Durante la Primera Guerra Mundial (1914- 1918) Adolf Hitler, nacido en Austria en 1889, se unió a un regimiento bávaro del ejército alemán. Si bien se lo consideraba un soldado valiente, sus comandantes creían que carecía de potencial de liderazgo y nunca lo promovieron.
Frustrado por la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, que dejó a la nación económicamente deprimida y políticamente inestable, Hitler se unió a una incipiente organización llamada Partido de los Trabajadores Alemanes, en 1919. Fundado a principios de ese mismo año por un pequeño grupo de hombres, el partido promovió el orgullo alemán y el antisemitismo, y expresó su
insatisfacción con los términos del Tratado de Versalles, el acuerdo de paz que puso fin a la guerra y que exigió a Alemania a hacer numerosas concesiones y a pagar cuantiosas reparaciones.
El 29 de julio de 1921, Hitler asumió el liderazgo de la organización (más adelante llamado «Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán» más conocido luego por su abreviatura «Partido Nazi»).
Hitler pronto se hizo famoso como el orador público más carismático del partido y atrajo a nuevos miembros a través de discursos en los que culpaba a los judíos y a los marxistas de los problemas de Alemania y defendía el nacionalismo extremo y el concepto de una «raza superior» aria.
Bajo el mando de Hitler, el Partido Nazi se convirtió en un movimiento de masas y gobernó Alemania como un Estado totalitario en el período 1933-1945.
En 1939, la invasión del ejército alemán a Polonia, desencadenó la Segunda Guerra Mundial. Tras 6 años de lucha, la Alemania nazi fue derrotada y los vencedores la dividieron en dos, al igual que a su capital, Berlín. Según los registros, Hitler se suicidó junto a su mujer – Eva Braun – en el bunker de la Cancillería, en Abril de 1945.
Rocío Cortez
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP