La Declaración sobre la Creación de la Unión Soviética es un documento histórico que, junto con el Tratado de Creación de la Unión Soviética, constituyeron las bases legales para la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como Estado multinacional.
La URSS comenzó con la unión de Rusia con tres otras repúblicas: Bielorrusia, Ucrania y la República Transcaucasiana (compuesta por Armenia, Azerbaijan y Georgia). La Declaración establecía las razones que justificaban la formación de una unión entre todas las repúblicas soviéticas existentes en un estado socialista unido y expresaba voluntad de emprender una revolución permanente, exportando la Revolución Socialista a otros estados, principalmente a Occidente.
Aunque los hechos posteriores demostrarían lo contrario, el Partido Comunista quería que las distintas naciones que conformaban la URSS se unieran o se separaran voluntariamente. En otras palabras, se proyectaba una unión de pueblos con igualdad de derechos; derechos entre los cuales se contemplaba el de separación. En palabras de Lenin: “Una unión que excluye cualquier coerción de una nación por otra – una unión
fundada en completa confianza, en un reconocimiento claro de la hermandad de consenso absolutamente voluntario”.
El gobierno de este nuevo Estado tenía una rama ejecutiva, llamado Comité Central Ejecutivo y una organización legislativa, llamada Consejo de Comisarios del Pueblo. Los miembros del gobierno eran elegidos por consejos locales, conocidos como “Soviets,” que reportaban ante el Congreso de Soviets.
Después de la muerte de Lenin, Josef Stalin se convirtió en el líder del Partido Comunista y, por lo tanto, en líder de la URSS. Gobernó al país durante 29 años (hasta su muerte en 1953) e instituyó una serie de “planes de cinco años” diseñados para avanzar en la industrialización para convertir a la URSS en una potencia mundial. Por otra parte, y al igual que los gobernantes que lo sucedieron, intentaba demostrar que la ideología comunista, no sólo era la única que podía garantizar el desarrollo y la prosperidad de su pueblo, sino que además, aseguraría la supremacía del sistema soviético sobre el resto de los poderes del mundo.
Durante su gobierno, Stalin moldeó la reputación internacional de la Unión Soviética, que creció hasta incluir 15 repúblicas. El reino de Stalin estuvo marcado por las purgas en el partido, el gobierno y el ejército; la creación de una policía secreta draconiana, y hambrunas que dejaron millones de muertos.
La URSS existió hasta 1991, cuando Rusia, Bielorrusia y Ucrania – los tres estados restantes que fundaron la Unión Soviética – declararon su disolución. La Unión fue disuelta oficialmente el 21 de diciembre y reemplazada por la Comunidad de Estados Independientes.
Rocío Cortés
Colaborador de la Red Federal de Historia de las Relaciones Internacionales
Departamento de Historia
IRI – U.N.L.P