Cumbre intercoreana: memoria y esperanza

Una nueva historia comienza hoy
Kim Jong-un, 27 de abril de 2018

 

Asistimos hoy a un evento histórico. Por primera vez, desde la división, un líder norcoreano pisa suelo de Corea del Sur y, por tercera vez, se da un encuentro entre los dos máximos mandatarios de la península coreana. Las interpretaciones, los análisis, las previsiones, e incluso las especulaciones, son muchas en torno al proceso y las circunstancias que llevaron a esta reunión, así como a las posibilidades de éxito de sus objetivos. Sin embargo, algo se reveló ineludible a la vista de quienes seguimos con ansiedad el acontecimiento: la carga simbólica y la apelación a una memoria de paz, unidad e historia compartida que desbordaba las pantallas.

Otras épocas corrían cuando Kim Dae-jung era recibido en Pyongyang por el padre del actual líder del norte, flanqueado por una guardia militar uniformada y armada en el año 2000, o cuando Roh Moo-hyun, en 2007, era honrado con un festival y desfile de bienvenida, en aquella misma capital, coronado por un enorme retrato de Kim Il-sung, fundador de Corea del Norte. Esta vez, al contrario, observamos una constante y cuidadosa reivindicación de la unidad con símbolos que denotan cercanía y que reclaman la memoria de una historia común entre ambas.

Cuidadosamente diseñado, el protocolo dejó un espacio para la improvisación cuando Kim, estrechando sostenidamente su mano, invitó a Moon a traspasar la línea de demarcación. Ambos mandatarios, juntos y solos, cruzaron de un lado a otro con expresión de satisfacción manifiesta en sus gestos. La guardia de honor, colorida y sonora, representativa del período Choson (1392-1910) el último en que ambas Coreas estuvieron unidas y en ejercicio de su soberanía, y el que forjó los valores que comparten, acompañó a la dupla hasta el edificio llamado «Casa de Paz» del lado surcoreano. Allí el libro de invitados de honor esperaba la firma de Kim, para pasar, luego, a la sala de reuniones donde un enorme cuadro con montañas norcoreanas, una mesa diseñada en forma de puentes que convergen y sillas con el grabado del mapa de la península coreana completa, proponían el escenario para la charla a puertas cerradas.

La línea de demarcación puede ser desde ahora un símbolo de paz, dijo Moon, acompañando la afirmación del inicio de una nueva historia a partir de hoy de Kim. Mucho hay por delante para lograrlo y, por supuesto, habrá que esperar negociaciones con otro actor presente en la península -EE.UU.- que definirán el curso del objetivo de la desnuclearización, pero ello no hará menos importante, ni menos significativo el encuentro de hoy.

Corea del Sur y Corea del Norte han dado un paso trascendente, han manifestado su intención de llevar adelante conversaciones francas y de evitar errores pasados con el objetivo de alcanzar la paz y la cooperación. Rodeados de historia, símbolos y una primavera que extiend sus flores por la península, hoy asistimos a un encuentro emocionante y esperanzador para un pueblo que sufre una división y una problemática no resuelta y que intenta incansablemente superarla. El desenlace dependerá de muchas variables más, pero sin dudas este será un día para recordar.

Bárbara Bavoleo
Centro de Estudios Coreanos
Departamento de Asia y el Pacífico