Entre 1915 y 1923, se llevó a cabo la masacre del pueblo armenio, mejor conocida como el “genocidio armenio” a manos del gobierno de los Jóvenes Turcos del Imperio Otomano. La comunidad armenia fue perseguida y asesinada, y además, obligada a una deportación forzosa y a una marcha por el desierto de Siria. Este fue el inicio de la diáspora armenia que tuvo lugar el 24 de abril de 1915.
Estos hechos se llevaron a cabo durante el lapso que duró la I Guerra Mundial y unos años más tarde. Esta guerra determinó el fin del Imperio Otomano, que fue derrotado por los rusos. Las autoridades turcas detuvieron a 235 miembros de la comunidad armenia en Estambul, que fueron ejecutados en Ankara, acusándolos de conspirar y ayudar al zar para la caída del Imperio. El gobierno promulgó la Ley de Traslado y Reasentamiento, por la cual se ordenó la deportación de todos los armenios que habitaban en la región. En la larga marcha que emprendieron, sufrieron vejaciones y se vieron sometidos a todo tipo de torturas.
Esta historia que culminó con la masacre, se inició con años de hostigamiento sobre los dos millones de armenios, en su mayoría cristianos, que estaban ubicados en las fronteras del imperio. A Anatolia, donde vivían, llegaron musulmanes que escapaban de los territorios que el Imperio iba perdiendo y así se sentaron las bases para el inicio de una relación tensa. Entre la defensa de los armenios se encontraban organizaciones como la Federación Revolucionaria Armenia o el Partido Socialdemócrata Hunchak.
En la actualidad, el gobierno de Turquía no reconoce este hecho como un genocidio sino como un combate ocurrido en 1915. También atribuye a la Primera Guerra Mundial muchas de las consecuencias de este “conflicto interétnico”. Hasta la fecha, se discute la cifra de muertos.
Paula Maria Espinosa
Colaboradora
Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP