Desde el día 21 de marzo hasta el domingo 24 el Presidente Xi Jinping visita por primera vez Italia, después de diez años de la visita de Hu Jintao durante el Gobierno de Berlusconi.
La agenda del Presidente Xi prevé su llegada con la première dame Peng Liyuan a Roma donde encontrará el Presidente de la República Italiana Sergio Mattarella. También visitará el Coliseo, el Campidoglio y después Palermo, donde irán no sólo al puerto, en consideración de los proyectos de cooperación comercial, sino al Teatro Massimo, símbolo de la lírica en Europa, un deseo de la Señora Peng y un homenaje al Presidente Mattarella, originario de Palermo. El momento más esperado es el encuentro con el Premier Giuseppe Conte, donde los dos estadistas firmarán alrededor de 50 acuerdos comerciales, así como el Memorándum de entendimiento sobre la Belt and Road Initiative (BRI).
La adhesión de Italia a la BRI ha sido muy debatida en los últimos días no sólo como terreno de disputa entre las distintas facciones del Parlamento Italiano, sino sobre todo en el marco de la Unión Europea. Muchos países de la Unión, de hecho, se han expresado en contra de la firma de Italia porque manifestaría una acción política bilateral entre China e Italia y no representaría la línea común con el plan estratégico UE-China. En estos días la Comisión Europea ha definido a China como “un rival sistémico”.
La iniciativa de La Franja y la Ruta (BRI) en Europa ha provocado dinámicas mutidimensionales a nivel de integración regional, ya que la cooperación china ha puesto de relieve algunas zonas grises de Europa. Como primer resultado, la BRI ha generado entusiasmo en los estados de la Unión Europea, aunque posteriormente la misma fue duramente criticada por la falta de transparencia y una posible crisis de la UE debido a la práctica china de acuerdos bilaterales que habrían exacerbado el proceso de competencia entre los estados miembros[1]. Probablemente, estas críticas han comenzado a extenderse debido a la presencia progresiva de China en los países de Europa del Este, lo que ha alimentado el temor europeo de una posible pérdida paulatina de influencia en estas áreas.
De hecho, el área de los Balcanes ha sido relegada por la UE como «Europa de segundo nivel», no “digna” de ser parte de la Unión pero que tiene que quedar sujeta a su influencia legal y comercial, bajo el recato de una posible membrecía. De hecho, especialmente con respecto a la cooperación europea en el proyecto BRI, los Balcanes siempre han sido considerados como una «zona de tránsito» entre los dos grandes protagonistas: UE y China[2]. Esta situación de stand-by ha sido ocupada por China, que ha dado relevancia autónoma a estos territorios, no solo como un «territorio intermedio» sino también como países independientes con un potencial de desarrollo muy alto. Considerando la posibilidad de ganar influencia en estos territorios, China y la UE se han embarcado en un camino antagónico, con ambos actores disputándose la hegemonía en los estados de esta región. De hecho, China ha iniciado una serie de reuniones llamadas «16 + 1»: desde 2012 China ha involucrado a 16 países de Europa Central y Oriental, incluidos 11 Estados miembros de la UE (Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungria, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia) y cinco países de los Balcanes Occidentales (Albania, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Serbia y Macedonia) como parte de un formato de cooperación alternativo, que representa un enfoque innovador de la cooperación regional[3]. De hecho, según China, 16 + 1 es un modo experimental para la cooperación regional que comparte características comunes con las otras plataformas de cooperación multilateral que China ha creado con los países de África, Asia oriental, América Latina y del Medio Oriente, para introducir un nuevo tipo de «multilateralismo no occidental sur- sur». Los países de Europa del Este no habrían tenido un significado tan importante sin esta plataforma.
Por otro lado, la Unión Europea ha criticado enérgicamente este formato como un posible factor de desagregación para la integración europea[4]. La Unión tiene, de hecho, un plan estratégico con China altamente desarrollado y ha considerado la plataforma 16 + 1 como una desviación de la «regla», que no ha generado un verdadero multilateralismo sino que ha aumentado el nivel de conflicto entre los países europeos[5]. Sin embargo, en 2018, la actitud europea cambió, como se indica en el documento del Parlamento Europeo[6], especialmente desde que la UE es observadora de 16 + 1 y con el desarrollo progresivo de la iniciativa europea (especialmente alemana) de «Berlin Process 2014-2018».
Para afirmar aún más su apoyo a la integración europea, en la Agenda Estratégica para la cooperación UE-China 2020 y en las Directrices para la cooperación entre China y los países de Europa del Este adoptados en la última reunión 16 + 1 en Sofía, China ha declarado su apoyo a la integración europea, y ha considerado el formato de cooperación 16 + 1 como «un complemento en lugar de una alternativa a la asociación estratégica global UE-China». «La cooperación 16 + 1 no es de forma alguna una plataforma geopolítica. Algunos pueden decir que tal cooperación puede separarse de la UE (Unión Europea), pero eso no es verdad», ha declarado el primer ministro chino, Li Keqiang.
