El golpe de estado a Salvador Allende fue la continuación natural de un proceso a nivel latinoamericano desencadenado en 1964, y que se caracterizó por el sistemático derrocamiento de gobiernos nacionales identificados con principios, valores e ideologías de centro izquierda durante las décadas de 1960, 1970 y 1980.
El capítulo chileno, al igual que el argentino, el brasileño, el boliviano y el uruguayo fue una historia preanunciada y celebrada por grandes sectores de la sociedad, apoyada por los Estados Unidos de América, y motorizada por las fuerzas armadas de cada país.
Salvador Allende llegó a la presidencia de Chile en 1970 con el 36,3% de los votos (frente al 34,9% de Jorge Alessandri2), de la mano de una variopinta coalición de izquierda que nucleaba a comunistas, socialistas, radicales, socialdemócratas, miembros del movimiento de acción popular
unitaria y partidarios de la acción popular independiente3, cuyo objetivo principal consistía en la creación de un Estado socialista
de base democrática4, que radicalizó los procesos micro y macro económicos al tiempo que convergió con los movimientos y regímenes políticos filocomunistas desplegados por toda Ámérica5.
A mediados de 1972, la situación interna inició un abrupto proceso de descomposición que culminó en una profunda crisis social, política y económica marcada por el desabastecimiento, una preocupante inflación, la fragmentación de los apoyos políticos del gobierno (tanto en el palamento como en el seno mismo del ejecutivo), y una creciente tensión con las fuerzas armadas.
Para Julio de 1973 la situación empezó a tornarse crítica, los principales medios gráficos de Chile sostuvieron descaradamente que el diálogo era imposible y afirmaron la necesaria intervención de las fuerzas armadas. En agosto, las tapas de los diarios de Santiago de Chile se
enfocaron en la angustiosa escasez de elementos de primera necesidad y en las interminables jornadas de paros sectoriales que inundaban el país.
Sin embargo, los primeros días de septiembre fueron decisivos:
“El día diez, en la mañana, llamé a los Comandantes de División y les dije: “Miren caballeros: mañana nos tomaremos ese edificio”, y les mostré La Moneda.
Nada de preguntarles, están de acuerdo conmigo o no están de acuerdo conmigo. Yo di las órdenes y nada más. (…) Así funcionamos. Así lo
hicimos” Sentenció Augusto Pinochet.
A las 09:20 horas del día 11 de septiembre de 1973 Salvador Allende daba su último discurso público, cerrando de este modo un capítulo en la historia chilena. A las 12:05, con la explosión de la primera bomba en La Moneda, se iniciaba un episodio que duraría 16 años y que marcaría a sangre y fuego la historia del país. Comenzaba el régimen de Augusto Pinochet.
Patricio Adorno
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – UNLP
1 Correa, Raquel y Elizabeth Subercaseaux. “Ego Sum Pinochet” Garretón, Manuel A. “Matriz Sociopolítica y
Desarrollo Socioeconómico en Chile” Hobsbawm, Eric: Historia del siglo XX Ed. Crítica, Barcelona, 1995.
2 Fontaine, Arturo. “Los mil y un días de Allende”.
3 Fontaine, Arturo. “Los mil y un días de Allende”.
4 Calvocoressi,J.: Historia política del mundo contemporáneo Ed. Akal, Madrid, 1987.
5 Calvocoressi,J.: Historia política del mundo contemporáneo Ed. Akal, Madrid, 1987