Por Waslet Gustavo
Estado de la Cuestión
José Francisco Morazán Quezada nació el 3 de octubre de 1792, en Tegucigalpa, Honduras, y fue el presidente de la República Federal de Centroamérica, de 1830 a 1839, siendo el Jefe de Estado de Honduras, Guatemala, El Salvador y Costa. Su familia provenía de Italia y fue asesinado en 1842 en Costa Rica. Sus restos descansan en el Cementerio de los ilustres de la ciudad de San Salvador de El Salvador.
Lo que el lector acaba de ver es una biografía de lo que podríamos denominar el hombre y sus circunstancias históricas que los niños estudiantes hondureños de Prebásica, Básica y Media del currículo escolar tienen como obligatoria por iniciativa cívica del Gobierno de Honduras denominado Catedra Morazánica a partir del año 2023.
Otra de las iniciativas estuvo a cargo de la Secretaria de Cultura y turismo con su programa editorial publicando El Manifiesto de David y sus Memorias (primera parte). Se presume que la segunda parte de sus memorias se perdieron en el exilio peruano o en la propia Panamá.
Lo que podríamos indicar como camino iniciático para encontrar registros territoriales del Gran Hombre, fue en el mes de junio de 2024, cuando visitamos su tumba en el Cementerio de los Ilustres en San Salvador, El salvador. ¿Cómo es que llego allí?
¿Cómo es que después de haber gobernado por diez años la República Federal de Centroamérica desde Tegucigalpa en Honduras y asesinado en San José de Costa Rica, Termina en el Salvador? Pues por su propia voluntad en vida a cargo de su familia y como legado al pueblo salvadoreño por su defensa de la libertad y unión nacional (sic).
Como si eso fuera poco, el hombre ya había sufrido un forzado exilio en Panamá donde escribió sus memorias como queda dicho. Podemos emitir todo tipo de juicios de valor sobre su rol histórico, pero de ninguna manera podemos dudar de su coherencia respecto al proyecto centroamericano poniendo el cuerpo con la espada y la pluma a fin de lograr el proyecto unionista, saboteado ayer como hoy por las elites nacionales de cada pequeño país centroamericano.
En 2023, como suele ocurrir con nuestra historia olvidada, los actores políticos recordaron el aniversario de la República Federal de Centroamérica en su Bicentenario. Como queda dicho hasta ahora, con las iniciativas del Gobierno Hondureño, seguiremos desarrollando mas adelante lo que va quedando en los archivos y los estudios territoriales.
Pero hagamos un alto antes de continuar. ¿Qué es realmente lo que recordamos y lo que deberíamos recordar? ¿Acaso existen aspectos cuyo mejor destino sea el olvido como opinan algunos? Comencemos por el principio. El proyecto unionista incluía los actuales países de Centroamérica (Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Chiapas actualmente México).
En concordancia con el proceso general de independencias hispanoamericanas del Reino español, lo más difícil fue la sucesión enfrentando a Liberales y Conservadores contra el monopolio de España aquellos y por la continuidad estamental estos en torno a la explotación del monocultivo como lo era el añil en primera instancia a lo que se le agregara más tarde la caoba.
Volviendo a la figura de Francisco de Morazán, como hemos venido haciendo hasta ahora, describiendo al hombre y sus circunstancias históricas que lo generaron y lo desecharon como suele suceder en estos casos, podemos decir como dato político saliente que nunca fue un Dictador, siempre se sometió al voto de los pueblos que le todo gobernó retirándose como le paso en un breve periodo que le toco perder.
Los datos biográficos mas sobresalientes no son muy distintos al resto del protagonista de la época, excepto que su familia provenía de Italia y si bien se emparento al casarse con una de las familias criollas mas destacadas de la región como fueron los Lastiri, principales hacendados de la región, haberlo hecho con una mujer recientemente enviudada levanto lógicos recelos en la sociedad conservadora por no guardar el duelo requerido para esas circunstancias.
Si bien nunca dejo de ser católico (lo muestra la previsión de fondos para las escuelas, hospitales e iglesias en los pueblos que fundaba), si mostro rasgos netamente masónicos como los de San Martin y Bolívar en el Sur, abrazando la Modernidad encabezada por la Revolución Francesa, El Imperio Británico y la Independencia Norteamericana.
Así fue que enfrento a los monopolistas conservadores acordando con los ingleses el dominio del floreciente mercado de caoba muy preciado en la reparación de sus embarcaciones, incluso planificando la construcción del primer canal interoceánico por Nicaragua mucho antes que ni siquiera se pensara en el de Panamá con dominio norteamericano.
Funcionario de la Capitanía General de Guatemala en época del Imperio Español a la usanza de Don Manuel Belgrano que fue secretario del Consulado en el Virreinato del Rio de la Plata. Allí tuvo su principal escollo el proyecto unionista a raíz del poder que conservo Guatemala luego de una independencia que pretendían sin demasiados cambios.
El otro factor de conflicto fue con la Iglesia Católica y la expropiación de las denominadas “manos muertas” de sus posesiones agrarias. Por supuesto no estamos afirmando que fue el Artigas centroamericano. Solo ajusto su política a la época y dichas tierras eran adquiridas por la misma clase en ascenso como era la Burguesía agraria y comercial.
En ese contexto fue declarado “agente de satanás” por la Iglesia conservadora de Guatemala propiciando el levantamiento de numerosos campesinos y de población indígena que eran instrumentalizados por la fe de la conquista y las reducciones enclaves de la economía monopolista española.
Sufre su primera derrota militar y huye a Panamá y posteriormente a Perú. A su regreso por imperio de sus aliados en Costa Rica encuentro la muerte en 1842, en un hecho muy parangonable al del Gral. Dorrego en Buenos Aires. Juicio inventado sumarísimo e inmediato fusilamiento.
Para entonces, el pirata Walker se encontraba en el Caribe desplegando su podría por toda la región. Solo faltaba que Inglaterra lo habilitara con su patenta de corzo para que Centroamérica volviera a ser una colonia. Fue la época en que muchos pensaron que el proyecto unionista era la única salida para la definitiva liberación de Centroamérica y que Morazán no era el malo de esta película y su proyecto, latente hasta nuestros días, bien podría ser considerado una verdadera realidad histórica y no un mero ideal utópico.
Continuando con este recorrido por los archivos y los actores territoriales que nos hemos impuesto a fin de determinar como se encuentra el tema de referencia a doscientos años donde los fracasos parecen ser evidentes para las mayorías populares y las iniciativas embrionarias, continuamos con Julio Gutiérrez (2029-2024), donde destaca en su texto que la República Federal de Centroamérica fue un proyecto vigente por diez años y actualmente una necesidad impostergable para los pueblos.
En un matiz analítico sobre las dudas que le sugiere el proyecto unionista en la historia (más allá de partir de la figura de Manuel José de Arce y Fagoaga) y en los supuestos necesarios para su concreción hoy día, Víctor Guerra (Guerra, 2020), identifica ayer como hoy a la Oligarquía guatemalteca y la distribución de la riqueza en lo que denomina verdaderos mercados-estancos en lo que se han convertido los mini estados centroamericanos. La realidad de la Democracia en Guatemala luego de treinta años de corrupción y autoritarismo y la competencia aduanera entre los seis países del istmo centroamericanos parecen darle un tanto la razón.
Otro aspecto interesante lo establece Vázquez Vicente (2011) introduciendo la categoría de clases sociales llamadas subalternas como contrapartida a las Oligarquías en los conflictos internos por el control independentista más allá de los factores exógenos como la fue México con Iturbide y el denominado Plan de Iguala.
La federación no pudo superar la inercia ejercida por la Capitanía de Guatemala a partir del desarrollo en un solo país llevado adelante por el Reino Español, por lo que la administración se delego en cada iniciativa nacionalista y de ese modo las condiciones materiales no sustentaron un proyecto liberal de época que fuera mínimamente funcional a la integración centroamericana.
Algo impostergable a esta altura del recorrido por el estado de la cuestión de la Federación de Centroamérica, es su Constitución. Efectivamente, en 1824 se dan cita en Guatemala los Congresales que aprobaron un verdadero instrumento jurídico escrito con la participación según se puede observar en los firmantes obrantes en nuestro archivo consultado de la Biblioteca Jurídica de la UNAM (2005).
Los mismos pertenecen a los países de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Nada despreciable para la época. Seguramente este documento será muy útil para quienes deseen incursionar en el campo del análisis comparativo de las constituciones no nacionales. Es decir, con un carácter subnacional federal o regionales como el CARICOM o MERCUSUR.
Silvia Molina (2019), acentúa los múltiples factores exógenos de los cuales el proyecto unionista fue una emergente de alguna manera, En ese sentido las potencias de la época como EEUU e Inglaterra buscaron negociar individualmente la urgencia de contar con un canal interoceánico previsto inicialmente para el territorio de Nicaragua.
Por otro lado, las potencias emergentes en el orden regional como México y Colombia exigían la declaración soberana de cada país a fin de iniciar cuanto antes diálogos diplomáticos en el mismo proceso que ellos lo estaban protagonizando en el mundo post colonial español.
Todo este proceso que obviamente desvirtuaba el proyecto colectivo centroamericano, Morazán y su gestión internacional destacaba la posición geopolítica favorable de esta región como tal. Por otro lado, los ideales de igualdad y libertad a la usanza de la Republica Francesa, chocaba frontalmente con valores tradicionales en los territorios recién independizados políticamente del reino español.
La situación en este enfoque del “contexto geopolítico en el pensamiento de Morazán”, no deja de tener un carácter realmente paradojal. La estrategia deliberada de las potencias de la época en negociar por separado con los pequeños estados de estructura neocolonial, Irónicamente encontraban coincidencia en la periferia que promulgaba emociones patrioteras y nacionalistas fogueadas por las elites que se beneficiaban con la continuidad y no con el cambio liberal del proyecto unionista.
Santana (2017), interpreta la integración centroamericana en clave social del siglo XXI, rescatando al mismo tiempo, aunque no necesariamente en forma cronológica y simultáneamente, tan a las figuras de Morazán y Martí. Identificad en ese sentido a las iniciativas del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestras América), como así también la del Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).
Poniendo el acento en EEUU como el único hegemòn en Latinoamérica y desestabilizador de los casos a los que llama Golpes de Estado como en Honduras (2009), Paraguay (2012) y al mismo Brasil (2016). En ese contexto no escatima en resaltar los casos por ejemplo de Cuba, Nicaragua y Bolivia como respuesta a esa hegemonía exógena buscando fuerza y claridad en los legados de Morazán y Martí.
Jiménez Solís, más allá de la curiosidad de comparar en las antípodas del valor por su cobardía, a Joaquín San Martin con “el vencedor de Chacabuco y Maipú” (p.109), en obvia alusión a Don José Francisco de San Martin, libertador de sur América en el pacífico, destaca la imperturbable serenidad de Morazán ante lo que denomina como “la Federación se Hunde Lastimosamente” (p.155).
Además, el apego a sus valores democráticas, una rareza para la época y sobre todo entre militares de carrera, ante la disgregación de los “estados” y sin la posibilidad de exigir los votos ciudadanos para un probable segundo mandato, dispuso separarse del cargo y así evitar transformarse en automáticamente en un Dictador.
Desde Francia, Catherine Lacaze (2013), nos dice que Morazán encarno desde el Salvador en su disputa con el poder factico de Guatemala, “la civilización” a fin de superar las divisiones territoriales y la desmesura de egos personales. Sin embargo, según ella, donde realmente logra una verdadera heroización fue en Honduras, su tierra natal, pero encarnando en la instancia de Estado-nación, como unificador de su proyecto político, nada más alejado de sus aspiraciones políticas unionistas.
De ese modo, su memoria fue utilizada para los intereses a la carta que vinieron después de su caída y las elites que lo había combativo echaron mano a su figura de héroe mítico para unificar sus propios intereses como sugiere Lacaze. Tal vez en ese mismo sentido, sea hora de “bajar del bronce como lo señala Soriano Ortiz (2024) desde la propia Honduras, conocer al hombre con sus errores y aciertos y de modo sirva para identificarnos como seres humanos y ciudadanos comunes que sostenemos el proyecto unionista 200 años después.
Anteriormente destacamos el rasgo absolutamente singular de la renuncia de Morazán a la Presidencia de la Republica Federal al no poder garantizar un proceso electoral que lo legitimara dado la disgregación de la misma a nivel territorial y así evitar convertirse ipso facto en un Dictador.
