El conflicto en el valle de Galwan se remonta a principios de la década del 60, cuando las tropas de la República Popular China y de la India se enfrentaron en un territorio reclamado por ambas partes, lo que dio como resultado una rápida victoria por parte de China y la consecuente conquista de la región de Aksai Chin.
Desde el conflicto bélico, las dos naciones asiáticas reclaman un territorio cuya delimitación, debido a la accidentada geografía de la zona, resulta ambigua. India asegura que China ocupa 38.000 kilómetros cuadrados de su territorio, mientras China se atribuye la soberanía del estado indio de Arunachal Pradesh, al que llama Tíbet del sur.
Por otra parte, en 1963 Pakistán resolvió sus disputas fronterizas con China al ceder el Valle de Shaksgam, lo que determinó la demarcación de la Línea de Control Actual (LAC en sus siglas en inglés), una frontera de más de 3440 km que atraviesa la región de Cachemira, frecuente zona de conflicto entre India, China y Pakistán, y, por añadidura, el valle de Galwan, donde a principios de mayo se produjeron los enfrentamientos entre las tropas fronterizas de China y de India, que dejaron un saldo de al menos veinte muertos después de casi cuatro décadas sin víctimas fatales.
Según las autoridades indias, el conflicto se produjo porque China, en un intento de cambiar el status quo entre países, incumplió el acuerdo también conocido como la escaramuza de mayo, alcanzado la semana anterior con relación a la LAC en el valle Galwan, en tanto el gobierno chino, a través de Zhao Lijian, vocero de Relaciones Internacionales, expresó que las tropas indias habían atravesado la frontera y «provocado y atacado a personal chino, lo cual desató un grave enfrentamiento», y destacó que tanto China como India están de acuerdo en resolver los problemas a través del diálogo.
Si bien hay varios motivos que explican la escalada de los conflictos, los objetivos estratégicos de ambos países se presentan como la raíz del problema, ya que la decisión de India de mejorar la infraestructura en la zona, una manera de ampliar la capacidad de Nueva Delhi de desplegar tropas y material en caso de conflicto, parece haber enfurecido a Pekín, que invirtió alrededor de US$60.000 millones en el llamado corredor económico China-Pakistán, parte de la nueva Ruta de la Seda impulsada por el gobierno chino.
En fin, un nuevo enfrentamiento, con la presión pública que ejercen las muertes de soldados de ambas fuerzas, aumenta la tensión de una zona altamente militarizada, que podría minar por décadas la confianza entre la India y China, y desatar un conflicto bélico que se ha mantenido latente por más de cuatro décadas.
Agostina Cacault
Coordinadora
Cátedra de la India
IRI – UNLP