“No hay éxito en las relaciones inter-coreanas sin éxito en las relaciones de Corea del Norte y Estados Unidos” dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, el 20 de septiembre. Según Guterres, el éxito de una depende de la otra, de manera simultánea. Pero no es tan fácil como al Secretario General le gustaría.
Para Kim no hay otro Estado o estructura inherente que exista para ordenar las relaciones en el Sistema Internacional, por lo tanto es un caos. En un sistema tan anárquico, el poder que maneje cada Estado es clave: la capacidad material coercitiva que tiene es determinante para las relaciones internacionales. Es primordial para Corea del Norte asegurar la supervivencia de su país como tal, considerando las invasiones y ocupaciones como las amenazas latentes más graves; por esto mismo debe asegurarse de tener el poder suficiente para defender su territorio y sus intereses.
Siguiendo esta lógica, Corea del Norte asume que todos los países poseen cierta capacidad militar, por lo que se desconocen las intenciones de los países vecinos y el mundo pasa a ser un lugar peligroso y poco certero. Dado este escenario, son las grandes potencias quienes toman las decisiones, por lo que el plan de Kim se basa en la negociación con las grandes potencias, desafiando su hegemonía a través de las armas nucleares.
Esta visión anárquica del sistema internacional, donde el énfasis está puesto en el poder por sobre las instituciones, presenta un inconveniente clave: ¿por qué un Estado cooperaría a través de un tratado o de una institución? El supremo mandatario de Corea del Norte quiere volver a negociar con Estados Unidos después de recibir la visita del presidente de Corea del Sur. Ya que en Pyongyang no creen que Estados Unidos esté tomando en serio sus esfuerzos por el cierre de la central nuclear Yongbyon, son estos preceptos los que hacen que el presidente Moon pase a ser un mero mediador en esta discusión.
El presidente Moon concibe a las instituciones como las que marcan las reglas, normas, prácticas y los procesos de toma de decisiones para darle forma a las expectativas: por eso existe el Panmunjom y su tratado homónimo. Es primordial que las instituciones extiendan el horizonte de las interacciones haciendo que sea un juego de interacción más que una sola ronda; esta clase de interacciones benefician más el crecimiento de ambos, lo cual es preferible a sacar unos pocos resultados de una sola negociación. Los países que interactúan seguido con el mismo compañero a través de una institución tendrán más incentivos para mejorar los acuerdos en el corto plazo que si continuaran la cooperación para extraer beneficios a largo plazo. Las instituciones no solo mejoran la utilidad de la buena reputación alrededor de los países, sino que también hacen que los castigos sean más creíbles.
El trabajo del presidente surcoreano es el de “meditar y facilitar” el diálogo entre Estados Unidos y Corea del Norte para la completa desnuclearización; en Seúl lo que se busca es el que se firme el tratado de paz. Continuando con esta lógica, las instituciones incrementan el conocimiento sobre el comportamiento del otro Estado, por lo que es sorprendente que Kim acepte formar parte. La conducta normal de las instituciones es la de juzgar si se cumplen o no determinadas reglas, y ambos Estados saben que si no se cumplen no podrán “salirse con la suya”. Por consiguiente, las instituciones pueden incrementar la eficiencia: para los Estados es costoso reunirse a negociar, y las instituciones pueden reducir el costo de transacciones en la cooperación proveyendo un foro centralizado en donde ambos Estados pueden encontrarse. Además, suministran normas y reglas que, actuando como “puntos focales”, sirven para que los Estados en cuestión tomen un curso común.
Durante la visita de Moon a Corea del Norte, Kim aceptó que los inspectores internacionales monitoreen el cierre de los testeos de misiles (Dongchang-ri), acordó visitar Seúl, trabajar de manera conjunta para que ambos Estados sean anfitriones de las Olimpiadas de Verano en 2032 y la cooperación económica intercoreana (comenzando por la infraestructura de un tren que las conecte o nuevas oportunidades para la industria del acero).
Por último queda analizar el punto de vista de Trump. Asumimos que tiene tres supuestos: que los individuos y los grupos privados (y no el Estado) son los actores fundamentales en las políticas internacionales, que los Estados representan el conjunto dominante de la sociedad y que sirven a sus intereses, y que la configuración de estas preferencias a través del sistema internacional determina el comportamiento del Estado.
El sistema internacional, entonces, es también anárquico. Son las configuraciones de individuos y grupos de interés que quieren proyectarse sobre el escenario internacional a través de un gobierno en particular. Por consiguiente, la supervivencia del Estado es también importante, pero los intereses comerciales y las creencias ideológicas son de primordial importancia.
Tenemos un territorio ajetreado, donde estas visiones del sistema internacional parecen colisionar. Vemos al presidente Moon en una danza diplomática, haciéndose cargo de hacer funcionar ambas relaciones para conseguir su objetivo primordial: la paz intercoreana, a lo cual pretende llegar a través de proyectos de cooperación entre ambos países y manteniendo reuniones con mandatarios estadounidenses. El rol más importante entonces recae en él, para articular ambas funciones, hacer de mediador y negociante al mismo tiempo.
¿Cuál visión del Sistema Internacional prevalecerá?
Israel Oyhenart
Centro de Estudios Coreanos