El mundo sufre hoy un profundo desconcierto frente a las medidas adoptadas por el electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Pero es en México donde las consecuencias se sufren de manera más directa y descarnada. La construcción de un muro que divide ambas naciones, la propuesta de la disolución del Nafta, los impuestos a las importaciones y a la remesas de los productos y envíos mexicanos, no solo traduce una profunda y condenable xenofobia, sino también un retroceso en las endebles normas internacionales que regulan las relaciones entre los Estados.

Las propuestas republicanas representan una manifiesta violación a los derechos humanos más elementales y la violación a diversos tratados Internaciones que acrecienta la inestabilidad mundial. Pareciera que la humanidad y sus dirigentes no han aprendido nada de la historia reciente. Desconocen y minimizan, bajo el paraguas de un discurso nacionalista radicalizado, la tragedia humanitaria y de los refugiados provocada por el conflicto de Siria, desconocen y rechazan el principio de igualdad soberana, los foros internacionales como la ONU y los procesos de integración de los cuales forman parte, todo ello producto de la enseñanza que el mundo ha receptado luego de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.

En ese contexto América Latina se encuentra entre el desconcierto paralizante y la actitud mezquina que prioriza sus propios intereses individuales, sacrificando en el altar del alineamiento y el silencio, las conquistas que por pocas que sean existen, y que han significado décadas de encuentros y desencuentros en la región más desigual de este mundo.

Así México, otro referente y líder regional, se encuentra huérfano de un pronunciamiento conjunto y sólido de la región a la cual pertenece. Este pronunciamiento urge, ante un mundo en constante cambio y conflicto. La región y su población necesitan una postura uniforme frente a la “agresión” y levantar la bandera de la defensa a los derechos humanos, para que el mundo sepa que “…aquí abajo, cerca de las raíces, es donde la memoria ningún recuerdo omite y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un imposible, que todo el mundo sepa que el Sur también existe.” (Mario Benedetti).

Laura Maira Bono
Coordinadora
Departamento de América Latina y el Caribe
IRI-UNLP