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¿Petróleo en la Antártida? Que hay de cierto – y por detrás – de las noticias

En las últimas semanas, los medios en Argentina y en la región, han dado espacio para la noticia de que una expedición científica rusa habría descubierto reservas en la Antártida que superarían la cantidad explotada en el mar del Norte en los últimos 50 años, y serían equivalentes a treinta veces lo que hay en Vaca Muerta. El origen de esto fue lo expuesto en una sesión del Parlamento Británico el 8 de mayo, que contó con presencias importantes, como la del profesor Klaus Dodds, del Royal Holloway College, una de las principales autoridades en temas de geopolítica – en especial geopolítica antártica -, y del subministro del Foreign Office, David Rutley.

En la prensa argentina, el tema del supuesto descubrimiento ruso, que todavía no fue seguido por declaraciones oficiales de ningún país y que, como bien ha recordado el equipo de investigadores de U-Antártica, de la Universidad de Chile, salió a la luz por primera vez en el año 2020, luego fue vinculado a la Cuestión Malvinas, como suele ser la costumbre siempre que hay algún suceso en el Atlántico Sur o en sus regiones adyacentes. Por eso, se hace necesario aclarar que, aunque la Cuestión Malvinas y la Cuestión Antártica se acerquen debido a diversos lazos desde puntos de vistas políticos, históricos, económicos, geográficos, etc, son materias distintas con sus particularidades, y que pueden – y muchas veces, deben – ser tratadas de manera independiente una de la otra, a pesar de las correlaciones existentes.

Dicho esto, antes de proceder a un análisis del resurgimiento de tal noticia y sus repercusiones, es primordial rememorar lo siguiente:

  1. La República Argentina se hace presente de forma permanente y constante en el continente antártico desde 1904, siendo el primer Estado en hacerlo;
  2. El reclamo territorial formal argentino viene desde 1940, lo que convirtió Argentina en uno de los siete países que reivindican soberanía sobre la Antártida (Reino Unido, 1908; Nueva Zelanda, 1923; Francia, 1924; Australia, 1933; Noruega, 1939; Chile, 1940);
  3. El único Estado reclamante a no extender su reivindicación territorial sobre las aguas oceánicas es Noruega;
  4. Los reclamos argentinos, chilenos y británicos se superponen. Argentina y Chile reconocen mutuamente el reclamo del otro, con la observación de no haber fijado el límite entre los mismos, mientras ambos desconocen al reclamo británico;
  5. El Tratado Antártico, firmado en 1959 y que entró en vigencia en 1961, no reconoce ni rechaza ningún reclamo territorial sobre el continente blanco, al haber congelado la situación, y establecido que ningún Estado podrá utilizar de sus actividades científicas del año 1959 en adelante para basar sus reivindicaciones territoriales en la Antártida, sean las ya existentes o futuras;
  6. El Tratado Antártico también establece que el continente y toda el área al sur del límite determinado por el paralelo 60ºS forman una Zona de Paz y dedicada al desarrollo, exploración y cooperación científicas, no siendo permitidos el uso de arma y equipamientos militares, convencionales o no; ensayos nucleares; y la explotación económica y comercial de recursos naturales, minerales y marinos, lo que es reafirmado y profundizado por el Protocolo de Madrid.
  7. Como ya se ha aclarado, la Cuestión Malvinas y la Cuestión Antártica no son lo mismo, pero los archipiélagos de Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur son claves para las proyecciones territoriales sobre la Antártida tanto de Argentina, como del Reino Unido, así como para parte de los argumentos reivindicatorios de ambos países.

Argentina, como los demás países reclamantes, es signataria del Tratado Antártico, junto a otros 49 Estados, entre ellos Rusia, muchos de los cuales también adhirieron a las convenciones y al Protocolo de Madrid, que forman el Sistema del Tratado Antártico (STA), estando por ello sujetos a las normas de control y restricción de actividades mencionadas anteriormente.

Teniendo en cuenta estos datos, hay que preguntarse ¿cuáles intereses pueden estar por detrás de esta noticia? Todos saben que Rusia está en un conflicto armado directo con Ucrania desde febrero del 2022 y que, en Europa occidental, los principales países a hacer frente a ofrecer apoyo a Ucrania en los campos diplomático, militar y logístico han sido Francia y el Reino Unido.

Desde entonces, diarios británicos como The Telegraph y The Times han alimentado incesantemente un clima belicoso ante Rusia y de una supuesta y permanente amenaza a la seguridad y los intereses de su país. Eso no se resume al conflicto en el continente europeo, extendiéndose por otras regiones del globo, como el Mediterráneo, Medio Oriente, el Sudeste Asiático, Ártico, el Atlántico Sur y, ahora, la Antártida. Hay una no muy silenciosa campaña en sectores políticos y de los medios de Gran-Bretaña en favor de su fortalecimiento militar inmediato.

Nadie debe dejar de estar en alerta a posibles violaciones del dispositivo legal e institucional del STA, que resguarda a la Antártida, y hay que tener en vista que el momento para discutir el futuro de las actividades en el continente blanco está más cerca cada día. No obstante, hay que ver a través de la niebla de guerra y concentrarse en amenazas concretas – como los sucesos casi diarios en la milla 201 que afectan directamente a la industria pesquera y al ecosistema marino argentino – y en acciones que tienen la capacidad de reforzar los mecanismos y el statu quo antárticos, como la creación de nuevas áreas marinas protegidas e iniciativas como la Patrulla Antártica Naval Combinada (PANC), coordinada por las armadas de Argentina y Chile.

Asimismo, Argentina debe generar mejores condiciones científicas y logísticas para el desarrollo de las actividades de investigación en el continente antártico y sus alrededores, e investir en la capacitación amplia y continúa de científicos, técnicos y militares. Buscar acercarse y cooperar más con los demás países de América Latina y del Sur Global que actúan en la región, todo lo cual es necesario para coordinar acciones, objetivos e intereses. Cabe resaltar que todo eso puede traer innumerables beneficios para el Estado y la sociedad argentinos, que extrapolan el área del paralelo 60ºS, expandiéndose por el Atlántico Sur y el territorio continental.

El mundo ya se encuentra en periodo de emergencia climática, y las regiones polares son fundamentales para la regulación del clima y preservación y conservación de los ecosistemas. Más allá de su significado e importancia geopolítica, la Antártida también es esencial para la continuidad de la vida humana y para, al menos, ser posible una estabilización climático-ambiental del planeta. Por eso, cuidar al continente blanco es, también, cuidar a toda la Argentina y América del Sur.

Raphael Fernandes Vieira
Departamento del Atlántico Sur
IRI – UNLP