Esta posición china depende de varios factores: China no puede dejar de lado sus compromisos con la Unión Europea en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta así como en la dinámica de la cooperación estratégica integral que tiene con la UE. Por otro lado, China ha destacado que los países balcánicos, a pesar de no ser todavía miembros de la UE, de facto actúan en el marco legal de la Unión Europea. “Sus economías son un satélite de la potencia económica de la UE y siguen de cerca el ciclo económico de la UE. El proceso de Berlín ofrece una plataforma de cooperación orientada a resultados entre la UE, los Balcanes Occidentales y los socios chinos. Si bien la Agenda de Conectividad invita a la cooperación con BRI, la iniciativa de Cooperación 16 + 1 proporciona casi la imagen de espejo del componente de Cooperación Regional bajo el proceso de Berlín”.
Entonces, la visita del Presidente Xi en Italia ha generado una “tormenta” contra el Gobierno italiano, sobre todo con referencia a las posibles repercusiones en las tradicionales alianzas de Europa con Estados Unidos. Sin embargo, entre tantas situaciones críticas que vive el Gobierno italiano, la adhesión de Italia a la BRI a través de la firma del MoU constituye el compromiso del primer país miembro del G7 y país fundador de la UE al mega proyecto de cooperación de China, llevándolo a un nivel de país pionero en este asunto, a pesar de que Italia no es el primer socio comercial de China, en comparación con Alemania, Francia y Reino Unido. La firma del MoU que vincula a Italia con China en la iniciativa de la Franja y la Ruta representa un dato de amistad estratégica entre los dos países. De hecho, el Presidente Xi, en un largo artículo publicado en el periódico italiano “Corriere della Sera”[7], ha hablado de “un pacto estratégico con Italia”, definiendo esta visita como la evolución de una larga amistad entre los dos países símbolos de “la gran historia de los encuentros entre Oriente y Occidente, un nuevo capítulo para la amistad entre Roma y Pekín”. El Presidente Xi ha subrayado que las relaciones entre China e Italia celebrarán 50 años en el 2020, a pesar de que el conocimiento entre las culturas romanas y chinas empezó hace 2000 años y se ha renovado en muchas ocasiones durante la historia, como las misiones de Matteo Ricci y los viajes de Marco Polo en la antigua Ruta de la Seda: los primeros occidentales que llevaron un conocimiento muy profundo de la cultura china, así llamados los “primeros sinólogos del mundo”.
La confianza mutua que une Italia y China así como la amistad entre los dos pueblos marca una solidez y al mismo tiempo un profundo cambio a nivel internacional, una lucha hacia la generación de nuevas alianzas en la búsqueda de un nuevo equilibrio global. El presidente Xi justo llega hoy, en el día de la Primavera, donde según la filosofía taoísta se puede asistir al enfrentamiento entre Invierno y Verano, donde fuerzas contrapuestas se pelean hasta encontrar un nuevo balanceo.
De hecho, lo que está ocurriendo en Europa es una “ola” de cambio, un doble proceso propulsivo hacia una posible mejor integración regional y la renovación de nuevos ejes estratégicos: por un lado, se está buscando una visión común hacia la BRI en el marco de los países de la UE en un momento histórico de gran fragmentación y euroescepticismo; por otro lado, la BRI, junto con sus demostraciones antagónicas de 16+1 y Berlin Process, está soportando una dinámica integrativa e inclusiva de los países balcánicos que hasta ahora habían quedado afuera de la visión europea, llegando finalmente a una posible membrecía de la UE, así como de una posibilidad de expresar su potencialidad y de gestionar tangiblemente una cooperación con China y los países partes de la iniciativa china. Italia, esta vez, es la protagonista de este proceso que empieza con una “tormenta de primavera”
María Francesca Staiano
Coordinadora
Centro de Estudios Chinos
IRI – UNLP
Referencias
[1] Documento del Parlamento Europeo, China, the 16+1 cooperation format and the EU, 2017
[2] Ardian Hackaj, CHINA AND WESTERN BALKANS, Cooperation and Development Institute, Tirana,
marzo 2018.
[3] Documento del Parlamento Europeo, China, the 16+1 format and the EU, 2018.
[4] Documento del Parlamento Europeo, China, the 16+1 cooperation format and the EU, 2017.
http://www.europarl.europa.eu/sides/getDoc.do?type=TA&language=EN&reference=P8-TA-2015-0458
[5] Documento del Parlamento Europeo, China, the 16+1 cooperation format and the EU, 2017
[6] Documento del Parlamento Europeo, China, the 16+1 format and the EU, 2018.
[7] https://www.corriere.it/esteri/19_marzo_20/patto-strategicoassieme-all-italia-efa36c0c-4a8c-11e9-a7a3-
5683e4dbacbc.shtml?refresh_ce-cp