Una de las más famosas y controvertidas personalidades políticas del siglo XX, el líder de Yugoslavia durante el periodo de posguerra, Josip Broz (más conocido por su título militar como Mariscal Tito), falleció hace 40 años. Nacido en 1892, el futuro mandatario comenzó su camino hacia la alta política trabajando como cerrajero desde muy joven. En 1910 se hizo miembro del Partido Socialista de Croacia y en 1914 fue movilizado en el ejército austriaco. Durante la Primera Guerra Mundial luchó en el frente ruso, donde fue herido y hecho prisionero por los rusos.
El joven Broz sintió simpatía por la ideología socialista de los bolcheviques y tomó parte en la Guerra Civil en Rusia (1918– 1923), combatiendo en las filas del recién formado Ejército Rojo. En los años veinte Broz volvió a su patria que había pasado a ser una de las repúblicas que integranban Yugoslavia y se convirtió en uno de los fundadores del Partido Comunista yugoslavo. En esta época Broz adopta el nombre de Tito y lleva a cabo un intenso trabajo de organización del partido. En 1937 Tito pasa a liderar el Partido Comunista de Yugoslavia.
Los años más tensos de la actuación política de Tito fueron los de la Segunda Guerra Mundial. Tras la invasión de Yugoslavia por las fuerzas nazis en 1941, los comunistas fueron los primeros y más activos en organizar la resistencia. Los guerrilleros (o partisanos) de Yugoslavia encabezados por Tito eran el principal movimiento de resistencia comprometido en la lucha contra las tropas nazis en los Balcanes
En 1945 Tito firmó un acuerdo con la Unión Soviética que permitió la entrada temporal de tropas soviéticas en el territorio yugoslavo. Ayudados por el Ejército Rojo, los partisanos ganaron la guerra contra los ejércitos nazis y liberaron su país. En noviembre de 1945, se proclamó la República Federal Popular de Yugoslavia, en la cual Tito ocupó los cargos de Jefe del Gobierno, ministro de Defensa y comandante en jefe del Ejército.
Tras la guerra, Tito intentaba crear un nuevo modelo de socialismo denominado ‘socialismo autogestionado’. En 1963 logró ampliar las fronteras de su país, creando la República Federal Socialista de Yugoslavia integrada por Serbia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Macedonia y Montenegro. Con el paso del tiempo, trató de hacer el régimen del país más abierto al mercado con amplias reformas del sistema económico.
Las innovaciones de Tito provocaron graves criticas por parte de la Unión Soviética periódicamente. En 1948 Yugoslavia rompió sus relaciones con el régimen de Stalin y fue expulsada de la Kominform. En la década de 1960, el mandatario se unió a los líderes de países africanos y asiáticos para promover el concepto de ‘no alineamiento’. Rechazó las invasiones soviéticas de Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968 y Afganistán en 1979.
Tras su muerte el 4 de mayo de 1980, los sucesores de Tito no pudieron continuar manteniendo a Yugoslavia unida. Se avivaron las divisiones étnicas y algunos problemas – ahogados por los comunistas – volvieron a salir a la luz. Todo esto llevó a conflictos que crecieron de forma escalonada y finalmente se convirtieron en una serie de sangrientos enfrentamentos bélicos que tuvieron lugar durante los años noventa.
Desde hace mucho tiempo la actividad política de Tito provoca discusiones acaloradas por parte de historiadores, políticos y ciudadanos comunes. Mientras que sus simpatizantes señalan que pudo crear un estado poderoso con un “socialismo de rostro humano”, uniendo a los pueblos yugoslavos, sus detractores le acusan de ser responsable de varias masacres durante la Segunda Guerra Mundial y de promover una política de genocidio en su país.
Rocío Cortés
Colaboradora
Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP