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9 de junio de 1999. Fin de la Guerra de Kosovo

El 9 de junio de 1999 se firmó un acuerdo que significó la retirada de tropas de, en ese entonces, la República Federativa de Yugoslavia (compuesta por las Repúblicas de Serbia y Montenegro) de Kosovo y la suspensión de los bombardeos de la OTAN.
Kosovo, ubicado en la península balcánica, es un Estado con reconocimiento internacional limitado, cuya independencia es motivo de controversia desde hace veinte años. Su territorio fue parte de Serbia, donde la heterogeneidad étnica fue razón de conflicto durante largos años, situación propia de la ex – Yugoslavia. En su conformación, los albaneses tienen predominio numérico de casi el 88%, mientras que tan solo un 6% son serbios, y la minoría restante está conformado por bosnios, eslovenos, macedonios, rumanos y turcos.
Al morir Tito en 1980, las tensiones étnicas se acrecentaron en toda Yugoslavia y especialmente en Kosovo, donde los albaneses protestaban para obtener el estatus de república y su secesión de la República Socialista de Serbia.
Kosovo, aún oficialmente parte de Serbia, declaró su independencia el 22 de septiembre de 1991, la cual sería aprobada casi unánimemente por la población albanesa. Se eligió como primer Presidente de la República a Ibrahim Rugova, quien siguió una política de resistencia pasiva que logró mantener la paz durante las guerras anteriores en Eslovenia, Croacia y Bosnia a principios de los años noventa. Esto causó el aumento de la frustración en la población albanesa de Kosovo, lo que llevó a la conformación de grupos ilegales con manifestaciones violentas hacia los serbios.
Cuando en 1989 Slobodan Milošević fue ascendido a la Presidencia de Serbia, inició un período de persecución contra los albaneses kosovares que solo intensificó el malestar y propició aún más la aparición de grupos rebeldes.
La continua represión convenció a muchos albaneses de que solo la resistencia armada cambiaría la situación. El 22 de abril de 1996, se llevaron a cabo cuatro ataques contra personal de seguridad serbio casi simultáneamente en varias partes de Kosovo. El Ejército de Liberación de Kosovo, una organización hasta ese entonces desconocida asumió la responsabilidad.
Los ataques de ELK se intensificaron en 1998 y las fuerzas serbias respondieron durante meses, bajo la atenta mirada de la Comunidad Internacional, la cual tomó acciones a partir de septiembre de ese año, cuando llegó un informe a Naciones Unidas sobre 230,000 desplazados por el uso indiscriminado de la fuerza por parte de la seguridad serbia y el Ejército yugoslavo. El Consejo del Atlántico Norte (CAN) de la OTAN emitió una «advertencia de activación».
Pese a varios intentos diplomáticos para convencer a las partes de cesar el fuego, las amenazas se intensificaron y si bien acataron el alto el fuego por unos meses, en diciembre la represión contra el ELK retomó fuerza.
El 15 de enero de 1999 ocurrió la masacre de Račak: 45 campesinos albaneses de Kosovo fueron rodeados, conducidos a una colina y masacrados. Esto significó la culminación de los ataques del ELK. El incidente fue el punto de inflexión de la guerra.
Inmediatamente fue catalogado como una masacre por los países occidentales y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La OTAN decidió que el conflicto solo podría resolverse mediante la introducción de una fuerza militar de mantenimiento de
la paz.
Quince días más tarde, la OTAN emitió un comunicado anunciando que el Consejo del Atlántico Norte había acordado que «el Secretario General de la OTAN puede autorizar ataques aéreos contra objetivos en territorio de la República Federativa de Yugoslavia
para el cumplimiento de las demandas de la comunidad internacional y un acuerdo político». Si bien esto era, evidentemente, una amenaza para el gobierno de Milošević, también incluía una amenaza codificada para los albaneses. Al mismo tiempo la OTAN
estableció que se celebrara una conferencia de paz en febrero de 1999 en el Château de Rambouillet, en las afueras de París.
La primera fase de negociaciones parecería exitosa, pero luego, los acuerdos no satisfacían a los albaneses y menos aún a los radicales yugoslavos, quienes contaron con el apoyo de Rusia tras bastidores para rechazar el acuerdo. En particular, la parte
serbia rechazó la idea de cualquier presencia de tropas de la OTAN en Kosovo para reemplazar a sus fuerzas de seguridad, prefiriendo observadores desarmados de la ONU.
