A menos de cinco años del golpe de Estado perpetrado el 10 de noviembre de 2019 contra el gobierno boliviano, a partir del cual Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera, se vieron forzados a renunciar por cadena nacional a sus cargos de presidente y vicepresidente respectivamente, surgió el pasado miércoles 26 de junio un nuevo capítulo en la historia que dejó un sinnúmero de dudas e incertidumbres en el país, violentando una vez más el orden democrático de Bolivia.
Nos detenemos para recordar que en la historia política boliviana se han sucedido 36 golpes de Estado, el primero de ellos perpetrado en el año 1828, época en la cual el país y parte de la región sudamericana se encontraban aún en plenas “luchas independentistas”[1]. Los golpes han sido de diversa índole, pero todos tuvieron algo en común: estuvieron acompañados por acciones militares (ya sea del propio Ejército o de grupos rebeldes)[2] y, en general, todos produjeron algún quebrantamiento institucional (constitucional, parlamentario o ejecutivo).
Como es conocido, el reciente hecho se llevó a cabo por un gran número de militares bolivianos, dirigidos por el general Juan José Zúñiga, quienes ingresaron violentamente con tanquetas en la plaza Murillo, en La Paz, en las inmediaciones de las sedes del Poder Ejecutivo y del Legislativo del país, e incluso entraron por la fuerza al palacio presidencial. Se transmitieron por esas horas imágenes de extrema violencia, que fueron inmediatamente denunciadas por el presidente constitucional, Luis Arce, como un intento de golpe de Estado.
Cabe mencionar que las acciones de los militares generaron inmediatas manifestaciones de repudio a nivel interno e internacional. Inclusive de la propia Organización de Estados Americanos (OEA), quien no solamente no había condenado el golpe de 2019, sino que tuvo -en aquella oportunidad- una participación “condenable” del secretario general de la institución, Luis Almagro[3].
La sucesión de hechos ocurridos nos deja en claro algunas cuestiones que hoy es posible visualizar: en primer lugar, la pretensión de desestabilizar políticamente al país para impedir la continuidad del proyecto de izquierda del Movimiento Al Socialismo (MAS), a la vez que se intentó sembrar dudas sobre una grave rivalidad en la interna del espacio político. En segundo lugar, resurge la sospecha del apoyo de Estados Unidos en un intento de “golpe suave” en el país, el cual había sido denunciado públicamente por el presidente Luis Arce, a través de su ministro de Economía, Marcelo Montenegro. El funcionario denunció a la representación diplomática de Estados Unidos de estar detrás del bloqueo de créditos en la Asamblea Legislativa y la interrupción de flujos en las carreteras para crear un caos administrativo y social. La denuncia fue rechazada por la Embajada de Estados Unidos al día siguiente, pero el 24 de junio, el gobierno de Arce emitió un comunicado público contra la “injerencia en los asuntos internos de Bolivia” y citó a Debra Hévia, encargada de asuntos de la embajada de Estados Unidos en Bolivia, para que se explicara[4]. En tercer lugar, no podemos dejar de recordar algunas políticas promovidas por el MAS, como la nacionalización de la explotación de hidrocarburos y el control de explotaciones naturales -como la del litio- o la redistribución de la tierra en algunas localidades, la transformación en términos de crecimiento económico y desarrollo social que ha tenido el país desde que gobierna el MAS (2005 en adelante, con las interrupciones conocidas), lo que se tradujo, fundamentalmente, en reducción de la pobreza y de la indigencia y la consecuente mejora de la calidad de vida del pueblo boliviano. Políticas que, como es sabido, han perjudicado los intereses de los grandes capitales transnacionales que no claudican en el intento de retomar la titularidad y la presencia en el país.
En síntesis, nuevamente repudiamos el intento de quebrantamiento de la institucionalidad, sin dejar de advertir sobre la fragilidad que tienen nuestras democracias y, fundamentalmente, sobre el peligro del desvanecimiento de la memoria colectiva.
Laura Lucia Bogado Bordazar
Coordinadora
Departamento de América Latina y el Caribe
IRI-UNLP
Referencias
[1] Para profundizar en la historia de golpes ver: Juan J. Paz y Miño Cepeda “2024), Bolivia hoy: riqueza minera y fantasmas del pasado, disponible en: https://www.historiaypresente.com/bolivia-hoy-riqueza-minera-y-fantasmas-del-pasado. Ver: José Roberto Arze: https://www.correodelalba.org/2020/08/19/conoce-aqui-los-36-golpes-de-estado-perpetrados-bolivia/
[2] José Roberto Arze: https://www.correodelalba.org/2020/08/19/conoce-aqui-los-36-golpes-de-estado-perpetrados-bolivia/
[3] Para profundizar ver: Dreón Emiliano (2019), Bocas del tiempo: la memoria quemada, Opinión del IRI, disponible en: https://www.iri.edu.ar/index.php/2019/11/11/bocas-del-tiempo-la-memoria-quemada/
[4] Para profundizar ver: Martins, Carlos Eduardo (2024) https://www.facebook.com/share/p/6zPXHvaURNL4CRXc/?mibextid=oFDknk