La Primera Ministra de Nueva Zelanda prohíbe armas para evitar más muertes xenófobas

Un gesto y discurso para admirar

El atentado que dejó un saldo de 50 muertos en Nueva Zelanda, hace poco más de una semana, ha cobrado relevancia y difusión a nivel internacional, provocando un gran repudio a estos actos violentos guiados por el odio. Frente a un suceso de tal magnitud, es preciso resaltar la actuación de la primera Ministra del país, Jacinda Ardern. En un contexto mundial donde los discursos intolerantes se han enardecido, la seriedad y templanza de la joven política en el manejo de la situación, merecen ser destacados.

El día posterior al ataque, Ardern se hizo presente en las dos mezquitas de Christchurch, usando un traje negro y un pañuelo que cubría su cabello, a modo de hiyab (tradicional velo islámico). Allí se mostró cercana con los familiares de las víctimas, y presentó sus condolencias a la comunidad musulmana.

Días después, la mandataria dio un contundente discurso en el Parlamento en Wellington. Por un lado, fue muy clara en cuanto a las acciones que llevará a cabo el gobierno respecto de lo acontecido: “Ayer, el gabinete acordó que habrá una investigación de los eventos que llevaron al ataque. Examinaremos qué sabíamos, qué pudimos saber, y qué debimos saber. No podemos permitir que algo así ocurra de nuevo. Parte de la respuesta para garantizar la seguridad de los neozelandeses debe incluir una revisión franca de nuestras leyes de acceso a las armas”, expresó.

Por otro lado, lo más destacable de su discurso, fue la empatía y sensibilidad con la que abordó la cuestión, haciendo especial énfasis en la unión e igualdad de todos los habitantes del país, con sus diferencias culturales y religiosas. “El 15 de marzo será para siempre un día grabado en nuestra memoria colectiva. En una tarde tranquila de viernes, un hombre irrumpió un centro de oración pacífica, y se llevó la vida de 50 personas (…) Esos seres amados eran hermanos, hijas, padres y niños. Eran neozelandeses. Ellos son nosotros. Y porque ellos son nosotros, hoy como una nación, los lloramos”, manifestó la funcionaria.

En una era donde la religión islámica se ha vuelto foco de conflicto y persecución, Ardern ha optado por la inclusión y la solidaridad con la comunidad musulmana, dando un gran ejemplo en un escenario internacional donde la hostilidad parece ser la regla. “Somos una nación de 200 grupos étnicos y 160 lenguajes. Abrimos nuestras puertas a otros y les damos la bienvenida. Y lo único que debe cambiar desde el viernes es que esa misma puerta deberá cerrarse para todos aquellos que traen odio y miedo”, sentenció poco antes de terminar su alocución.

Históricamente las mujeres hemos sido excluidas de los lugares de poder y, pese al avance de los últimos 50 años producto de la lucha feminista, aún hoy encontramos obstáculos y resistencias. El ejemplo de Jacinda es uno de tantos que reafirman la capacidad de las mujeres en la política y toma de decisiones.

María Lucía De Igarzábal
Integrante del Centro de Estudios en Género(s) y Relaciones Internacionales
IRI-UNLP