Hace 45 años, la República Argentina dejaba de serlo, dando un paso (recurrente, así que no podemos decir que fuera hacia lo desconocido) a uno de los capítulos más negros de su historia reciente. Con el Golpe de Estado encabezado por las Fuerzas Armadas, nuestro país trataba de superar la profundísima crisis política en la que se veía envuelta dando un enorme salto hacia atrás.
A partir de entonces, y por siete largos años, el pueblo argentino se convirtió en rehén de un aparato destinado a perseguir a otros argentinos, muchos de los cuales obligados a abandonar el país, en tanto otros fueron víctimas de detenciones ilegales, torturas y, en el peor de los casos, desapariciones forzadas.
Así nuestro país se convirtió en escenario de delitos de lesa humanidad, los cuales dejaron huellas imborrables en nuestra construcción colectiva. Huellas que, en casos concretos, siguen siendo heridas abiertas, ya que se trata de delitos de comisión permanente (recordemos que persisten los efectos de la sustracción y supresión de identidad de los bebés apropiados durante la Dictadura).
Sabido es que no hay Verdad sin Memoria, y no hay Verdad ni Memoria sin Justicia. Justicia que debe alcanzar a todos y cada uno de los responsables de los luctuosos sucesos que terminaron en la Última Dictadura Militar (así lo decimos, porque sabemos que no volveremos ni podremos tolerar una nueva dictadura en Argentina). La fragmentación, la descalificación de quién no piensa igual a uno, la anulación de la otredad, sin pequeños pasos que llevan a recorrer sendas que ya hemos transitado. Por ello, recordemos: no demos nada por sentado. Costó mucha sangre, mucho dolor, mucho atraso, recuperar la Democracia que hoy tenemos, a la cual aún no terminamos de consolidar.
Este es un día de reflexión, de recogimiento, de conmemoración. No olvidemos el precio que hemos pagado, y los riesgos de destruir todo lo que hemos conseguido en estos años. La Democracia es un compromiso colectivo, pero también individual. El ejercicio responsable de nuestra ciudadanía nos permite demandar a la clase política que esté a la altura de las circunstancias, de los desafíos que la coyuntura y el contexto demandan. Nuestra Democracia es frágil, y llena de problemas y atribulaciones. Sólo los superaremos con más Democracia y con más República.