Una vez más Corea se sitúa en el centro de la escena mundial. El encuentro histórico entre los mandatarios de Estados Unidos de América y Corea del Norte recorre las portadas de los principales diarios del mundo. Luego de enfrentamientos discursivos, de amenazas e, incluso, de una cancelación momentánea, la fotografía de estas dos personalidades estrechando sus manos y la firma de un acuerdo con intenciones de concretar una paz duradera y estable en la península coreana resulta en la apertura de un abanico amplio de posibilidades y especulaciones acerca de su continuidad.
La lectura general de la Cumbre se considera positiva en la medida en que ambas personalidades accedieron al encuentro cara a cara, demostrando que así como asumieron de forma subjetiva el enfrentamiento verbal durante los meses pasados, también resolvieron involucrarse en persona en una cita conjunta.
Asimismo, los puntos del acuerdo pueden leerse como una intención, o un primer paso, en pos de la normalización de los vínculos entre ambos. Ambos Estados se comprometieron a establecer nuevas relaciones, a unir esfuerzos para construir un régimen de paz en la península coreana, a trabajar para la desnuclearización completa de toda Corea reafirmando la Declaración de Panmunjom del 27 de abril de 2018 y a identificar y recuperar los restos de prisioneros de guerra, así como a la repatriación inmediata de los que ya fueron identificados.
Lejos está de ser un tratado de paz o un entendimiento, de todos modos, nadie podía esperar que en una primera y única reunión se resolvieran años de desacuerdos y conflictos históricos. Sin dudas éste ha sido un paso decisivo e histórico y, aunque no resolutorio, al menos plantea una posibilidad de zanjar la cuestión por el camino de la paz.
Bárbara Bavoleo
Centro de Estudios Coreanos