En abril de 1914 y a mitad de la Revolución Mexicana, Estados Unidos invade sorpresivamente Veracruz. A diferencia de la primera intervención, los norteamericanos no buscaban expandir su territorio; su intención era intervenir en los asuntos políticos de un México dividido por la guerra civil.
A comienzos de 1914 las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y México estaban en crisis. Una nueva fase de la Revolución mexicana había dado inicio un año antes tras la destitución ilegal y posterior asesinato del entonces presidente Francisco Madero a manos del general Victoriano Huerta, quien había subido al poder con el apoyo intervencionista del embajador estadounidense Henry Lane Wilson. Sin embargo, la paralela asunción del nuevo presidente norteamericano Woodrow Wilson, dio vuelta el tablero. Se retiró al embajador en el país vecino y se desconoció el gobierno huertista, hecho que alimentó aún más la lucha revolucionaria.
Meses más tarde, Estados Unidos descubre que el general Huerta esperaba un cargamento de armas, enviado desde Alemania, para el Ejército Federal mexicano. El gigante norteamericano empezó a planificar la invasión del puerto de Veracruz con el fin de evitar la llegada del armamento, y así apoyar a las fuerzas constitucionalistas de Venustiano Carranza, principal opositor de Huerta y el nuevo preferido de Estados Unidos para asumir la presidencia de México.
El 9 de abril de 1914, una trifulca menor en Tampico (zona de alto interés por su petróleo) ocasionada por un malentendido entre marinos estadounidenses y unidades federales mexicanas, dio la excusa perfecta al gobierno norteamericano para ocupar Veracruz.
William Canadá, cónsul de Estados Unidos en Veracruz, dio el aviso a Washington que finalmente el buque mercante alemán Ypiranga llegaría al puerto el martes 21 de abril. Ante esto, el presidente Wilson emitió inmediatamente la orden de tomar la ciudad.
La ocupación se inició el mismo 21 de abril de 1914 con tropas estadounidenses ocupando la aduana, la estación de ferrocarril, el correo, el consulado y otros edificios de importancia estratégica. La sorpresiva invasión llevó a una muy desigual y poco efectiva defensa por parte de las tropas del ejército mexicano, bajo el mando del general Gustavo Adolfo Maass Águila. Casi instantáneamente, y por orden del presidente Huerta, se retiraron hacia Tejería quedando solo 180 soldados en el puerto.
A este centenar de hombres, se sumaron civiles voluntarios, algunos presos liberados de las cárceles y un centenar de cadetes de la Escuela Naval Militar que disparaban desde todas direcciones a los marines norteamericanos. A pesar de esto, no fue suficiente para detener el avance de la ocupación.
La batalla duró sólo un par de días pero se llevó la vida de más de 300 mexicanos, entre soldados y civiles, y 22 estadounidenses. Para el 30 de abril, las tropas de la marina de EE.UU., que habían capturado el puerto, fueron reemplazadas por el ejército, que se encargó de mantener la ocupación durante casi siete meses.
Mientras tanto la Revolución mexicana prosiguió. El 15 de julio Huerta es vencido, presenta su renuncia y huye al extranjero; haría lo propio el presidente interino Francisco S. Carvajal un mes más tarde. Las fuerzas constitucionalistas, dirigidas por Carranza, ocupan la capital del país luego de la firma de los Tratados de Teoloyucan, que disolvían el Ejército Federal y la capitulación de la Ciudad de México. No obstante, la unidad de los revolucionarios se rompe en septiembre cuando Pancho Villa y Emiliano Zapata desconocen a Carranza como presidente.
Finalmente, tras idas y vueltas en la interna Constitucionalista, Carranza asume el mando del Poder Ejecutivo. El 23 de noviembre de 1914, tras siete meses de ocupación, las fuerzas militares de Estados Unidos entregan el puerto de Veracruz; el gobernador del estado Cándido Aguilar lo recibe en nombre de Carranza. Un día después Venustiano Carranza se instala en el puerto y lo declara capital de la república.
María Laura Brito
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP