El 7 de abril de 2019 se perpetró el genocidio en Ruanda. Una masacre que duró 100 días y terminó con las vidas de aproximadamente 800.000 personas.
Ruanda es un país situado en África Oriental que en 1994, se encontraba dividido en tres etnias, Twa, Hutu y Tutsi.
Los primeros, los Twa, son un grupo originario de África central. Son considerados los más antiguos habitantes en la región de Ruanda y Burundi. Hoy en día son muy pocos los pertenecientes a esta etnia.
Los Hutu por su parte, son el grupo mayoritario y ocupan los territorios de Burundi, Ruanda y República Democrática del Congo. Son alrededor de 18 millones de personas que se dividen entre los mencionados países. Cuando estos comenzaron a llegar a la zona de los Grandes Lagos de África, se encargaron de desplazar a los Twa. Y, por último, el pueblo Tutsi es nativo de las regiones de África central, Ruanda y
Burundi. Estos se asentaron en Ruanda y Burundi tiempo después que los Hutu. Los tutsis al establecerse en estos territorios, dominaron a los otros dos grupos y establecieron distintos reinos sobre estos.
En la actualidad, son alrededor de 3 millones y estos tres grupos, además, hablan los mismos idiomas, Kinyarwanda, Kirundi, francés.
Previamente al genocidio como tal, es necesario conocer ciertas cuestiones que llevaron al hecho en sí.
En 1894, Ruanda, solía ser colonia de Alemania y 22 años después, comenzó a estar bajo el domino de Bélgica. Desde este momento, las diferencias raciales entre los dos grupos principales, Hutus y Tutsis, empezó a tomar gran magnitud.
En un primer momento, el gobierno colonial estaba conformado por los tutsis, pero luego, cuando se acordó la independencia de Ruanda por parte de Bélgica en 1962, el gobierno pasó a estar en manos de los hutus, por lo que dominaron a los tutsis como a una etnia inferior. Sin embargo, los tutsis eran considerados la etnia privilegiada ya que tenían más contacto con los europeos, en especial con los belgas. En 1933, el
gobierno de Bélgica decidió comenzar a emitir ciertas identificaciones que establecían a que etnia pertenecían los ciudadanos, en este caso, de Ruanda. Este fue uno de los hechos que aumentó la desigualdad entre ambos grupos.
Al conseguir Ruanda su independencia, los hutus comenzaron a tener más poder llegando así a controlar el gobierno. Esta situación derivó en la persecución de los tutsis, por lo que, muchos de ellos tuvieron que pedir refugio en países limítrofes como Burundi, Tanzania y Uganda ya que eran asesinados en gran cantidad. En Uganda, en 1988, se fundó el Frente Patriótico Ruandés, integrado en su mayoría por los tutsis
exiliados y que a su vez habían participado en un ataque contra el gobierno y los hutus.
Un año antes del genocidio de 1994, ambos grupos, Hutu y Tutsi, lograron llegar a un acuerdo conocido como los acuerdos de paz de Arusha y crearon así un gobierno de transición integrado por ambos bandos.
Sin embargo, a pesar de tener estos acuerdos, los discursos de odio comenzaron a transformarse en un arma muy importante en contra los tutsis. La radio de las Mil Colonias fue el principal exponente de estos discursos, difundiendo así muchos mensajes políticos contra los Tutsi y fomentando el odio creciente hacia estos.
Para complicar aún más la situación, el asesinato del presidente ruandés, Juvénal Habyarimana, y del primer ministro, Burundi, Cyprien Ntaryamira, atribuido a los tutsis, dio origen a lo que se conoce como, el genocidio de Ruanda.
Ante estos hechos y con la retirada de los cascos azules de Ruanda luego de que la primera ministra Agathe Uwlingiyimana y 10 soldados belgas fueran asesinados por la guardia presidencial, el 07 de abril, los hutus llegaron a asesinar alrededor de 800.000 personas en un lapso de 100 días en la ciudad de Kigali. Se dedicaron, entre tantas cosas, a agredir y torturar a los Tutsis con un objetivo claro, el de exterminarlos
totalmente.
Por último, algo que llama la atención, es que se considera que este genocidio se podría haber evitado de alguna forma. La ONU, tenía previo conocimiento de que esta matanza iba a ocurrir de una manera u otra y, aun así, decidió retirar a los cascos azules de la región cuando, justamente, su trabajo era el de mantener la paz en el continente africano.
En 2001 se crearon los tribunales gacacay hasta 2012, se juzgaron millones de personas culpables de este genocidio. Estos tribunales sirvieron también como un espacio de diálogo para que los hutus y los tutsis pudieran llegar a convivir de manera moderada. En la actualidad se podría decir que este objetivo se pudo alcanzar y que Ruanda se encuentra en un proceso constante para mantener esa convivencia pacífica.
Ana Sofía Nota
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP