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El G7 y la Presidencia Italiana: ¿hacia una nueva arquitectura internacional? por Mariana Polizzi

*  El G7 y la Presidencia Italiana: ¿hacia una nueva arquitectura internacional?

Mariana Polizzi[1]

En enero de 2024, la República Italiana, miembro histórico y estratégico de la Unión Europea, asume la presidencia del grupo G7 en torno a un escenario internacional compuesto de diversos desafíos multilaterales, luego de la crisis sistémica que representó la pandemia del coronavirus a lo largo del mundo.

En este sentido, el denominado grupo de los siete se compone de las naciones más industrializadas a nivel global (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), y cuenta con representación de facto de la Unión Europea, dada la participación del bloque regional en la actual cumbre. Esta asociación de carácter económica, multilateral y política nace en 1975, como iniciativa de los países más desarrollados frente a la crisis capitalista mundial del petróleo en 1973, el cual denota la existencia de una configuración internacional cada vez más asimétrica en relación a las dimensiones económicas, sociales y políticas. Ergo, esta iniciativa fue, paulatinamente, expandiendo sus focos de interés y funcionamiento organizativo: de encuentros dedicados a pensar los crecientes desafíos financieros, a una instancia mucho más formal en la cual discutir problemas de mayor envergadura global (libertad, democracia y derechos humanos, entre otros valores). Así, cada año, la presidencia del grupo rota entre alguno de los siete miembros, siendo el país en carga la sede de celebración de la cumbre anual de esta instancia multilateral.

De esta manera, consideramos que la presidencia de Italia en 2024[2] refleja diversas cuestiones, que guardan relación con la incesante evolución del capitalismo a nivel global, en tanto compuesta de períodos álgidos y críticos que impactan en el conjunto de naciones. La primera de estas cuestiones está relacionada con el período de postpandemia, en donde países como la propia Italia concretan la redistribución de fondos europeos de recuperación para la ubicuidad de distintas políticas públicas y programas tendientes a la revitalización productiva. La segunda versa en torno a los desafíos programáticos de la actual presidencia, entre los cuales podemos destacar los siguientes puntos[3]: paz, seguridad y gobernanza global; energía, cambio climático y desarrollo sustentable; futuro de la economía global; y ciencia y digitalización por un futuro prometedor. El tercer punto se encuentra vinculado a las nuevas configuraciones que adopta el sistema internacional de naciones, con la emergencia de un mundo multipolar, desde fines de la década de los noventa hasta la actualidad.

La Cumbre realizada del 13 al 15 de junio en Puglia le permitió a la primera ministra del país, Giorgia Meloni, reposicionar a Italia no sólo en el mapa europeo sino también a nivel de la geopolítica mundial. La lideresa de Fratelli D’Italia, que resultó muy embebida políticamente hablando luego de los buenos resultados obtenidos en las elecciones europeas, condujo un consolidado conjunto de intereses comunes a las siete naciones integrantes, además de posicionar su postura conservadora en lo cultural y social, al dejar fuera de discusión el tópico aborto. De acuerdo a lo expuesto y, tomando en cuenta los tres argumentos previamente expuestos, los puntos sobre los que se discutió giran alrededor de los siguientes temas prioritarios, a saber[4]:

  1. Mostrar solidaridad con la situación en Ucrania, apoyando la libertad y la reconstrucción del país; ergo, la desfinanciación del aparato militar ruso es una de las vías principales para la consecución de este objetivo.
  2. Pedir por el cese del fuego en Gaza, evitando así una mayor escalada de la violencia bélica entre ambos bandos contingentes, es decir, entre Israel y Palestina.
  3. Comprometerse con el continente africano, de modo tal de desarrollar una asociación estratégica.
  4. Perseguir el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), donde la reducción de la pobreza se convierte en un desafío global.
  5. Reforzar la seguridad alimentaria.
  6. Reafirmar el compromiso en la defensa de la igualdad de género.
  7. Referir al triple problema que representa la contaminación, el cambio climático y la pérdida de flora y fauna alrededor del mundo.
  8. Frenar la inmigración irregular, la trata de personas y el crimen organizado.
  9. Propiciar el crecimiento económico, apelando a fuentes sustentables de trabajo y energías limpias.
  10. Promover la resiliencia y seguridad económica, reforzando la cooperación y la capacidad de toma de decisiones respecto a estas materias.

Lo inédito de esta cumbre italiana es la invitación extendida a diversos actores de la nueva multipolaridad emergente[5], como el Papa Francisco y los líderes de Argelia, Argentina, Brasil, India, Jordania, Kenia, Mauritania, Tunicia, Turquía, and los Emiratos Árabes Unidos.

Por ello nos referimos específicamente a una nueva arquitectura y/o configuración del escenario internacional postpandemia. Si bien esta mutación del orden internacional se vislumbraba hacia finales de la década del ’90, y se profundizaba con el crack capitalista de 2008, consideramos que la pandemia de coronavirus catalizó una serie de tendencias claras. En primer lugar, las asimetrías estructurales siguieron una trayectoria creciente a lo largo y a lo ancho del globo, con lo cual, la cuestión acerca de la economía sustentable cobra real importancia. En segundo lugar, la necesidad de relanzar la denominada autonomía estratégica de la Unión Europea, dado su peso internacional como actor clave del multilateralismo: ello implica no adentrarse exclusivamente a la alianza atlántica ni al estricto europeísmo. Y, en tercer lugar, (viejos) nuevos actores (re) emergen en el plano internacional, como es el caso de China, India, y África, por citar algunos ejemplos relevantes de la realidad mundial.

Consideramos que estas ramificaciones que adopta el multilateralismo global están fuertemente expresadas en los objetivos programáticos de la Cumbre italiana de 2024, lo que no sólo se refleja en los países invitados a participar del encuentro en Puglia, sino también a través del creciente involucramiento comercial y diplomático entre estas potencias desarrolladas y los países del denominado Sur Global.

En este sentido, creemos que tanto Europa (en calidad continental y como agente regional) como Italia (en un nivel nacional y geopolítico) dan cuenta de esta interdependencia referida que, de cara al futuro, parece intensificarse cada vez más, debido al crecimiento poblacional y económico de este nuevo mundo multipolar que mira cada vez más hacia Asia Central y el Indo-Pacífico, no olvidando, asimismo, las realidades africanas y latinoamericanas.

[1] Licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Integrante del Departamento Europa del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI UNLP). Correo electrónico: marianafpolizzi@gmail.com.

[2] La información completa sobre la Presidencia de este año puede consultarse en: https://www.g7italy.it/en/

[3] T7 Italy Communiqué (2024), disponible en: https://think7.org/wp-content/uploads/2024/06/T7Italy_Communique.pdf

[4] Apulia G7 Leaders’ Communiqué (2024), disponible en: https://www.g7italy.it/wp-content/uploads/Apulia-G7-Leaders-Communique.pdf

[5] La Stampa – Politica (14 junio 2024). G7 in Puglia, il summit lancia una coalizione contro il traffico di migranti. Nell’ultima bozza c’è il passaggio sui diritti Lgbt, ma non sull’aborto. La Stampa, disponible en: https://www.lastampa.it/politica/2024/06/14/diretta/puglia_le_news_della_seconda_giornata-14390830/