A pesar de haber intentado aunar esfuerzos, 20 años de período de entreguerras no bastaron a la comunidad internacional para solucionar el problema de seguridad colectiva que pronto amenazaba con sumirla en un nuevo conflicto. Hace 80 años la invasión alemana a Polonia el 1 de septiembre de 1939 desencadenó la Segunda Guerra mundial. Aunque pareciera distante por haber tomado lugar en el siglo pasado, su recuerdo sigue más vigente que nunca. Una paz establecida imperiosamente junto a una crisis económica estructural – extendida hasta 1937- se conjugaron con otros factores para dar surgimiento a los regímenes totalitarios europeos que tuvieron un lugar central en la contienda. Entre ellos, la Alemania nazi, conducida por Adolf Hitler, tenía un objetivo claro en el viejo continente: conquistar el Lebensraum (espacio vital del gran Imperio alemán) y construir un Nuevo Orden en Europa y el mundo conducido por líderes nazis. El pacto Ribbentrop-Mólotov (nombre derivado de los Ministros de relaciones Exteriores de Alemaniay la Unión Soviética) dio luz verde al führer para llevar a cabo su expansión territorial. Polonia estaba atrapada ante una alianza secreta que proponía su reparto una vez conquistada. Gracias a la estrategia de la guerra relámpago -Blitzkrieg- en menos de un mes los ejércitos polacos sucumbieron. Francia e Inglaterra, alertas de los peligros que podría causar en el orden internacional seguir practicando una política de apaciguamiento, el 3 de septiembre de 1939 le declararon la guerra a Alemania. A pesar de esto, ya era demasiado tarde. La victoria conseguida en Varsovia habría de materializar los delirios expansionistas del régimen nazi. Para 1940 el führer se embarcaría hacía el Oeste, buscando tomar Noruega, Holanda, Dinamarca y Bélgica para luego lanzarse directamente sobre Francia. Inglaterra, que no pudo contener el avance alemán, tuvo que retirarse y así Francia quedó bajo dominio de Alemania el 1 de junio. A través de un armisticio, 21 días después, el país fue dividido en una zona de ocupación alemana en el norte y el oeste, una pequeña
zona de ocupación italiana en el sureste, y una zona no ocupada – conocida como la zona libre- en el sur. Diferentes historiadores señalan dos sucesos claves en la gran contienda mundial que marcarían la tumba del III Reich: el ingreso de los Estados Unidos debido al hundimiento del Pearl Harbour en Hawaii por un ataque japonés y la ruptura del pacto de no agresión con la Unión Soviética. De hecho, la Operación Barbarroja -campaña militar con la que Hitler se lanzó contra su antiguo socio al cual consideraba una amenaza- es señalada por el historiador Esteban Pontoriero como “la batalla más importante de la guerra”. “Allí fue donde los alemanes volcaron dos tercios de sus recursos militares tanto de armamentos como de hombres. Por consiguiente, allí fue donde los ejércitos de Hitler sufrieron las mayores derrotas y las mayores cantidades de muertos y heridos (…) A partir de la batalla de Stalingrado en 1943 el retroceso de las fuerzas alemanas arrastradas por el avance de los soldados soviéticos se agudizó cada vez más”, publica en diario El Perfil. Mientras tanto, en el frente occidental aunque Londres estuvo cercano a caer bajo las garras nazis en la batalla de Inglaterra en 1940 las tropas inglesas pudieron contener la cuestión. Conjugado con esto, el ingreso de los EEUU y su maquinaria bélica fue decisivo para la contienda. Poco a poco, británicos y norteamericanos tomaron control sobre las potencias del Eje avanzando desde el norte de África para luego llegar a las costas italianas y francesas. El desembarco en Normandía en junio de 1944 selló el comienzo del fin de la guerra en Europa.
Señalada como una guerra total, la Segunda Guerra mundial materializó su más cruento y horrorífico lado con los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945 donde se acabó con la vida de más de cien mil personas en cuestión de segundos. Desde aquella sangrienta contienda y la demostración de la existencia de armas de destrucción masiva tan inhumanas e indiscriminadas, la seguridad para la comunidad internacional se volvió un concepto volátil.
Augusto Gabriel Arnone
Colaborador de la Red Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI UNLP