Se trata de una carta que nos aporta Santana (p.148-2023), cuando Morazán se encuentra nuevamente a cargo del ejercito unionista que intentaba recuperar lo perdido, dirigida a los habitantes de Nicaragua, los de la resistencia leonesa y de los otros, los que ni se habían enterado. Los invitaba a luchar obviamente a luchar por la causa de la república en un territorio todavía ignoto.
Enrolado en la línea de investigadores denominados “desmitificadores” del caudillo liberal que nos ocupa, Edmond Konrad desarrolla su articulo (193, 2009), lo que denomina lisa y llanamente la responsabilidad de Morazán junto a un importante numero de liberales que disputaban la hegemonía regional con los conservadores guatemaltecos.
En esta verdadera disrupción entre todas las novedades que hemos presentado hasta el momento, Konrad remata adelantando que su ensayo, además de la responsabilidad morazánica en el fracaso unionista, su relación política y económica con los británicos en la región cuyo vestigio contemporáneo sigue siendo Belice.
Por último, además de manejar fuentes primarias de otros investigadores a fin del desarrollo de su tesis central, Konrad reconoce testimonios de la tradición oral de ex combatientes que aún recuerdan haber estado a las ordenes tanto a las órdenes de Morazán como de otro caudillo liberal como fue Augusto Cesar Sandino en Nicaragua.
De la mano de Pedro Joaquín Chamorro (p.126, 1951), encontramos un dato relevante de un hecho histórico muy relevante para la época como lo fue el Congreso Anfictiónico bolivariano. Centroamérica, según Chamorro, ya mostraba antecedentes en el sentido de lo que hoy podríamos denominar el multilateralismo y fue así que la “gran idea de una familia” fue inmediatamente abrazada por la región.
Los conflictos mas importantes de la frontera sur de la unión provenían de México por Chiapas, Inglaterra por Belice y Colombia por una importante porción de la Costa Atlántica con su contenido marítimo e insular que dura hasta nuestros días, para los cuales, según los Congresales de la época, una integración a nivel latinoamericano podría ser parte de la solución y no del problema como otros lo entendían y que terminaron teniendo mayor predicamento.
Fue así que aceptaron rápidamente la iniciativa de Bolívar donde finalmente solo México, Perú, Colombia, además de Centroamérica, lo acompañaron a Panamá en 1826. Una de las preocupaciones que tenían estos países recientemente independizados era el reconocimiento por parte de Inglaterra a fin del desarrollo económico frente al conservadurismo del Antiguo Régimen del Imperio español.
Finalmente se celebraron dos tratados fundamentales. Uno se denomino Unión, Liga y Confederación Perpetua donde se conjugaron tanto una ciudanía en común y el respeto a una soberanía nacional en las relaciones exteriores siempre y cuando no cambiara los objetivos y valores de la Republica Federal.
El otro tratado fue totalmente contingente y tendientes a garantizar lo que la política estaba declamando y fue la conformación de las fuerzas armadas y presupuestos necesarios aportados proporcionalmente por cada nación independizada con la orden de concurrir en defensa de quien fuese invadido por una potencia extra continental.
Las autoras de referencia (Aguilar-Antúnez, Rodríguez Quezada, 202), rescatan categorías de análisis como la de los pueblos originarios Guma (hoy Darién en Panamá), de Abya Yala como contrapunto y unidad de pertenencia al de América de los Conquistadores y Criollos.
En ese mismo sentido siguiendo la utopía originaria, rescatan como sujetos sociales resistentes de todo tipo, parafraseando con la “necedad” de los conquistadores quienes consideraron (y tal vez lo sigan haciendo hoy), a los desplazados de todo tipo, como seres inferiores y no sujetos de ningún derecho.
Para todo lo cual proponen una integración “desde abajo” eludiendo los condicionamientos de los Estados-Nación bajo cuya estructura jurídica y política se han mantenido tanto las divisiones artificiosas como los intereses de las Elites locales.
Esta utopía no carece de fundamento teórico al destacar la situación de Centroamérica desde el punto de vista geopolítico como geográfico. En el primer caso se trato se trata de un verdadero puente entre Sudamérica y Norteamérica, mientras que en el segundo se trata de un istmo entre los océanos Pacifico y Atlántico.
Para ello toman además el Protocolo de Tegucigalpa de 1992 que dio origen a la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), como así también la figura de una Unión Aduanera que elimine los obstáculos logísticos y burocráticos de la región en materia comercial, migración y políticos.
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