A mediados de marzo, en este mismo espacio institucional, comentábamos con entusiasmo la inminencia del lanzamiento del Satélite Argentino de Observación con Microondas 1B (SAOCOM 1B). Por razones de público conocimiento, dicha fecha se atrasó y el lanzamiento finalmente ocurrió el pasado domingo 30 de agosto, desde el Centro Espacial John F. Kennedy (CEK) de Florida, Estados Unidos.

Dicho logro se dio en vinculación con la empresa norteamericana Space X, responsable del diseño del cohete Falcon 9, que sirvió de vector de lanzamiento para el SAOCOM 1-B, el cual en breve estará completando un proceso de años de trabajo. En aproximadamente diez días llegará a su posición orbital definitiva para completar la constelación satelital junto al SAOCOM-1A y otros cuatro satélites italianos del Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE).

En línea con los comentarios aquí vertidos, cabe destacar no solo la importancia que ha ido adquiriendo el sector privado en los programas espaciales sino también la relevancia de la articulación entre gobiernos y empresas. Asimismo, se debe señalar la pertinencia de la cooperación internacional en el campo de la ciencia y la tecnología, no solo para el caso particular de Argentina-Italia y Estados Unidos, sino en el plano internacional en general.

En tiempos como los actuales, asistimos a un creciente proceso de tensión en la relación bilateral entre Estados Unidos y China en temas no solo comercial y político, sino también por cuestiones vinculadas al desarrollo de nuevas tecnologías que implican un factor determinante en la posición y proyección internacional de poder. Por lo tanto, este evento marca la pauta de la importancia e incidencia que la inversión en el desarrollo del sector tecnológico tiene en los modelos productivos que contribuyen a ampliar las capacidades de proyección de poder de los países.

Sebastián Do Rosario
Miembro
Departamento de Seguridad Internacional y Defensa
IRI – UNLP