El 24 de septiembre se han llevado a cabo las elecciones para el 19° Bundestag en Alemania. Los resultados ya habían sido anunciados por las encuestas de opiniones: Angela Merkel está en su cuarto mandato, ganando con el 32,93% de los votos, a partir de los cuales se aseguró 246 asientos de los 709 del nuevo Parlamento. Esta vez, con respecto al año 2013, el marco general de la formación parlamentaria ha cambiado profundamente por varias cuestiones. La más relevante es ciertamente la entrada de un partido de ultraderecha en el Parlamento alemán: Alternativa para la Alemania (Alternative für Deutschland, AfD) representa hoy el tercer partido del país, con el 12,64% de los votos y 94 lugares en el Bundestag, subiendo de un 8% con respecto a las elecciones del 2013.
Las consecuencias de esta nueva ascención son multifacéticas: la CDU (Unión Cristiano Democrática), de Angela Merkel ha perdido casi el 9% de sus electores, así como sus aliados del SPD (Partido Socialdemocrático de Alemania) de Martin Schulz, que perdieron poco más de 5%. Esta baja de consensos de los dos principales partidos, que en los últimos 4 años habían generado una interna para gobernar, la así llamada “gran coalición” (Große Koalition), ha determinado una profunda fractura. En particular, el líder del SPD le atribuye la responsabilidad de este fracaso a las políticas de Merkel sobre todo en la gestión de los flujos de inmigrantes. La Canciller alemana, de hecho, en los años 2015 y 2016 ha inaugurado una política de “bienvenida” que ha permitido la entrada de más de un millon de inmigrantes en el país. Este ha sido el tema más confrontado por la AfD, quienes han vinculado esta medida a los numerosos ataques terroristas que sacudieron a Europa en los últimos tiempos. De esta manera, la estabilidad del Bundestag está minada por la ruptura entre Merkel y Schulz. Este último ha propuesto el SPD como partido de oposición despegándose de su alianza con la CDU, mientras Merkel, en el caso que Schulz no cambie su proposito, está tratando de juntar su partido con los Verdes y el Partido Liberaldemocrático (FDP) en la así llamada “coalición Jamaica” (por los colores de los partidos).
Lo interesante de esta realidad es intentar comprender cómo y por qué ha sido posible llegar a un resultado tan desestabilizador como lo es la presencia de un partido xenofobo de ultraderecha adentro de la política de Alemania y por ende en Europa. AfD ha avanzado hacia la construcción de una fuerte oposición contra la Unión Europea, a la cual considera como la principal responsable del empobrecimiento de la población. Los analistas han evaluado que este voto ha sido un voto de protesta de ex-electores de CDU y SPD contra la política tradicional, en particular contra el gobierno de Merkel. Según las investigaciones estadísticas los electores de AfD son sobre todo hombres entre 40 y 59 años con una educación medio-baja que viven en la parte más oriental de Alemania, quienes no habían votado en el 2013 y se sintieron seducidos por los eslogan de AfD.
Sin embargo, las causas de este resultado son más profundas y se concentran en la paulatina perdida de legimitad de las democracias representativas europeas: el agotamiento de las herramientas de política tradicional es ahora ya un fenómeno constante en Europa donde la anti-política está tomando el lugar de una disidencia contra todo.
Como escribe el filósofo Byung-Chul Han, que vive y trabaja en Alemania, en Europa existe una “democracia del espectador”, donde el ciudadano es un espectador pasivo, un consumidor de política. De hecho, Europa está pasando por un periodo de “post-democracia”: “Post-democracia significa un estado social en el cual las elecciones se celebran como siempre, pero con una característica particular: la mayoría de los ciudadanos juegan un papel pasivo, silencioso y apático. La política está establecida por las élites económicas y expertos en la materia. La democracia sólo puede prosperar cuando los ciudadanos realmente tienen la oportunidad y el interés de participar activamente en la organización de la vida pública. En la actualidad, sin embargo, la esfera pública como base de la democracia está desapareciendo”.
Entonces, se está llegando a una situación muy peligrosa, donde la desafección política de los ciudadanos y la creciente distancia de las instituciones nacionales y europeas está siendo cada vez más colmada por grupos de extrema derecha que tienen como único programa la clausura y la profundación de las diferencias. Aquellas diferencias que generaron el sueño europeo 60 años atrás, contra los despotismos nazi-fascistas.
Hay que reflexionar que justo en Alemania, un país que se muestra en el mundo como el representante y el más obstinado defensor de valores europeos como el multiculturalismo y el respeto por la diversidad en la esfera política, religiosa y sexual, se haya encontrado hoy en día con un importante consenso hacia posturas ultranacionalistas y xenófobas. Es una grieta intensa en las bases de la Unión Europea.
María Francesca Staiano
Departamento de Europa
IRI – UNLP