“Que resuene fuerte:¡Nos queremos vivas!
Que caiga con fuerza el feminicida».
El 3 de junio del año 2015, emergió un movimiento de resistencia que denunciaba la crueldad sistemática de las violencias por razones de género y los crímenes de odio contra las mujeres: los femicidios/feminicidios[1]. Este grito colectivo fungió como semilla del movimiento “Ni una menos” (NUM), un movimiento plurinacional que refleja la diversidad y la heterogeneidad de los feminismos.
Desde su origen, el NUM ha logrado visibilizar cadenas de responsabilidades, desnaturalizando y deconstruyendo complicidades patriarcales. Asimismo, ha colocado la problemática de los femi-trans-travesticidios en las mesas de decisión, exigiendo reformas estructurales, rechazando las políticas de endeudamiento y austeridad de algunos gobiernos latinoamericanos y denunciando la impunidad de la justicia patriarcal. Además, ha acompañado la lucha por la eficiente implementación de la Educación Sexual Integral y por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Indiscutidamente, el movimiento ha interpelado a los Estados, a los organismos internacionales y a la sociedad toda a abordar la problemática de las violencias desde un enfoque interseccional y de derechos humanos. También ha logrado colocar múltiples reivindicaciones y exigencias sociales en las agendas políticas, nacionales e internacionales. Entre ellas, la ley marco presentada el 18 de junio del 2019 por la Organización de Estados Americanos (OEA) para prevenir, sancionar y erradicar la muerte violenta de mujeres y niñas con el propósito de instar los Estados a cumplir y reforzar los compromisos asumidos con la Convención Belém Do Pará.
Frente a la crisis sanitaria por COVID-19, las políticas de aislamiento implementadas por los Estados para contener la pandemia han profundizado aún más las brechas estructurales preexistentes que precarizan las vidas de las mujeres y diversidades. Al respecto de la situación, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI)[2] de la OEA, han sugerido lineamientos para la acción de los Estados en el marco de la pandemia, en vistas de garantizar el ejercicio de los derechos humanos de mujeres, niñas, niños y personas de la comunidad LGBTQI+ resaltando la necesidad de transversalizar la perspectiva de género en todos los ámbitos de decisión para la contención y erradicación de las violencias estructurales.
A 5 años del surgimiento del NUM, y ya expandido a otras latitudes, el movimiento ha inspirado la emergencia de otros movimientos transnacionales como el #Metoo en Estados Unidos y el Yo Te Creo Hermana en España. A nivel global, ha captado la atención de las importantes cadenas de comunicación que cubren cada 3 de junio como un día de paro internacional en el que nos movilizamos para visibilizar la lucha contra el terrorismo antifemenino, cis-heteropatriarcal que violenta sistemáticamente a mujeres y diversidades en toda la Abya Yala y todo el mundo.
Hoy, en este nuevo aniversario, continuamos acompañando el reclamo por memoria, verdad y justicia de quienes ya no pueden levantar la voz. Exigimos la contención de la epidemia que representa el femicidio/feminicidio y los crímenes de odio por razones de género en toda la Abya Yala, para que ya no tengamos que sufrir las violencias de este sistema capitalista colonial, racista, homófobo y heteropatriarcal.
Ni Una Menos ¡Vivxs, libres y desendeudadxs nos queremos!
Referencias
[1] Si bien los términos feminicidio/femicidio son usualmente utilizados como homólogos, Diana Russel y Hill Radford (1992) acuñaron el término femicidio para referirse al continuum de terror anti-femenino que incluye un amplio espectro de violencias en cuyo centro se encuentran los homicidios misóginos cometidos por varones. Años después, Marcela Lagarde (1997) castellaniza dicho término y utiliza feminicidio problematizando la responsabilidad estatal. Asimismo, la autora lo define como un crimen de Estado – patriarcal y masculinizado – causado por la fractura del estado de derecho que favorece la impunidad y la desigualdad entre los géneros.
[2] El pasado 18 de marzo, dicho Comité instó al refuerzo de acciones estatales para la prevención y contención de la violencia contra mujeres, diversidades, niños y niñas, anticipando el aumento y recrudecimiento de las mismas como consecuencia de las políticas de aislamiento.
Bibliografía
Amnistía Internacional (2020) Guía para Proteger los Derechos de Niñas y Mujeres durante la pandemia por COVID-19. Recuperado el 3 de junio. Disponible en https://www.womenslinkworldwide.org/files/3112/guia-para-proteger-los-derechos-de-mujeres-y-ninas-durante-la-pandemia-de-covid-19.pdf
Organización de los Estados Americanos (2020) Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI). Comunicado del 18 de marzo. Disponible en: https://mailchi.mp/dist/comunicado-covid-19-y-el-reforzamiento-de-acciones-para-la-prevencin-y-atencin-de-la-violencia-de-gnero?e=148d9c4077
Organización de los Estados Americanos y Organización de las Naciones Unidas (2019) Ley Modelo Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Muerte Violenta de Mujeres y Niñas (Femicidio/Feminicidio). Recuperado el 3 de junio del 2020. Disponible en: http://www.oas.org/es/mesecvi/docs/LeyModeloFemicidio-ES.pdf
Jorgelina A. Ferraris
Victoria Villordo D’Angelo
Integrantes
Centro de Estudios en Género(s) y Relaciones Internacionales (CeGRI)
IRI – UNLP