El 23 de marzo, la asamblea serbia aceptó el principio de autonomía para Kosovo, así como los aspectos no militares del acuerdo, pero rechazó la presencia de tropas de la OTAN, la cual comenzó su campaña de bombardeos contra Yugoslavia el 24 de marzo. Dicha campaña duró hasta el 11 de junio de 1999, involucrando hasta 1,000 aviones que operaban principalmente desde bases en Italia y portaaviones
estacionados en el Adriático.
El objetivo de los bombardeos era que las tropas yugoslavas abandonaran Kosovo para ser reemplazadas por el personal internacional de mantenimiento de la paz y garantizar que los refugiados albaneses puedan regresar a sus hogares. La campaña se diseñó inicialmente para destruir las defensas aéreas yugoslavas y objetivos militares de alto valor, pero con los días cambiaron hasta atacar unidades yugoslavas en tierra, tan pequeños como tanques individuales y piezas de artillería.
A principios de abril, el conflicto parecía estar más cerca de una resolución, y los países de la OTAN comenzaron a considerar seriamente realizar operaciones terrestres en Kosovo. El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, se mostró extremadamente reacio a desplegar fuerzas de los Estados Unidos para una ofensiva terrestre, mientras que el gobierno británico puso sus fuerzas militares a disposición.
Al mismo tiempo, negociadores diplomáticos finlandeses y rusos continuaron intentando persuadir a Milošević para que retrocediera.
El 3 de junio de 1999, Milošević reconoció los términos de un plan de paz internacional para poner fin a los combates. El 10 de junio, el general británico Michael Jackson, comandante de las tropas de la OTAN en Macedonia, anunció la firma del acuerdo y
se ordenó la suspensión de las operaciones aéreas tras 78 días de bombardeos.
El 12 de junio, tropas noruegas dirigida por la OTAN, ingresaron en el territorio bajo el nombre de Fuerza de Kosovo (KFOR) para el mantenimiento de la paz. Sin embargo, se llevaron una gran sorpresa al encontrarse con milicia rusa que había entrado a
Kosovo sin previa coordinación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Se debió llegar a un acuerdo por el cual los rusos operarían como una unidad de la KFOR pero no bajo la estructura de mando de la OTAN para evitar tensiones diplomáticas.
Al finalizar la guerra, el gobierno de la región quedó en manos de la OTAN y de la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas por mandato del Consejo de Seguridad. Se estima que 12.000 personas murieron o desaparecieron durante el
conflicto que duró dos años. Las fuerzas yugoslavas y serbias causaron un desplazamiento superior a 1,2 millones de albaneses de Kosovo (Hacia finales de noviembre de 1999, según cifras del ACNUR, más de 800.000 ya habían regresado a
sus hogares). Después de la guerra, alrededor de 200.000 serbios, romaníes y otros no albaneses huyeron de Kosovo por los ataques de venganza.
Durante los años posteriores, enviados especiales de la ONU y de la Unión Europea intentaron que las partes llegaran a acuerdos diplomáticos, pero sin éxito. El 17 de febrero de 2008, el Parlamento de Kosovo, proclamó su independencia unilateralmente bajo el nombre de República de Kosovo. Estados Unidos, el Reino Unido y Francia apoyaron abiertamente la declaración, mientras Serbia y Rusia la rechazaron totalmente.
Serbia anunció que no reconocería el nuevo Estado y decidió presentar una solicitud de opinión consultiva ante la Corte Internacional de Justicia respecto a la legalidad de la declaración. El 22 de julio de 2010, la Corte emitió su opinión sobre la materia en
discusión, en la que planteó que la declaración efectuada por Kosovo no violó el derecho internacional, lo que representó un fuerte golpe para las intenciones de Serbia, cuyas autoridades reiteraron que nunca reconocerían la independencia
kosovar.
En cuanto a organizaciones internacionales, la República de Kosovo no ha solicitado su membresía ante la Organización de las Naciones Unidas debido al anunciado veto de Rusia en el Consejo de Seguridad. El Fondo Monetario Internacional inició en junio de 2008 el proceso de integración de Kosovo como miembro permanente; el cual fue aceptado como miembro en mayo de 2009.
Ese hecho propició su solicitud de incorporación al Banco Mundial, la cual fue aprobada y oficializada en junio de 2009, obteniendo así su primera membresía en un organismo especializado de las Naciones Unidas.
El 19 de abril de 2013, Serbia y Kosovo llegaron a un acuerdo para iniciar relaciones institucionales de Estado a Estado.
Al día de la fecha Kosovo es reconocido como Estado soberano por 102 de los 193 miembros de Naciones Unidas. Serbia, Rusia, China y la mayor parte de los países de América, Asia y África no aceptan la declaración unilateral de independencia, ni reconocen a la República de Kosovo como Estado soberano.
María Laura Brito
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP