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Los desafíos de India en el “vecindario inmediato” (parte 1)

Departamento de Asia y el Pacífico
Cátedra de la India

Artículos

Los desafíos de India en el “vecindario inmediato”[1](*)

Lía Rodríguez de la Vega[2]

Su nuevo rol global la fuerza a revisar relaciones, como Pakistán o minorías étnicas. La conexión entre la India y los países del sur de Asia constituye el centro de la denominada “política del vecindario primero”, concepto que se generalizó en su uso durante la gestión del ex primer ministro Atal Bihari Vajpayee. La estrategia de India hacia sus vecinos más cercanos busca promocionar en general el comercio, la conectividad, el contacto entre personas, al mismo tiempo que la cooperación y la paz. Por lo demás, resulta necesario articular sus intereses internos con su política exterior, es decir que su gestión del vecindario puede influir decisivamente en su buscada proyección como una de las principales potencias de Asia.

Esa dinámica política de relación con la vecindad inmediata ya fue configurándose durante el dominio británico como una forma de geopolítica y encontró diversas formas en la era poscolonial. Los británicos concibieron la vecindad en términos de una “diplomacia de dependencia”, en tanto en la India independiente, el primer ministro Nehru mismo (1947-1964) abrió la mirada sobre Nepal, advirtiendo en el parlamento indio en 1950 que, aunque India apreciara la independencia de Nepal, no podía permitir que nada fuera mal en ese país, ni que esa barrera se cruzara o debilitar porque sería un riesgo para la seguridad india.  En esa línea, en 1949, India firmó un “Tratado de Amistad” con Bután y en 1950 lo hizo con Nepal, dos estados considerados “tapón/buffer states” entre India y China). Ese mismo año lo hizo también con el hoy estado indio de Sikkim. Con esas movidas, India buscaba mitigar el avance de China hacia su vecindad, considerando el subcontinente como de su influencia exclusiva. Esa política hacia estos estados del Himalaya se propuso potenciar la democracia en ellos y preocupó a China, lo cual derivó en un conflicto armado en 1962. En ese contexto, suele considerarse que India continuó el rol de los británicos en términos de líder del subcontinente: se posicionó como un conductor de la lucha anticolonial y buscó, bajo la gestión de Nehru, un entorno seguro en el subcontinente para mantener su independencia y mitigar los desafíos internos y externos, siendo el Panchsheel (Cinco Principios de Coexistencia Pacífica: respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, la no agresión mutua, la no interferencia en los asuntos internos de otros países, igualdad y beneficio mutuo, y la coexistencia pacífica)   la principal política para tratar con sus vecinos. La idea era pensar en un marco asiático más amplio: recordemos que Nehru desarrolló en 1947 la Conferencia de Relaciones Asiáticas y en 1967 llamó a un Consejo Asiático.

Gobierno de los Gandhi

La primera ministra Indira Gandhi (1966–1977; 1980-1984), por su parte, avanzó en medidas decisivas con los vecinos de la India: incluyó a Sikkim bajo el protectorado indio (en 1975 sería ese estado sería fusionado con la India) y apoyó e intervino en la liberación e independencia de Bangladesh de Pakistán, dejando en claro la intervención agresiva y hegemónica que tendría ese país, ante la amenaza a su unidad e integridad territorial. Por cierto, en enero de este año, el jefe del ejército indio, general Manoj Pande, señaló que el ejército indio mantiene una postura firme en las fronteras y está preparado para proteger la integridad territorial del país cueste lo que cueste. Aunque la independencia de Bangladesh antagonizó obviamente a Pakistán, en 1972, Gandhi y el entonces presidente paquistaní, Zulfikar Ali Bhutto, resolvieron sus diferencias pacíficamente con el “Acuerdo de Shimla”, a través del cual ambos países acordaron resolver sus problemas por medios pacíficos y debates en el marco de la Carta de las Naciones Unidas.

Bajo la gestión del primer ministro Rajiv Gandhi (1984-1989), India intervino tanto en Sri Lanka como en Maldivas. En el primer caso, India desempeñó un papel diplomático con el envío de fuerzas de paz, para poner fin al conflicto entre tamiles y cingaleses, entre 1987 y 1990, a pedido del presidente de Sri Lanka, J. R. Jayewardene; dicho movimiento por parte de la India siguió a la firma del acuerdo de 1987 entre ambos gobiernos y sería el evento que habría de causar su asesinato en 1991, a manos de una militante suicida del grupo de los Tigres de Liberación de Tamil Eelam. En cuanto a Maldivas, en noviembre de 1988 el ejército indio respondió a una solicitud del gobierno del presidente Gayoom y ayudó (junto a otros países) a reprimir un intento de golpe de estado en la isla, en lo que se conoció como “Operación Cactus”. El episodio causó gran impresión en el vecindario, más aún por la cercanía con el anterior. En tal contexto se adoptó la Declaración sobre la Cooperación Regional de la Asociación del Asia Meridional (SAARC) y se lanzó formalmente el Programa de Acción Integrado de SAARC, cuyo primer encuentro ocurrió en 1985.

Hacia fines de la década de 1990, se inició la denominada “Doctrina Gujral”, nombre del ministro de Asuntos Exteriores de la Unión, Inder Kumar Gujral, que más tarde sería primer ministro de la India de abril de 1997 a marzo de 1998. Ella se basada en 5 puntos: a) India no exige reciprocidad a sus vecinos Bangladesh, Bután, Maldivas, Nepal y Sri Lanka, sino que da y acepta lo que puede, de buena fe y confianza, b) ningún país del sur de Asia debería permitir que su territorio sea utilizado contra los intereses de otro de la región, c) ningún país debería interferir en los asuntos internos de otro, d) todos los países del sur de Asia deben respetar la integridad territorial y la soberanía de los demás, e) todos sus desacuerdos deben resolverse mediante un diálogo bilateral pacífico. Mientras, por un lado, se destaca esta doctrina como un mecanismo de resolución de conflictos iniciado por el gobierno indio en la región, por otro, se la crítica por no haber logrado avances con Paquistán y dar además la apariencia de estar dedicada a mantener un determinado estatus global de India.

Giro

Tras ello, el gobierno del primer ministro Atal Bihari Vajpayee (1996; 1998-2004; uno de los co-fundadores del BJP (Partido Popular Indio, del actual mandatario Modi) y el primer ministro de la India que no perteneció al partido del Congreso Nacional en completar un mandato de gobierno) avanzó hacia la reciprocidad en la relación con los países vecinos. Crítico de la Doctrina Gujral, durante el período de Vajpayee como primer ministro las pruebas nucleares de 1998 (Pokhran II) constituirían un punto de inflexión en la relación de India con Estados Unidos y una apertura hacia la dirección en que la misma continúa en la actualidad, al tiempo que en su momento fueron contestadas por pruebas nucleares de Pakistán. Tras esas pruebas nucleares, en 1999, India adoptó la política de “no ser el primero en utilizar” (armas nucleares) y publicó un borrador de doctrina sobre el tema. Vajpayee buscó mejorar las relaciones diplomáticas con Paquistán, primero con su primer ministro, Nawaz Sharif y tras la guerra de Kargil entre ambos países, en 1999, con el presidente Pervez Musharraf, con quien se reunió en Agra, en 2001, con una propuesta para reducir drásticamente los arsenales nucleares y abordar otras cuestiones en torno de la disputa de Cachemira y el terrorismo transfronterizo, que sin embargo fracasaron.

A continuación, el gobierno del primer ministro Manmohan Singh (2004-2014; de la alianza UPA, encabezada por el partido del Congreso Nacional), se acercó más a Estados Unidos por medio de la firma de importantes acuerdos y continuó abriendo caminos con los vecinos del sur de Asia, a través del estímulo al comercio, la apertura del paso de Nathu-la (paso de montaña situado a más de 14.000 pies de altura en el Himalaya, que conecta el Tíbet en China con Sikkim en India) para el comercio tras 44 años de permanecer cerrado, luego de la guerra sino-india de 1962; la firma del Tratado de Libre Comercio del Sur de Asia (SAFTA), en enero de 2004, en la Décimo Segunda Cumbre de SAARC, etc.

En 2014, Narendra Modi accedió al poder y desafió las convenciones al invitar a los jefes de estado de la SAARC a su toma de posesión, un movimiento considerado en gran medida un cambio significativo en la política exterior de la India, cuya razón fundamental es la consideración de que India no puede proyectar su poder fuera del sur de Asia a menos que pueda gestionar eficazmente sus relaciones con sus vecinos. En línea con ello, el gobierno de Modi retomó la relevancia de la política de vecindad, buscando fortalecer los foros regionales como la SAARC y la cordialidad entre vecinos, siendo evidencia de ello que su primer viaje fuera del país fue a Bután. Sin embargo, transcurridos los años, India ha mostrado un interés pasivo en la integración regional del sur de Asia, probablemente atendiendo a la lentitud de los avances y a su constante rivalidad con Pakistán. La SAARC carece de una plataforma eficaz para discutir y abordar las temáticas clave para la región (por ejemplo, terrorismo), a pesar de ser la única organización regional que reúne como miembros a todos los estados del sur de Asia. India se centró más en agrupaciones subregionales que excluyen a Paquistán y Afganistán, como por ejemplo BBIN (Bangladesh, Bután, India y Nepal), formalizada en 1997 y BIMSTEC (Iniciativa del Golfo de Bengala para la Cooperación Técnica y Económica Multisectorial, que reúne a Bangladesh, Birmania, Bután, India, Nepal, Sri Lanka y Tailandia), formalizada el mismo año. Sumado a ello, las relaciones bilaterales de la India con países de la región enfrentan diversos desafíos.

La cuestión étnica

Agregando a este panorama, el gobierno de Modi ha recibido fuertes críticas por su relación y acción con/sobre las minorías, especialmente los islámicos de la India (recordemos que India tiene la tercera población islámica del mundo, tras Indonesia y Paquistán). Mientras se han verificado diversos episodios violentos, cuyas víctimas eran islámicas –denunciándose el aumento de tales episodios en este período–, relacionados a la violencia comunal, tal vez el mayor episodio en ese cuadro sea lo sucedido con la mezquita de Ayodhya.

Esta disputa se focaliza en un terreno en la ciudad de Ayodhya, Uttar Pradesh, en torno del cual se especula, desde al menos el siglo XVlll/XlX, que es el lugar de nacimiento de la deidad hindú Rama, héroe del poema épico Ramayana. Existía en ese lugar la mezquita Babri Masjid y se extendió la especulación acerca de que antes había allí un templo hindú luego demolido o modificado para instaurar la mezquita. Iniciada ya una disputa judicial en el siglo XlX, la situación continuó escalando hasta que la mezquita fue destruida durante una manifestación política en 1992, lo que provocó disturbios a lo largo de todo el subcontinente. Finalmente, luego de distintas instancias legales e informes arqueológicos, la Corte Suprema india dictaminó en 2019 que el terreno pertenecía al gobierno indio y ordenó que el mismo fuera entregado a un fideicomiso para construir el templo hindú, al tiempo que ordenó al gobierno ceder un terreno alternativo de 2 hectáreas a la Junta Central Suní Waqf de Uttar Pradesh, para que se pudiera construir una mezquita, que reemplazara a la de Babri Masjid.

En enero de 2024, se inauguró oficialmente el Ram Mandir (Templo de Rama) –con la presencia del primer ministro Modi–, que se espera esté terminado hacia fines de 2024. El conflicto del contexto se traduce en una dinámica similar con otras mezquitas, como la de Gyanvapi, en la ribera del Ganges; la de Shahi Eidgah in Mathura en Uttar Pradesh, entre otras. Ese escenario inevitablemente concentra preocupaciones internas e internacionales sobre la situación de los derechos humanos de las minorías en India, expone al país y la gestión a diversas críticas e interpela la imagen tradicionalmente pacífica de la India, etc. A ello se suman, por supuesto, las consideraciones sobre la Enmienda a la Ley de Ciudadanía, aprobada en 2019, que otorga la nacionalidad india a hindúes, parsis, sikhs, budistas, jainistas y cristianos que huyeron a la India, desde Afganistán, Bangladesh y Paquistán, y tiene vigencia hasta antes del 31 de diciembre de 2014. La ley acaba de reglamentar y el Registro Nacional de Ciudadanos busca identificar y expulsar a quienes llegaron a la India sin autorización legal.

Paquistán y el caso Cachemira

Como es conocido, la compleja y hostil relación entre ambos países se remonta al episodio de la partición del subcontinente, que resultaría en el surgimiento de ambos países como naciones independientes del colonialismo británico en 1947 y ha implicado diversos conflictos armados entre ambos (1947, 1965, 1971, 1999 y desde 2010 aproximadamente han aumentado los ataques violentos relacionados a la frontera).

Considerando el panorama actual, en 2018, Imran Khan accedió al poder como primer ministro de Paquistán y Modi se comunicó con él para felicitarlo. Sin embargo, en febrero de 2019, dos meses antes de elecciones generales en India, se produjo el ataque a un convoy con personal de seguridad indio, en Pulwama (Jammu y Cachemira). Hubo 46 muertos de las Reservas Centrales de la Fuerza de Policía (CRPF) y también murió el atacante (cabe recordar que el atentado sucedió poco antes de la visita oficial del presidente argentino, Mauricio Macri, a la India, lo que derivaría en una condena conjunta al hecho y una mutua expresión de apoyo a una Convención de Naciones Unidas sobre Terrorismo Internacional). Este ataque, reivindicado por el grupo islamista basado en Paquistán, Jaish-e-Mohammed, es considerado el más mortífero desde 1989 contra las fuerzas de seguridad indias. A modo de respuesta, India realizó ataques aéreos sobre la Línea de Control en Cachemira (los primeros desde la Guerra Indo-paquistaní de 1971) y en ese marco lanzó el bombardeo de Balakot, en el que aviones de combate indios bombardearon un presunto campo de entrenamiento de ese grupo terrorista, en el distrito paquistaní de Mansehra. Paquistán no solamente negó las acusaciones indias, sino que se reservó el derecho de tomar represalias y al día siguiente, derribó un avión de combate indio y tomó prisionero a su piloto, Abhinandan Varthaman, quien regresado a la India en marzo fue recibido como un héroe y le fue otorgada la Vir Chakra (rueda de la valentía), condecoración que premia la valentía en el campo de batalla.

Ese mismo año, ya en su segundo mandato, el triunfante nuevo gobierno de Modi se apresuró a aprobar un decreto presidencial para eliminar el estatus especial que detentaba la Cachemira administrada por India, medida política que ha sido la de mayor alcance en la región en disputa en casi siete décadas. Fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia de la India en 2023 y, por lo demás, formaba parte del programa electoral del BJP.

El artículo 370 de la Constitución prohibía a los indios de fuera del estado establecerse permanentemente, comprar tierras, ocupar puestos de trabajo en el gobierno local y obtener becas educativas, entre otras medidas que eran originariamente interinas, pero que se fueron extendiendo en el tiempo. Se cree que la intención de esta acción es la de cambiar la demografía de mayoría islámica de la Cachemira administrada por India, que durante años ha sufrido ataques de diverso tipo, al permitir la entrada de nuevos residentes hindúes. Se decidió también dividir el estado en dos territorios de la Unión: Jammu y Cachemira, que tendría una legislatura y Ladakh (primer estado de mayoría budista en India), que sería gobernada directamente por el gobierno central, sin una legislatura propia.

