- Carta del Presidente de IARA, Sergio Nahabetian, al Director del IRI, Norberto Consani. Click aquí.
* Investigación del CONSEJO ACADEMICO CONSULTIVO DE INTERCATEDRAS ARMENIAS DE LA R.A.
A partir de las investigaciones que nuestro Consejo Académico consultivo viene realizando podemos afirmar con rigor académico que la histórica región del Cáucaso, Artzaj según su denominación armenia (Nagorno Karabagh) que desde la antigüedad fue ocupada por los armenios, fue objeto del interés geopolítico de rusos y turcos por décadas. La caída de los imperios zarista y otomano al final de la Primera Guerra Mundial, trajo aparejada la declaración de independencia de las repúblicas de Georgia, Armenia y Azerbaiyán. No obstante, el advenimiento de la Unión soviética y el ascenso del líder nacionalista Mustafá Kemal, contribuyeron a su sometimiento. En 1921, el Comisario para las nacionalidades, Joseph Stalin con la finalidad de que los grupos nacionales de la región se neutralizaran entre sí, tomó la decisión de ceder Nagorno-Karabaj, un territorio milenario de los armenios, a la entonces República Soviética de Azerbaiyán.
A partir del tratado de Belavezha, se resolvió la disolución de la ex URSS el 8 de diciembre de 1991, con la firma de los líderes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. Las 15 repúblicas socialistas que se habían agrupado forzosamente por la represión comunista, decidieron su independencia.
El escritor Andrei Ryabov, del Carnegie Center en Moscú, aseveró que la independencia de la URSS «fue una carga muy pesada para muchos de los estados exsoviéticos», conformada por las repúblicas bálticas: Estonia, Letonia y Lituania; las repúblicas eslavas, Ucrania, Rusia y Bielorrusia; las repúblicas centro asiáticas: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán; y las repúblicas caucásicas: Georgia, Armenia y Azerbaiyán.
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El Cáucaso, región montañosa comprendida entre el mar Negro y el mar Caspio, bisagra de Europa del Este y Asia occidental, es el hogar de más de 50 etnias con sus propios idiomas, culturas y formas de pensamiento. Las tres más grandes agruparon los pueblos de los georgianos, los armenios y los azeríes. Pueblos milenarios, que acercándose al final del milenio fueron absorbidos por el Imperio Ruso e influenciados por el Imperio Turco Otomano.
Pero con la primera Guerra Mundial, que promovió el final de los imperios, las naciones del Cáucaso vislumbraron una independencia que solo se trató de un espejismo.
La arbitraria cesión de la región armenia de Nagorno-Karabaj (ARTZAJ) a Azerbaiyán.
Nagorno Karabaj, en la región del Cáucaso, es un territorio poblado en un 90 % por armenios, que en su mayoría profesan la religión apostólica cristiana. A pesar de estar poblada la región desde la antigüedad por armenios de religión cristiana, en 1921 fue cedida a la antigua República Soviética de Azerbaiyán por iniciativa de Joseph Stalin. Así lo narra el sociólogo estadounidense Levon Chorbajian en su libro ‘La creación de Nagorno Karabaj’. En su investigación explica que Stalin, al ver la lucha enconada entre las fuerzas armenias, turcas y azeríes de principios del siglo XX, “actuó sobre la base de conveniencia política”.
Según Chorbajian, la decisión de Stalin fue un desafío a la historia y son tres los argumentos que defienden esta tesis. Primero, hay documentos que demuestran que los armenios estuvieron asentados en el Cáucaso desde hace más de dos milenios. Segundo, la demografía de Nagorno Karabaj (Artzaj), para 1921, estaba compuesta con más del 90 % de población armenia. Y tercero, el deseo de los residentes siempre ha sido ser parte de la cultura armenia. De manera que ser cedidos a Azerbaiyán, una tierra musulmana chiita, constituyó la más grande afrenta en su historia reciente.
De acuerdo con Chorbajian, la política de Stalin de unir Nagorno-Karabaj a Azerbaiyán «debería verse dentro del contexto de la cooperación soviético-turca y la forma en que los bolcheviques mantuvieron su influencia en el Cáucaso».
Este argumento también lo aborda el libro ‘Etnicidad, Nacionalismo y Conflicto en el Sur del Cáucaso’, escrito por el doctor Ohannes Geukjian.
Según Geukjian, el objetivo de los turcos siempre ha sido apoyar a la nación de Azerbaiyán, con quienes sostienen una relación histórica y hereditaria de los antiguos selyúcidas. Por otra parte, los turcos otomanos, ejecutores del Genocidio de 1915 que eliminó a más de un millón de armenios como consecuencia de un odio étnico, vieron con buenos ojos que Nagorno Karabaj les fuera arrebatado.
La posibilidad de recuperar las tierras ancestrales armenias. (ARTZAJ)
La puja entre Armenia y Azerbaiyán estuvo congelada desde 1921 hasta finales de la década de 1980, cuando las reformas de Mijaíl Gorbachov, exlíder de la URSS, dejaron a las repúblicas soviéticas a su propia suerte.
Precisamente, cuando en 1988 las reformas del Glasnost fueron puestas a prueba, Armenia estalló socialmente. En febrero de ese año, Ereván, la capital armenia, experimentó grandes movilizaciones en una escala jamás antes vista. Cerca de un millón de armenios tomaron las calles y clamaron por el retorno de Nagorno Karabaj. Durante meses de huelgas, los manifestantes guardaron la esperanza de que la política de apertura de Gorbachov permitiera corregir una injusticia histórica. Pero Gorbachov no actuó a favor de Armenia.
Dadas las circunstancias, y la decepción del Partido Comunista Soviético, los armenios libraron una dolorosa guerra contra Azerbaiyán hasta 1994, cuando se decretó un cese del fuego.
Sin embargo, ambas repúblicas no llegaron a ningún otro acuerdo más que deponer las armas. Nagorno Karabaj decidió autoproclamarse independiente el 10 de diciembre de 1991. Por su parte, la República de Armenia fue bloqueada comercialmente por Azerbaiyán y Turquía.
Tras el cese del fuego en 1994, muchas multinacionales occidentales invirtieron en la extracción de petróleo y gas natural en Azerbaiyán, dada la riqueza de sus suelos. Motivo por el cual este país se volvió lo suficientemente rico para invertir en armas de última tecnología.
En contraparte, Armenia no ha tenido el mismo desarrollo azerí y se muestra actualmente en una clara desventaja militar. A su favor están la determinación histórica de su pueblo, las intrincadas montañas que lo protegen y un supuesto apoyo ruso.
En síntesis, la falta de un acuerdo de paz definitivo entre Armenia y Azerbaiyán ha contribuido a exacerbar las tensiones regionales del Cáucaso, con estallidos tan violentos como las que se viven actualmente, principalmente la violación del cese del fuego por el ejército azerí, desoyendo todas las Convenciones Internacionales, avanzado y aniquilando la población civil cuya única ambición es vivir en paz en su pequeño territorio de 4400 kilómetros cuadrados. Un abismo hacia una guerra inconclusa, cuya raíz es la cooperación turco-bolchevique de hace cien años.