“Es tiempo de mirar al futuro con esperanza. Es tiempo, también, de actuar con responsabilidad y valentía. Por todo ello, ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada. ETA hace un llamamiento a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo directo que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto y, así, la superación de la confrontación armada. ETA, con esta declaración histórica, muestra su compromiso claro, firme y definitivo. ETA, por último, hace un llamamiento a la sociedad vasca para que se implique en este proceso de soluciones para construir un escenario de paz y libertad”.
Con esas palabras, representantes de la organización nacionalista vasca Euskadi Ta Askatasuna (ETA) anunciaron el 20 de octubre de 2011 el fin de más de cuatro décadas de terror sobre España y Francia. Con los rostros cubiertos y rodeados de estandartes separatistas, los tres portavoces del comunicado reivindicaron los “largos años de lucha que han creado la oportunidad histórica” de abandonar las armas con “diálogo y acuerdo”. A su vez, insistieron en “el reconocimiento de Euskal Herria y el respeto a la voluntad popular sobre la imposición”.
El anuncio, transmitido por medio de la web del diario independentista Gara, se produjo tres días después de la celebración de la Conferencia Internacional de Paz en San Sebastián. En ella, una serie de personalidades internacionales instaron firmemente al fin de la violencia en el País Vasco. Y si bien en un principio las fuerzas de seguridad interpretaron que el comunicado de ETA planteaba un cese de la actividad armada “condicionado”, finalmente la agrupación terrorista cumplió con el alto al fuego. Seis años después, el 3 de mayo de 2018, informó su autodisolución y desaparición de la vida política hispano-francesa. Bajo consignas revolucionarias, la banda socialista cometió más de 850 asesinatos entre 1968 y 2009 con el afán de convertir al Euskadi en una nación independiente.
Entre la década de 1990 y del 2000, ETA ya había anunciado en reiteradas oportunidades que dejaría las armas. Sin embargo, una serie de atentados produjo una marcha atrás en los diálogos incipientes. Por ello, los hechos de 2011 marcaron un punto de inflexión que fue celebrado por casi todo el arco político español. “Es un triunfo definitivo y sin condiciones del Estado de Derecho”, congratuló el entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero. El líder opositor Mariano Rajoy, en tanto, calificó el comunicado como una “gran noticia” porque “no ha habido ningún tipo de concesión política”. Organismos internacionales como la ONU y la Unión Europea también dieron la bienvenida al compromiso de ETA.
Juan Martín de Chazal
Colaborador de la Red Historia de las Relaciones Internacionales (CoFEI)
Departamento de Historia
IRI – UNLP