandeza de su civilización:

“…son las particularidades históricas las que precisamente redundan en la emergencia de una potencia global responsable, pacífica y cooperativa que, a partir de la construcción de su propia imagen a través de la realización del Sueño Chino, contribuirá a forjar un mundo armonioso y una gestión ordenada y previsible de los asuntos más acuciantes que plantea el desarrollo conjunto de la humanidad” (Santillán, 2017).

El actual liderazgo del presidente Xi Jinping está marcando en el plano interno un crecimiento de la clase media y, como consecuencia, en un mayor protagonismo y demandas de la sociedad. Este fenómeno incide en el plano internacional, donde surgen nuevos actores de esta sociedad civil, los cuales juegan un creciente papel enmarcado en estrategias no disruptivas y con una mayor preocupación por la imagen internacional de China (Santillán, 2017). Esta afirmación queda justificada si atendemos a los conceptos prevalentes en la agenda política de China, tanto en el plano interno como el internacional, donde encontramos aquellos como: Armonía, Comunidad de Destino Compartido, Rejuvenecimiento Nacional, entre otros.

Algunos críticos se refieren a estos conceptos como los del “lobo con piel de cordero”, que pretende esconder sus verdaderos objetivos hegemónicos y excluyentes. Pero, más allá de poder establecer si estos resquemores son fundados o no, resulta esclarecedor afirmar que el crecimiento de China se ha inspirado en ese sueño, que está arraigado en su historia y cultura.

Volviendo a los conceptos antes mencionados, nos enfocaremos en uno que de algún modo impregna el todo como hilo conductor: la armonía. El sueño chino es el de una sociedad armoniosa, y por extensión la de un mundo armonioso que comparta su destino. De esto hablamos cuando mencionamos el ascenso pacífico y no disruptivo que conduzca a un país. El concepto de armonía impregna y guía este proceso (Barbosa, 2018). Veamos de qué modo está fuertemente presente también este concepto de armonía en las AAMMCh.

Como se dijo, el Taoísmo, el Confucionismo y el Budismo constituyen las tres grandes escuelas filosóficas-religiosas dentro del pensamiento tradicional chino. Las AAMMCh, más allá de representar un conjunto muy diverso y que pueden clasificarse según diferentes criterios (Sánchez de León, 2013), se han nutrido de esas tres escuelas, en muchos casos mezclando conceptos: la cosmología del Budismo, el orden social del Confucionismo y el naturalismo del Taoísmo.

Uno de los puntos comunes de las AAMMCh es el desarrollo conjunto de conceptos, donde la virtud, la ética, la técnica y el conocimiento tienen igual importancia y deben desarrollarse como un todo armónico.

Otro de los elementos que comparten las AAMMCh es el balance entre firmeza y suavidad, acción y no acción. Este balance entre opuestos sugiere un equilibrio armónico frente a las cambiantes circunstancias. Esta idea se relaciona con el concepto taoísta de camino o Tao (chino: 道; pinyin: Dao) (presente principalmente en el Taoísmo, pero también en el Confucionismo). El camino es ese principio ordenador que conduce los procesos, y si bien cada escuela filosófica le da un sentido particular, nos habla de un devenir y de las cambiantes circunstancias que surgen en el andar de ese camino. El artista marcial en armonía consigo mismo y con su entorno será capaz de actuar según los acontecimientos sin anticiparse, e irá adaptando sus acciones a los mismos.

Aquí aparece otro concepto taoísta: el de Wu Wei (chino: 无为; pinyin: Wu Wei), muchas veces traducido erróneamente como no acción, cuando su real significado es el de no precipitarse, no forzar situaciones y dejar que los acontecimientos se desarrollen según su naturaleza. La acción se realizará en consonancia con ese proceso en el momento justo. Un practicante de AAMMCh no se involucra en peleas, sino que se cultiva a sí mismo en su disciplina y virtud con una actitud pacífica y de ese modo produce un efecto ordenador del todo. La armonía y el carácter no disruptivo de las acciones están presentes en este concepto.

En las artes marciales los valores confucianos referentes a la importancia de los ritos, las pautas de comportamiento social y al orden jerárquico son esenciales para su aprendizaje y transmisión. La armonía entre los hombres está muy presente en los vínculos que se establecen entre el maestro (chino:师傅; pin yin: Shi Fu)  y sus discípulos. La línea jerárquica es muy clara, donde el maestro y los discípulos se deben respeto, obediencia y ayuda mutua en el proceso de aprendizaje. Esto es tan así que los alumnos se consideran “hermanos de práctica” y, más allá de relaciones de parentesco, se los considera pertenecientes al linaje original de cada escuela.

El seguimiento de estas normas constituye la ética y virtud. La moral del alumno es esencial y está por sobre su dedicación o talento. Hay un esfuerzo individual de cada alumno, pero también un compromiso colectivo con sus hermanos de práctica: el crecimiento y desarrollo de un adepto no puede llevarse a cabo en forma individual, y mucho menos en detrimento de otros. Aquí la idea de un destino compartido por el grupo se hace evidente, donde cada uno se esfuerza y el conjunto se presta colaboración en este camino colectivo.

Dentro de las normas a respetar, que datan de escritos del período de Primaveras y Otoños, encontramos (De La Cruz Sánchez, 2015):

“jinbao (禁暴), prohibir la crueldad; jibing (戢兵), esconder las armas/soldados; baoda (保大), proteger la grandeza;dinggong (定功), tener habilidades firmes; anmin (安民), traer la paz al pueblo; hezhong (和众), armonizar los estados; fengcai (丰财), mejorar la riqueza general. “

Una vez más, los conceptos de armonía y pacificación están presentes de modo explícito en la ética social confuciana aplicada a las AAMM y forman parte esencial del aprendizaje.

Las AAMM nacidas en los templos budistas poseen su impronta, y su práctica está ligada a un sentido de trascendencia más allá del mundo físico. Aquí la armonía que se busca es entre los planos físico y mental del practicante, que buscará su desarrollo en el plano metafísico

Luego de este breve recorrido por algunos elementos de las escuelas filosófico-religiosas de China presentes en sus AAMM encontramos que la armonía es un principio rector en la práctica y aprendizaje de las mismas: la armonía de una sociedad y sus vínculos para el Confucionismo; la del hombre, la naturaleza y sus procesos para el Taoísmo, y la del hombre y su trascendencia metafísica del Budismo.

El sueño chino, como impulsor del proceso de creciente protagonismo e innegable liderazgo de china en el concierto mundial, del mismo modo está fuertemente enraizado en sus tradiciones y cultura ancestrales. Los conceptos y valores presentes en ese sueño no son nuevos y responden asimismo al principio rector: el rejuvenecimiento de una bella China que comparte este destino de grandeza con el mundo.

A modo de conclusión, esta mirada nos dice que las AAMMCh como expresión viva de la filosofía, las tradiciones y la cultura china se sustentan en conceptos que hoy están presentes en la agenda política de China, no como una estrategia del momento, sino como parte medular de una herencia ancestral y de su legado a los tiempos por venir.