Todo esto se implementó con el previo establecimiento de un importante operativo de seguridad en la zona, que incluyó el corte del servicio de internet, la solicitud de retiro de la zona a turistas y el arresto domiciliario de algunos líderes políticos locales. El gobierno de Paquistán manifestó indignación frente al hecho y en agosto expulsó del país al Alto Comisionado de la India, al mismo tiempo que se llamó a su máximo diplomático de India. También anunció la suspensión del comercio bilateral, en el cual India le daba, y retiró, el estatus de nación más favorecida a Paquistán, además de aumentar múltiples aranceles sobre todo el comercio, mientras que Pakistán suspendió los lazos comerciales directos con la India en medio de una serie de otras medidas diplomáticas. Por su parte, China apoyó la posición de Paquistán al expresar su oposición al establecimiento de Ladakh como un territorio separado gobernado desde Nueva Delhi (China controla territorio que India reclama como una extensión de Ladakh).  Por otro lado, en 2023, India solicitó oficialmente la extradición de Hafiz Saeed, un clérigo paquistaní de línea dura, sospechoso de estar relacionado con distintos ataques terroristas, pero la solicitud fue rechazada por Paquistán por la falta de tratado bilateral para abordar tales asuntos. Ese mismo año, India se mostró satisfecha ante el accionar del Comité de Sanciones de ISIL y Al-Qaida del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al incluir en su lista al terrorista de Lashkar-e-Tayyiba, Abdul Rehman Makki, islamista radical paquistaní, cuñado de Hafiz Muhammad Saeed, cofundador de dicho grupo.

Este año, el 8 de febrero, Pakistán celebró elecciones para su Asamblea Nacional. El resultado fue dividido, sin que ninguno de los partidos obtuviese mayoría en la Asamblea Nacional. Con el ex primer ministro Imram Khan (líder del Pakistan Tehreek-e-Insaf/PTI) condenado a 10 años de prisión por la supuesta filtración de secretos oficiales y con una ofensiva contra su partido político, hacia fines de enero, antes de las elecciones generales, se impuso finalmente un acuerdo entre la Liga Islámica de Paquistán y el Partido Popular de Pakistán, que proyectó a Asif Ali Zardari como presidente y a Shehbaz Sharif, com primer ministro. En ese contexto, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Mohammad Ishaq Dar, señaló que Paquistán examinaría seriamente la posibilidad de reiniciar el comercio con la India, mientras el ministro de Asuntos Exteriores de la India, Subramanian Jaishankar, criticó a Paquistán por su apoyo al terrorismo y destacó que cualquier conversación con ese país debería enfrentar ese problema.

A ello se agrega también la cuestión de la Enmienda de la Ley de Ciudadanía y el Registro Nacional de Ciudadanos ya mencionados. Hay protestas populares en contra de su aplicación, al igual que expresiones públicas sobre el tema de parte del Ministerio de Asuntos Exteriores paquistaní.

Notas finales

La política exterior india post independencia pasó de un énfasis en una perspectiva más idealista a una realista y encuentra hoy una circunstancia histórica de crecimiento económico relevante, que puede llevar al país a constituirse en la tercera economía del mundo antes de 2030. Pero mantiene para sí la deuda de una mejor o más eficaz gestión de las relaciones con sus vecinos del sur de Asia. En ese marco, las dinámicas internas sobre las minorías del país, especialmente la islámica, tensan las relaciones con diversos vecinos (entre ellos, Paquistán) y generan protestas y cuestionamientos a la gestión de gobierno actual, así como su proyecto a futuro para el país, al tiempo que interpelan la tradicional naturaleza pacífica/no violenta, que India proyectó desde su independencia, especialmente reflejada en la figura del Mahatma Gandhi. Pareciera necesario, así, recuperar la tangibilidad de su narrativa propia acerca de la convivencia en diversidad y atender especialmente a la incidencia de todo ello en su proyección internacional.

(*) Primera parte de un artículo en cuya continuidad se abordarán, en la misma dinámica analizada aquí por la autora, las relaciones de India con Bangladesh, Maldivas y Afganistán.

[1] Versión original publicada en https://tektonikos.website/los-desafios-de-india-en-el-vecindario-inmediato/ [26 de mayo de 2024]

[2] Coordinadora de la Cátedra India (IRI-UNLP).