Hay gobernantes que pasan a la historia de sus países por su capacidad política o estratégica, la introducción de reformas que cambiaron de algún modo el rumbo que seguían hasta entonces, por la gestación de alianzas emblemáticas o la ruptura de
lazos históricos. Otros, pasan a la historia por ser protagonistas de eventos trágicos o de acontecimientos cuyas consecuencias tienen tal magnitud que superan las fronteras de sus propios Estados.
Francisco José junto a su célebre esposa, la emperatriz Sissi, llevó adelante, con considerable éxito, uno de los reinados más largos de los Habsburgo y también uno de los más conflictivos por la extensión y el fortalecimiento de los nacionalismos en el
Imperio Austríaco. Aunque sumamente respetado por su pueblo, fue perseguido por las tragedias: primero perdió a su único hijo varón, el archiduque Rodolfo que se suicidó, y luego a su querida esposa, asesinada a manos de un anarquista italiano. En este contexto, los problemas de sucesión llevaron a que, agotada la línea principal, se designara a uno de sus sobrinos; Francisco Fernando, hijo del fallecido archiduque Carlos Luis.
A diferencia de su tío, el sucesor no era muy querido por la corte de Viena pues yendo contra todo lo que dictaban las costumbres y las leyes, había contraído matrimonio con Sofía Chotek, una condesa que no era miembro de ninguna de las familias que habían gobernado Europa y por lo tanto, en principio, estaba inhabilitada para convertirse en emperatriz.
Por otra parte, la anexión de Bosnia-Herzegovina en 1908, había tensado las relaciones del Imperio con Serbia y había despertado la ira de una serie de organizaciones secretas nacionalistas que, apoyadas por el ejército serbio, soñaban con crear “La Gran Serbia”, es decir, la unión de todos los serbios en un solo estado.
Anunciado el viaje de Francisco Fernando a Sarajevo y en coincidencia con el aniversario de la batalla del Campo de los Mirlos y de la heroicidad del asesino suicida Milos Obilic, la “Mano Negra” planificó su atentado.
Durante su visita, el matrimonio real sobreviviría a un primer intento de asesinato: una bomba tirada contra su carruaje rebotó y provocó varios heridos entre la multitud que asistía al desfile. En estas circunstancias, el archiduque decidió visitar a los heridos en el hospital y durante su traslado al establecimiento, un joven de 19 años, Gavrilo Princep, encontró la oportunidad para disparar al archiduque y a su esposa.
Gravemente herido, el matrimonio fue llevado hasta la residencia del gobernador. La duquesa falleció en el coche y minutos después moría su marido, cuyas últimas palabras fueron «¡Sofía!, ¡Sofía! No te mueras… vive para nuestros hijos», seguidas de varios «No es nada», en respuesta a las preguntas que le hacían sobre su estado.
La muerte de los herederos al trono, ese 24 de junio de 1914, desató una descontrolada furia que, un mes después, llevaría a los países europeos más industrializados y militarizados del mundo, a enfrentarse en la Primera Guerra Mundial; una contienda que dejaría como saldo la muerte de millones de personas.
María Solana Ledesma
Colaboradora de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP