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25 de enero de 1919: se funda en París la Sociedad de las Naciones, primer intento mundial de organizar la paz

«Los miembros de la Sociedad, se comprometen a respetar y a mantener contra toda agresión exterior, la integridad territorial y la independencia política presente en todos los miembros de la Sociedad. En caso de agresión, de amenaza o de peligro de agresión, el Consejo determinará los medios para asegurar el cumplimiento de esta obligación.»

Aquellas son las palabras escritas en el artículo 10° del Pacto de la Sociedad de las Naciones, sellado en enero de 1919. En dicho pacto, participaron 32 estados, pero se sintió el mayor peso por parte de los cuatro grandes: el presidente estadounidense Wilson, el premier británico Lloyd George, el primer ministro francés Clemenceau y Orlando, el jefe del ejecutivo italiano. A su vez, los tres primeros fueron quienes condujeron las negociaciones, en las cuales se encontraban presentes los vencidos.

Es bien sabido que Wilson fue el gran propulsor de la idea de crear un organismo de paz. Llegó a Paris en diciembre de 1918 y la conferencia se abrió el 19 de enero de 1919. Por esos días, los representantes de los países vencedores de la denominada Gran Guerra se reunieron en la Conferencia de París. Wilson logró que en la misma  se aprobara una Resolución sobre la creación de una Sociedad de Naciones el día
En abril, la Conferencia aprobó el Pacto de la Sociedad de Naciones, que más tarde se anexaría a los distintos tratados de paz. Finalmente, el acuerdo entró en vigor en junio del mismo año, al firmarse el Tratado de Versalles.

Francia quiso que su capital, Paris, fuese la sede de la Conferencia de Paz que terminaría con la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, y a pesar de la insistencia, la ciudad no pudo serlo debido a que no se encontraban en condiciones de ser anfitriones de un evento de tal magnitud; Paris había sido la retaguardia inmediata de la guerra durante cuatro años.

Así, la nueva Sociedad fijó su sede en Ginebra (Suiza). Sus principales instituciones eran una Asamblea General, un Consejo, del que eran miembros permanentes las grandes potencias, y un Secretario General, encargado dirigir los más de 600 funcionarios que trabajaban para la Sociedad.

Su objetivo principal fue mantener la paz, y por ende, la Sociedad debió encargarse de buscar las maneras para garantizar protección a aquellos países que se consideraban pequeños frente a las grandes potencias de la época. La Sociedad buscaba crear un nuevo orden internacional que estuviese basado en el principio de la seguridad colectiva. Querían asegurar la integridad de todos los estados, sin importar su tamaño o poder y el arbitraje de los conflictos internacionales para lograr la paz y evitar el desarme militar.

La sociedad tuvo a su cargo la administración de los Mandatos coloniales, de la ciudad de Danzig y de la región del Sarre, e intervino felizmente en algunas disputas territoriales. En la teoría, los Mandatos limitaban la soberanía de los nuevos propietarios, obligándoles a presentar un informe cada año sobre las medidas adoptadas con el objetivo de preparar a las poblaciones administradas para la independencia. En la  práctica,  no  difirieron  mucho  con  las  típicas  colonias. Francia y el Imperio Británico obtuvieron la mayor parte. Bélgica y Japón accedieron a pequeños territorios. Italia fue quien recibió la peor parte, o mejor dicho nada ya que fue excluida del reparto, lo cual provocó un gran descontento en el país.

La Sociedad de Naciones tuvo unos pocos logros en su corto tiempo de vida; ayudó a resolver pacíficamente algunos conflictos en el período inmediato de posguerra y tuvo su apogeo en el período 1924-1929 (Tratado de Locarno, 1925, Ingreso de Alemania en la Sociedad, 1926, Pacto Briand-Kellog, 1928).

Sin embargo, en 1929 la situación internacional se tornó cada vez más difícil de manejar con la Gran Depresión. La sociedad no fue capaz de mantener la paz, le faltaban los recursos económicos y militares para imponer las resoluciones y las potencias más importantes se ausentaron.

Cuando llegaron los años 30, todo se desmoronó definitivamente. Comenzaron las agresiones por partes de las potencias con regímenes fascistas y militaristas y la

Sociedad fue incapaz de responder eficazmente. Alemania y Japón la abandonaron en 1933, e Italia en 1936. La URSS fue expulsada en 1939. El inicio de la segunda guerra mundial confirmó así, la finalización del primer intento de una organización mundial por la paz.

María Emilia Fregenal
Colaboradora de la Red Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP