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8 de julio de 1937: de incidente en el puente de Marco Polo

Inicio de la 2° Guerra Sino-Japonesa

Finalizada la Primera Guerra Mundial, Japón aún con sus excesivos deseos de dominar el territorio asiático, provoca el Incidente del Puente de Marco Polo, teniendo como primer objetivo apoderarse de China. Desde, aproximadamente, 1931, los japoneses venían estropeando al Imperio Chino, ya que lo consideraban una nación débil y clave para el control de la masa continental asiática, y es por ello que sabotearon parte del Ferrocarril de Manchuria del Sur y condujeron una emboscada contra sus ejércitos.

Japón, en septiembre de 1931, había conseguido imponer un régimen títere conocido como Manchukuo a sabiendas de que China no se
encontraba en favorable posición de responder a tal agresión, por lo que optó por cambiar su estrategia a espacio por tiempo y reorganizar el ejército nacional, consolidando su infraestructura y economía. Esta situación de poderío permite que los japoneses, al tener en su poder
tierras ricas y fértiles, incursionen sobre el territorio y avancen rápidamente hasta las puertas de Beiping (hoy conocido como Beijing).
Para comienzos de 1932, habían logrado ocupar tres provincias chinas de Manchuria; esta zona era estimada por su vital ubicación estratégica y económica.

En la noche del 7 de julio de 1937, los japoneses prepararon otro avance más hacia el territorio chino, efectuando al atardecer de ese día una
maniobra con proyectiles, mostrando una explícita intención provocativa, cerca del acantonamiento de las tropas chinas en el Puente de Marco Polo, las cuales se vieron obligadas a defenderse. A horas de las noches el Ejército japonés anuncia que uno de sus soldados “ha desaparecido” en la maniobra y exigió un registro en la ciudad de Wanping, solicitud que fue rechazada por la policía local; de tal denegación el jefe de inteligencia japonesa amenazó que las tropas sitiarían la ciudad y entrarían a la fuerza.

Las autoridades chinas se pusieron de acuerdo en realizar una investigación conjunta. En tanto y en cuanto se llevaban a cabo las
negociaciones, la parte nipona se enteró que aquel soldado desaparecido había vuelto a su cuartel, pero aún así insistió en que las tropas chinas se retirasen de la ciudad.

A la madrugada del día 8 de julio, el ejército invasor disparó cañonazos contra la ciudad de Wanping y el ejército chino tuvo que oponer
resistencia. Este hecho fue el estallido total que marcó la guerra de resistencia anti japonesa del pueblo chino. No se trató de una
confrontación local ni de un percance, sino un plan bien diseñado y preparado. Este evento trágico no sólo trajo consecuencias desastrosas
para China sino que también para Asia y el mundo entero.

Liz Guyot
Colaboradora de la Red Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP