Históricamente se considera a la crisis de 1929 como una de las más grandes del siglo XX, pero en 1973 un golpe en la economía volvió a sorprender – ¿o quizás no tanto? – a los países del Primer Mundo.
Para ubicarnos en el contexto, la segunda post-guerra había dejado secuelas de diferente índole en la sociedad. Una de ellas fue la “Era de la Construcción”. De hecho, gran cantidad de industrias se instalaron en distintos lugares sin controles específicos, los aglomerados empezaron a crecer y de la misma manera los suburbios. Las capitales empezaron a sobrepoblarse y la actividad estaba concentrada. Así, durante el periodo de 1945 y 1974, el consumo del petróleo se duplicó, en especial en Estados Unidos.
Antes de esta crisis, en 1971, el ex presidente Nixon había tomado una drástica decisión: desligar el dólar del patrón oro, poniendo fin al sistema acordado en Bretton Woods.
También, hacia esa fecha, el precio del petróleo era negociado por grandes compañías y los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) querían cortar esta dependencia exterior. Esta organización se fundó en 1960, con la intención de protestar
contra las compañías petroleras que querían bajar el costo del petróleo, reduciendo los pagos a productores. Antes de la crisis, el valor del petróleo había perdido un 20% de su valor real, las reservas petrolíferas que se descubrían cada año eran inferiores al consumo total anual y los grandes países industrializados eran los mayores consumidores, pero no producían.
Debidos a estos antecedentes, y sumado el conflicto entre los países árabes e Israel, el 23 de agosto, el rey Saudí se reunió con el presidente egipcio en Riad, la capital de Arabia Saudita, para negociar de forma secreta la utilización del petróleo como un arma política
contra los países que apoyaran a Israel en la Guerra de Yom Kippur, la cual inició el 6 de octubre con el ataque de Egipto y Siria. Luego de llegar a un acuerdo durante esta negociación, el precio del barril crudo se cuadriplicó y se establecieron cupos de exportación. Este aumento tuvo un efecto directamente inflacionista y una reducción de la actividad económica. El 16 de octubre, la OPEP detuvo la producción de crudo y estableció un embargo para la exportación de petróleo hacia Occidente. Su objetivo era reducir la demanda a través de la oferta, lo cual se consiguió, reduciendo drásticamente el mercado.
Por supuesto, esta decisión acarreó una serie de consecuencias: una etapa económica negativa en Estados Unidos que duró hasta 1980; la suba de un 17% de los precios; corte de suministros y recorte de la producción un 30%. Al impactar en la economía de los países más desarrollados, la crisis también se trasladó a los países subdesarrollados. Luego de esta primera recesión, los años siguientes fueron de gran incertidumbre, llegando a 1979, a la segunda crisis, más profunda que la anterior. Los países desarrollados pudieron recuperarse rápido, pero quienes más sufrieron fueron los países del Tercer Mundo. La suba del precio del petróleo afectó al flujo financiero internacional. Las bajas tasas de interés y la suba de los productos llevaban a considerar los préstamos como un atractivo. A fines de 1970, las tasas de intereses empezaron a aumentar, junto con un ajuste monetario por parte de EEUU y una recesión que afectaba al globo. De esta forma, los países en vías de desarrollo ingresaron en una profunda crisis durante la década de 1980.
Paula María Espinosa
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP