La caída del muro de Berlín, la implementación de la Perestroika y la ruptura de la cortina de hierro son eventos clave que marcarían la caída de la Unión Soviética, y por ende, el final de la Guerra Fría. La disolución de la URSS no sólo significó un cambio de paradigmas en el orden mundial, sino que trajo a sus ex integrantes la imperiosa necesidad de reorganizarse y reinsertarse dentro un status quo económico que se imponía como un presupuesto para formar parte de la comunidad internacional.
En el plano económico y comercial, el hecho de formar parte de los dos organismos financieros más importantes hasta la fecha, significaba un cambio en el panorama para las repúblicas ex-soviéticas que sería fundamental para su subsistencia luego de la desarticulación del Soviet Supremo de la URSS. En 1992, estos dos organismos, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ambos creados por los acuerdos de Bretton Woods de 1944, darían uno de los últimos pasos para terminar de consolidar la victoria occidental en una Guerra Fría que se había terminado en 1989.
El día lunes 27 de abril de 1992, a través de un comunicado oficial, el Fondo Monetario Internacional aprobó la incorporación de 14 nuevos miembros a la institución: Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Uzbekistán, Turkmenistán, Georgia, Tayikistán, Armenia, Kazajistán, Kirguistán, Letonia, Lituania, Moldavia y Estonia. Puede llamar la atención que, de todos los integrantes originales de la URSS, en este comunicado solamente falta uno, Azerbaiyán. Dicha república terminó incorporándose al FMI durante el mismo año, aunque en el mes de mayo.
En cuanto al Banco Mundial, las entradas de las repúblicas ex soviéticas se realizaron a lo largo de 1992, terminando, a día de hoy, como miembros de cada una de las organizaciones que forman esta institución (BIRF, AIF, IFC, MIGA, CIADI).
Si bien, en estos 30 años el panorama mundial ha cambiado, y nos encontramos en este momento ante un evento que podría modificarlo drásticamente de nuevo, está claro que el hito de la incorporación ex soviética al mundo financiero occidental fue uno de los primeros indicios de una hegemonía de la cual occidente haría uso durante, por lo menos, la primera década del siglo XXI.
Santiago Robles
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP