El 31 de mayo de este 2021, China anunció que se implementarían importantes cambios en sus políticas de planificación familiar, incluyendo la posibilidad de que las parejas pudieran tener un tercer hijo (dando comienzo a la 三孩生育政策 o la política del tercer hijo). Ese mismo día, en el medio oficial de noticias Xinhua, fue publicada una nota titulada “La política del tercer hijo ya está aquí”, donde se explicaba que, para hacer frente al envejecimiento poblacional en forma activa, el país introduciría nuevas políticas y medidas de interés [1].

La información surge de la reunión celebrada por el Buró Político del Comité Central del PCCh, en la cual se señaló, entre otros temas, la urgencia sobre optimizar la política de partos; la necesidad de implementar efectivamente la política del tercer hijo; la aplicación de medidas diseñadas para mejorar la estructura de la población; y la confección de una estrategia nacional que diera respuesta al envejecimiento de la población, en orden de mantener las ventajas históricas respecto a la dotación de recursos humanos.

Con la intención de formalizar la nueva política, los legisladores chinos han aprobado recientemente (más precisamente, el 20 de agosto de 2021) la enmienda a la Ley de Población y Planificación Familiar, que entró inmediatamente en vigencia y habilitará a las parejas a que puedan tener hasta tres hijos. Asimismo, dicha enmienda cancela las medidas más restrictivas como, por ejemplo, multas para personas que violen la ley por tener más hijos de los permitidos [2], a la par de presentar otras propuestas, tales como medidas para aumentar la igualdad en los lugares de trabajo y mejorar la infraestructura del cuidado de los niños y niñas, además de alentar a los gobiernos locales a ofrecer permisos parentales.

Cabe mencionar que la necesidad de realizar estos cambios se fundamenta en los resultados del séptimo censo nacional del grande asiático, llevado a cabo durante el mes de noviembre de 2020, los cuales han mostrado un aumento del envejecimiento poblacional y una importante baja en la natalidad. Según dicha encuesta nacional, la proporción de personas de más de 60 años aumentó al 18,7 por ciento en 2020, mientras que la tasa de fertilidad de ese año se redujo a 1,3 hijos por mujer [3].

A su vez los datos, tomados durante la pandemia por COVID-19, indican que el número de nacimientos por año habría sido de 12 millones, cuando en el 2019 contabilizaban 14,65 millones [4]. Estas informaciones son preocupantes para el gobierno de Xi Jinping, si se tiene en cuenta que la tasa de natalidad viene año a año en disminución (salvo en 2016) y, para 2019, ya se encontraba en el nivel más bajo desde 1949, cuando se fundó la República Popular China.

Las razones de esta caída se atribuyen a cuestiones presentes en la mayoría de las sociedades actuales: una menor cantidad de matrimonios; los altos costos para adquirir una vivienda y pagar la educación de los/as niños/as; la escasez de servicios de guardería y/o la incapacidad para sustentar servicios de cuidado para los/as infantes; además de la postergación de la maternidad y la priorización de las mujeres de sus estudios y carreras profesionales. El espacio habitacional también puede presentarse como una dificultad en la economía familiar, ya que en la cultura china (y también en su legislación), es un factor considerable la responsabilidad que poseen los adultos, no sólo de criar y mantener a sus hijos, sino también de apoyar a sus padres [5].

En dicho marco, en relación a las problemáticas aparejadas, el gobierno no sólo debe trabajar en aliviar cargas financieras y sociales, sino que también debe prestar atención a que la maternidad no se profundice como una cuestión que perjudique los derechos de las mujeres y su desarrollo profesional, obstaculizando el ingreso y/o la permanencia en el ámbito laboral. Por esto mismo, se hace necesario no sólo el diseño de políticas específicas que compensen estas diferencias, sino también el aseguramiento de su implementación, especialmente en el contexto empresarial o en aquellos de más difícil acceso para las mujeres [6].

Al respecto, cabe mencionar que el gobierno chino ha expresado públicamente su intención de avanzar hacia un mayor empoderamiento femenino, vinculado a su participación tanto en asuntos económicos como sociales y, en la actualidad, más del 40% de la fuerza de trabajo en China está constituida por mujeres. En este mismo sentido, en el libro blanco titulado «Prosperidad moderada en todos los aspectos: otro hito alcanzado en los derechos humanos de China» (2021), se refuerza que todos los ciudadanos deberían disfrutar de una sociedad moderadamente próspera, por lo que se tomarían medidas sólidas “para proteger y promover los derechos e intereses de la población rural, (…) la protección de los derechos de las mujeres, los niños, los ancianos y las personas con discapacidades y grupos étnicos minoritarios, garantizando su igualdad y brindándoles las mismas oportunidades para participar en la vida económica, política, cultural y social, y disfrutar de los frutos del desarrollo” [7].

Medidas nacionales y locales

De vuelta al tema central del presente artículo, puede agregarse que la decisión nacional de ampliar a un tercer hijo no parecería ser sólo discursiva, sino que viene acompañada de una diversidad de medidas de apoyo. Principalmente, se indica la intención de fortalecer la cantidad de servicios de guardería; reducir los costos asociados a la maternidad; y mejorar tanto los servicios prenatales como postnatales. Asimismo, se implementará la cobertura de los costos médicos del embarazo y parto por los seguros de maternidad, sumada a la entrega de subsidios, para aquellas mujeres que trabajen y tengan un tercer hijo. La Administración Nacional de Seguridad de Salud, al respecto, aseguró que las medidas funcionarán como un complemento de la nueva política [8].

Otra de las disposiciones de ayuda, será el establecimiento de un instituto de salud materno-infantil por cada provincia, ciudad y condado, buscando proporcionar una mayor cantidad de recursos médicos de alta calidad, destinados a la atención especializada, tanto de la madre como de los niños y niñas [9]. Además, en la Ley ya revisada, se determina que los centros médicos de todo el país deben lanzar campañas de sensibilización sobre temáticas de promoción de la salud reproductiva y la prestación de servicios vinculados.

Por otro lado, a partir de lo anunciado por el gobierno chino, también diversas ciudades se han sumado a implementar facilidades para las familias con dos o tres hijos. Por ejemplo, la ciudad de Panzhihua (en la provincia de Sichuan), fue la primera en informar que entregará un bono mensual de 500 yuanes por cada bebé (aproximadamente 76,87 dólares) a las familias registradas allí que tengan más de un hijo, hasta que los niños o niñas cumplan tres años [10].

Asimismo, puede mencionarse el caso de Beijing, donde las mujeres recibirán una licencia de maternidad adicional de 30 días, mientras que sus cónyuges podrán solicitar también la de paternidad, por un total de 15 días [11]. Básicamente, la intención es aunar esfuerzos y apoyar a las familias desde diferentes aristas para construir una conciencia pública en torno a la apremiante necesidad de aumentar la tasa de natalidad, fundamental para el desarrollo tanto económico como social del país.

Es preciso aclarar que las transformaciones en las políticas de planificación familiar en China no han sido una cuestión totalmente repentina o inesperada, sino que las mismas han ido ajustándose durante la última década. En el año 2013, se dejó atrás la política del hijo único para dar paso a una ampliación que permitía a las parejas (siempre que al menos uno de los dos progenitores haya sido único hijo), tener un segundo hijo. Luego, en 2015, dicha política fue ampliada a nivel nacional sin otras condiciones, promoviendo un adicional aproximado de 10 millones de bebés en los años subsiguientes [12]. No obstante, como fue relatado durante este racconto, las flexibilizaciones no habrían sido suficientes para revertir el problema.

Tal cual es propio de China, sus planes se dan a mediano y largo plazo. En este caso, la meta más cercana, que no deja de ser ambiciosa, es la de poder construir un sistema de apoyo integral para 2025, que ayude a producir una reducción significativa en las cargas de las parejas, relacionadas con la crianza y la educación de sus hijos [13], para promover los nacimientos y mejorar la situación poblacional futura. De esta manera, como ha sido expuesto, el gobierno chino se encuentra trabajando en el desafío de desplegar políticas efectivas para tratar una problemática compleja, sin que estas puedan ir en perjuicio de otros derechos ya adquiridos.