El 8 de mayo, cuatro días antes de lo previsto, el Presidente de los Estados Unidos decidió de manera unilateral desconocer el informe trimestral de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) acerca del cumplimiento de Irán de sus obligaciones en el marco del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC).
Esta decisión significa la retirada de Estados Unidos de ese acuerdo firmado en julio de 2015 por lo que se conoce como Grupo 5 + 1 (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Rusia, China y Alemania) con la República Islámica de Irán para poner fin a su programa nuclear desarrollado por fuera de la OIEA.
El Presidente Trump apoyó el restablecimiento de sanciones primarias (congelamiento de activos y embargos comerciales a individuos y empresarias iraníes) y dio seis meses a las empresas extranjeras para dejar de hacer negocios con aquel país a riesgo de ver afectados sus negocios en los Estados Unidos (sanciones secundarias).
Sin embargo, esta decisión de Trump es una mala noticia para todos. Para Irán, para los otros firmantes del PAIC y para los Estados Unidos mismos.
Para Irán es una mala noticia porque el Presidente Rouhani que apoyó el acuerdo contra la opinión de los sectores más duros y conservadores va a ver disminuida su capacidad. Esos sectores van a presentarse como los que tenían razón en el sentido que no había que acordar con Estados Unidos. Van a tener pocos incentivos para llevar adelante políticas constructivas en la región. Esta generación de iraníes no volverá a confiar en la diplomacia.
Es una mala noticia para Europa ya que es uno de los pocos éxitos diplomáticos en los cuales se invirtieron diez años de negociaciones. Esta decisión unilateral del Presidente Trump contribuirá a resentir el vínculo transatlántico cuya agenda no se agota con el tema iraní.
Empresas europeas que han intentado realizar negocios con Irán, con los impactos económicos que eso implica en sus países, van a ver como estos potenciales beneficios se esfuman sin una causa real.
Es también una mala noticia para los Estados Unidos, cuya credibilidad internacional se verá afectada. ¿Cómo convencer a un estado de acordar con Washington si luego, a falta de razones reales, el acuerdo es abandonado? A días del encuentro con Corea del Norte este punto tiene una gran importancia.
Es negativo desde el punto de vista económico ya que empresas y bancos norteamericanos que podrían realizar negocios en Irán van a dejar su lugar sobre todo a instituciones chinas. También lo es desde el punto de vista de la seguridad ya que Medio Oriente no será un lugar más seguro si un acuerdo tan importante es dejado de lado.
El slogan de campaña del presidente Trump “Estados Unidos primero” se ha convertido en “Estados Unidos solos”.
Tal vez lo más difícil de establecer es si esta decisión del Presidente Trump obedece a una estrategia más comprehensiva hacia Medio Oriente o se trata de una decisión basada en una promesa electoral y en la oposición a la administración Obama.
Seguramente los estados Europeos tratarán se salvar lo que pueda salvarse, es decir, incorporar algunos de los puntos que para el gobierno de Trump resultan prioritarios (desarrollo misilístico y política regional) pero no será fácil sobre todo por la falta de voluntad de las partes más importantes: Estados Unidos e Irán.
A pesar de que tanto Israel como Arabia Saudita aplaudieron esta decisión, ya que ambos estados están involucrados en un conflicto diplomático y militar con Irán por sus políticas regionales, también es una mala noticia para ellos.
Desde el lado israelí el gobierno de Netanyahu ha hecho del peligro iraní el núcleo de su política exterior. Sus acciones, entendiendo los legítimos intereses de seguridad del Estado de Israel, no servirán a largo plazo para mejorar su situación de seguridad con Irán por fuera del sistema regional una vez más. Lo mismo podemos decir de la situación de Arabia Saudita.
Medio Oriente está en una situación problemática: Irak y Siria en medio de conflictos crudelísimos que llevan 15 y 7 años respectivamente. Yemen está sumido en una guerra civil que ha arrastrado fuerzas militares de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y países del cuerno de África. Libia está dividida en facciones en lucha abierta. El Líbano, luego de las primeras elecciones parlamentarias desde 2009, Hezbollah ha aumentado su representación política. En Gaza los enfrentamientos entre la población azuzada por Hamas ha chocado con las fuerzas israelíes dejando decenas de muertos. Egipto y Turquía viven sus propios problemas. ¿Cómo ayuda en este contexto la ruptura del acuerdo con Irán?
Paulo Botta
Departamento de Eurasia