El 23 de marzo de 1919, un ex pacifista de la Primera Guerra Mundial y ex miembro del Partido Socialista italiano fundaba en Milán las bases de lo que sería la dictadura más larga de la historia reciente del país europeo. Se trató de los Fasciitaliani di combattimento, la organización que sería el núcleo del futuro Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini.
Haciendo alusión a las insignias de los magistrados romanos de la Antigüedad, el nombre del movimiento fascista simbolizaba el deseo de un orden político estricto por medio de su carácter nacionalista y antisocialista. Con discursos, el líder expresaba su rechazo y resentimiento por los términos de los Tratados de Paz que dieron fin a la Gran Guerra, en los que no se había concedido a Italia todas las promesas territoriales que había acordado con los Aliados. Desde su creación, el mensaje de protesta fascista fue ganando cada vez más adeptos entre las clases medias y altas.
El programa inicial de los Fasciitaliani di combattimento presentaba una mixtura de propuestas políticas y sociales de tipo progresistas con reivindicaciones nacionalistas. Entre ellas, se encontraba el sufragio universal (incluidas las mujeres) con representación proporcional, la abolición del Senado, la jornada laboral de ocho horas, la creación de una milicia nacional, una política exterior que valorizara a Italia en el mundo y la confiscación de los bienes de las congregaciones religiosas.
En las elecciones legislativas de 1919 los fascistas no obtuvieron ni un solo escaño. En los años siguientes, Mussolini fue radicalizando su discurso y haciéndolo cada vez más antiliberal y antidemocrático. Así, los fasci comenzaron a destacar en las calles por su lucha contra huelguistas, izquierdistas y otros enemigos políticos y sociales.
Finalmente, en 1921 el movimiento sería disuelto para hacer lugar al Partido Nacional Fascista. Por medio de él, los fascistas obtuvieron sus primeras bancas en el Parlamento. Al año siguiente, Mussolini asaltaría el poder con la marcha sobre Roma. De esta manera, se marcaría el comienzo del fin del sistema parlamentario, y se iniciaría en Italia el régimen fascista que duraría dos décadas más.
Juan Martín de Chazal
Colaborador de la Red Historia de las Relaciones
Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP