Adolf Hitler y Benito Mussolini son, sin duda, figuras importantes para comprender lo que ocurrió en Europa y en el mundo durante el siglo 22XX.
La crisis del orden liberal y, en este contexto, su capacidad para ganar el dominio sobre las masas, las similitudes de sus sistemas ideológicos y políticos y sobre todo sus promesas de transformación y represalias contra aquellos que los habían humillado, los llevarían al poder y tarde o temprano los uniría en la búsqueda de la gloria propia y la de sus respectivos países.
Los primeros contactos entre Alemania e Italia tuvieron lugar en 1937 cuando los intereses de ambas coincidieron en la Guerra Civil Española. La ayuda que brindaron a Franco la Legión Cóndor Alemana y el Corpo di Truppe Volontarie italiano, se relacionaba directamente con la necesidad de ambos de contar con una España de gobierno favorable liderada por militares anticomunistas que llegado el momento rechazaran vínculos con Francia, Reino Unido y la URSS.
La guerra civil facilitó la alianza entre Hitler y Mussolini y así, si bien El Duce reclinó una alianza militar, no intervino en marzo de 1938 al producirse la anexión de Austria al Tercer Reich durante el llamado “Anschluss”, un gesto que Hitler le agradeció diciendo: “No lo olvidaré jamás”.
Lo cierto es que por la política de apaciguamiento pensada por Londres para evitar la Guerra, Hitler prácticamente obtuvo lo que deseaba sin tener que recurrir a la fuerza, pero cuando los europeos comprendieron que el próximo paso sería Polonia, Gran Bretaña y Francia se pronunciaron en defensa de Varsovia. Hitler comenzó a buscar aliados en Europa y apuntó a afianzar aún más su amistad con Benito Mussolini, quien todavía dudaba en participar en caso de una Segunda Guerra Mundial.
El Pacto de Acero fue firmado el 22 de mayo de 1939 entre los Ministros de Relaciones Exteriores Galeazzo Ciano y Joachim von Ribbentrop y marcó el nacimiento del Eje. Establecía fundamentalmente que ambos deberían brindarse soporte y apoyo militar completo en caso de ir a guerra con otro país e incluía una cláusula secreta donde se comprometían a llevar a cabo una campaña de propaganda mutua entre sus poblaciones que engrandeciera la imagen de sus gobiernos.
Mussolini confiaba en que Alemania no iniciaría una guerra sino hasta dentro de unos años, brindando un plazo suficiente para que Italia lograra prepararse armamentísticamente, pero el 1 de septiembre Hitler emprendió la fulminante invasión de Polonia y con ello detonó la Segunda Guerra Mundial.
Por ello el Pacto firmado, apenas iniciada la guerra, prácticamente no tuvo validez ya que Italia se abstuvo de apoyar a Alemania contra las potencias occidentales.
No sería hasta la derrota francesa de 1940 que Mussolini validaría el Pacto, declarando finalmente la guerra al Reino Unido y a la ya derrotada Francia.
El Pacto de Acero se disolvió en el verano de 1943, cuando Mussolini fue arrestado en un golpe de Estado, y el nuevo Gobierno italiano firmó un armisticio con los aliados.
María Solana Ledesma
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP