El proceso de transformación que se inició con la Perestroika y la Glasnost en la URSS a partir de 1986, abrió un camino de democratización. Desde entonces, Boris Yeltsin se destacó como uno de los líderes rusos más importantes, sobre todo porque obtuvo gran apoyo por su oposición al Partido Comunista y a la injerencia de la Unión Soviética en los temas de la política rusa. El 11 de julio de 1990 – durante la
celebración del XXVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética – Boris Yeltsin realizó dos anuncios importantes: el primero, que abandonaba el PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) y el segundo, que se presentaría como candidato independiente en las primeras elecciones multipartidistas del año siguiente.
El 12 de junio del 91, los resultados de estas elecciones libres consagraron – con más del 50 % de los votos – a Yeltsin como Presidente del Soviet Supremo de la República de Rusia. Desde ese momento, el flamante mandatario, profundizó sus críticas hacia el presidente la Unión – Mijail Gorbachov – cuestionó su poder central y proclamó la primacía de las leyes rusas por sobre las de la URSS.
Sin embargo, dos meses después, estalló un golpe de Estado, conducido por un sector ultra-comunista contra el gobierno reformista de Gorbachov, y Yeltsin se puso de su lado. Gorbachov fue secuestrado y retenido en una casa de recreo en la costa del mar Negro. Lo cual impulsó a Yeltsin a hacer frente a los golpistas en Moscú, arengando a las masas y a los militares leales para que defendieran la
democracia.
Finalmente, el golpe fracasó y Yeltsin se convirtió en el líder más influyente del momento. En esta coyuntura, el presidente de la Federación Rusa, aprovechó esa fuerza para apartar a Gorbachov del poder y buscar apoyo en otras Repúblicas de la URSS. Así, organizó una reunión con los presidentes de Ucrania y Bielorrusia, donde se acordó desmantelar la URSS y que cada país continuara su camino de manera independiente. Simultáneamente, y debido a los problemas económico-financieros, industriales y tecnológicos que afrontaban los Estados de la ex – Unión Soviética, se decidió crear la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Una organización inter-estatal cuyo objetivo era implementar programas de cooperación para facilitar a sus miembros el tránsito hacia un nuevo sistema económico y el camino hacia el desarrollo. Estas acciones convencieron a Gorbachov de que debía renunciar a un cargo que, en realidad, ya no existía.
Desde 1991, la Federación Rusa heredó la mayor parte del arsenal de guerra del Estado Soviético, su posición privilegiada en las Naciones Unidas y lo que quedaba de su papel de potencia mundial. Al frente de esa nueva Rusia independiente, se encontraba un presidente que concentraba los más amplios poderes. Yeltsin gobernó Rusia hasta 1999 – cuando, debilitado por un fuerte desprestigio y aquejado por
una serie de problemas de salud – nombró como presidente interino a un joven político, ex – miembro de la KGB: Vladimir Putin.
Camilo Fernando Segli
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP